Trabajo
Propuestas de trabajo
Sólo se aprende a montar en bicicleta subiéndose a ella (y arriesgándose a sufrir alguna que otra caída). Lo mismo ocurre con las habilidades de comunicación; es necesario ponerse manos a la obra. Con frecuencia, el argumento de la falta de cualidades personales no es más que una disculpa para evitarse la molestia de practicar unas habilidades en las que uno aun no se siente lo bastante competente. Pero para desarrollar la competencia necesaria es preciso empezar por el principio, con inseguridad y a trompicones, cayendo y levantándose de nuevo para arriesgar otro pasito.
Por eso, la propuesta para desarrollar y consolidar las competencias propias de la comunicación empática –además de practicar abundantemente las habilidades de escucha y reflejo en las interacciones diarias con la gente con la que habitualmente nos relacionamos– va a consistir en llevar a cabo cada día, al menos, una entrevista empática con un alumno y, para hacerlo de un modo sistemático, conviene tener en cuenta las siguientes instrucciones:
1. Comenzar con algún alumno o algún tipo de temática que no resulten especialmente “conflictivo”. Las intervenciones más “candentes” las abordaremos un vez que las habilidades básicas estén consolidadas.
2. Centrarse en las manifestaciones del alumno. Dejar en suspenso lo que el alumno “debería” hacer o la propia tendencia a rebatir sus manifestaciones. En otras palabras, centrarse en refrenar el propio “impulso corrector”.
3. En principio, ejercitarse exclusivamente en reflejar el contenido verbal del alumno. No se trata de repetir, mecánicamente, las palabras del alumno sino de ir adquiriendo el hábito conversacional de aludir con mayor frecuencia a los mensajes directos de nuestro interlocutor, utilizando nuestras propias palabras o expresiones.
4. Al cabo de un tiempo, cuando contemos con una cierta práctica, entraremos en una fase en la que el reflejo del contenido constituya una habilidad propia de nuestro estilo personal de llevar adelante una entrevista. Es el momento de empezar a aventurarse con el reflejo del sentimiento.
5. Arriesgarse a “adivinar” los estados de ánimo que captamos tanto en las expresiones verbales como en el propio lenguaje corporal, gestual, de nuestro interlocutor y reflejarle ese estado de ánimo que nosotros percibimos –o conjeturamos– partiendo de expresiones como: “eso debe hacer que te sientas”, “yo (u “otra persona”) en tu caso me sentiría”, “te debes sentir”.
6. Al cabo de un tiempo, con las anteriores competencias desarrolladas, es el momento de pasar a relacionar contenidos y sentimientos desde el punto de vista de la responsabilidad del propio interlocutor: “te sientes X porque, en realidad, (querías, pensabas, esperabas, deseabas)
Entrevista tutorial
Y”. Por supuesto que no hace falta decir que el objetivo de la entrevista tutorial no consiste, meramente, en el reflejo de contenidos y sentimientos del alumno sino que cada entrevista estará enfocada a una finalidad específica, como proporcionar informaciones objetivas puntuales y concretas (planes de estudio, salidas profesionales, técnicas de trabajo, etc.) pero la escucha empática será una herramienta clave para la clarificación de los puntos más importantes. Cuando se trate de dar consejos, se debería evitar toda actitud directiva que el alumno pudiera interpretar como un intento de “marcarle el camino”. Más bien, de lo que se trata es de abrirle opciones al alumno o a la alumna cuando a ellos no se les ocurra ninguna alternativa. En este caso, podría ser conveniente proceder de la siguiente manera:
• Presentar las distintas alternativas de una manera objetiva.
• Comprobar si el alumno puede aportar alguna alternativa personal.
• Ayudar al alumno a que valore las ventajas e inconvenientes de cada opción.
• Evitar imponerle una opción determinada. Apoyar al alumno para que tome su propia decisión.
• Inculcarle la idea de “proceso”: las decisiones nunca son inapelables; se valora la situación, se determinan las posibles opciones, se opta por un camino, se valoran los resultados y consecuencias y, en función de estos, se inicia un itinerario o bien se decide un cambio de rumbo.
Las propuestas de trabajo pueden variar dependiendo del sector y la posición específica:
- Resumen Ejecutivo: Una introducción concisa que describa el propósito de la propuesta, resumiendo los aspectos clave de la oferta de trabajo.
- Descripción de la Compañía: Detalles sobre la empresa, su historia, valores, cultura organizativa y logros relevantes.
- Descripción del Proyecto o Posición: Detalles específicos sobre el trabajo, incluyendo responsabilidades, objetivos, funciones y posibles desafíos a abordar.
- Requerimientos y Habilidades: Enumeración clara de las habilidades, competencias y experiencia necesarias para la posición.
- Plan de Trabajo o Cronograma: Un esquema detallado de cómo se llevará a cabo el trabajo, incluyendo plazos, hitos y actividades clave.
- Presupuesto o Compensación: Detalles sobre la compensación ofrecida, ya sea salario, beneficios, bonificaciones u otros incentivos.
- Equipo y Recursos: Descripción del equipo con el que se trabajará, así como los recursos disponibles para llevar a cabo las tareas.
- Beneficios y Desarrollo Profesional: Detalles sobre los beneficios adicionales, oportunidades de desarrollo, capacitación o crecimiento dentro de la empresa.
- Métodos de Evaluación y Medición: Cómo se medirá el rendimiento, los indicadores clave de desempeño (KPIs) o criterios de evaluación.
- Información de Contacto y Próximos Pasos: Detalles para ponerse en contacto en caso de preguntas o interés, así como los pasos a seguir después de presentar la propuesta.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.