Un pobre ¿con vida?
Sociedad
En una sociedad con tantas desigualdades, un pobre pocas veces, o jamás, puede invitar a alguien; si no, recordemos al Juan Boliche de Piero: “Llevo una vida de pobres / a veces lamenta Juan / apenas me pago el vino / yo nunca puedo invitar…”. Así que, aclarado ¿o confundido? el tema, vamos al punto que dio origen a esta aclaratoria confusión. Un día, una de esas maestras de escuelas de barrios muy pobres, me cuenta en un programa de radio que yo conducía (y lo chocaba, claro): – “Es muy difícil, Vaca, el momento que estamos viviendo porque esto no termina aquí, es, más bien el comienzo de otra etapa social.
En las escuelas, los maestros no sabemos cómo comportarnos; por caso, un alumno desde hace varios días trae a la escuela paquetes de masitas y me persigue para convidarme, y esos paquetes son de los saqueos… ¿cómo le digo por qué no se los acepto?, ¿o se los acepto? Me la paso corriendo en los recreos e inventando reuniones para evitar que se me pare enfrente y me convide… – Señor, ¿no quiere una masita? Están buenísimas… ¡déle, seño, es de paquete, no sueltas ¿eh?, ¡usted me enseñó a compartir!
Lógico
¿Qué creen que hizo la maestra? O más lógico aún: ¿Qué les hubiera gustado que hiciera la maestra? Ella podía mantenerse en sus principios y no comer una masita de un paquete saqueado y, por ende, despreciar el gesto inocente del alumno. Otra posibilidad era agarrar la masita, guardarla en el bolsillo pero luego no comerla. O bien, comerla con su alumno. O tomarla delante de los otros alumnos y comerla junto a todos. ¿Otra? Llevársela a la casa y comentarle a la madre, a solas, lo que estaba sucediendo… en ese caso, la avergonzada sería la madre.
La respuesta que ustedes sugieren ¿es la políticamente correcta o la verdadera? Pero ¿cuál es cuál? Tal vez, queridos lectores, al final del capítulo tengan la respuesta. O quizás, al final del libro. ¿Existe aquí una acción políticamente correcta? Ese pibe, ¿entendía lo que había ocurrido en su país, su barrio, su escuela, su casa?
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