Reintegración disfuncional

Trastorno crónico
Aparecen emociones negativas (odio, rencor, sed de venganza…) y como consecuencia la persona, incapaz de adaptarse a la nueva situación, se siente indefensa, pierde la esperanza en el futuro (Echeburúa, De Corral y Amor, 2003) y se encuentra bloqueada de tal forma que no puede emprender nuevas iniciativas ni gobernar con éxito su vida. Reintegración con pérdida: trastorno retardado Las heridas están abiertas. Se ha sobrevivido al impacto, ya no se es «un muerto en vida», pero se sigue anclado en lo que ha sucedido, sin ver salida ni luz al final del túnel. Reintegración homeostática: recuperación natural Se produce una adaptación positiva, relacionada con la capacidad para encontrar un significado positivo en los acontecimientos. De alguna manera, se consigue volver al punto de arranque, recuperando el equilibrio. La adaptación puede llevarse a cabo de dos maneras: con resignación o, simplemente, asumiendo el acontecimiento. Lo inevitable es preferible asumirlo, pero ante lo evitable una actitud de resistencia puede ser beneficiosa.
Reintegración resiliente: crecimiento postraumático En una revisión de unos cuarenta estudios científicos recientes sobre los cambios positivos que experimentan algunas personas después de vivir una situación traumática, los psicólogos de la Universidad de Warwick llegaron a la conclusión de que existe un crecimiento postraumático. Igualmente, las investigaciones de Susan Nolen-Hoeksema y otros colegas, sobre los efectos de la muerte de seres queridos, demuestran consistentemente que alrededor del 75% de los familiares del difunto saca algo positivo de su dolorosa pérdida (Rojas Marcos, 2005). Recuperarse significa ser capaz de haber integrado la experiencia traumática en la vida cotidiana y de haber transformado las vivencias pasadas en recuerdos, sin que éstos sobrepasen la capacidad de control de la víctima ni interfieran negativamente en su vida futura. De hecho, nuestras vidas perderían su sentido sin las experiencias de determinados sucesos que, finalmente y a pesar del sufrimiento que puedan conllevar, nos permiten crecer y avanzar, convirtiéndose nuestra autobiografía en tal caso, como dice Cyrulnik (2009), en una «biografía de páginas en blanco».
Realidad
Esto supone un cambio de esquemas cognitivos y del modo en que se enfoca la realidad. Y recuperarse significa sobre todo volver a tener conciencia de que se ocupa un nuevo asiento del conductor de la vida (Herbert y Wetmore, 1999, citado por Echeburúa, 2005). Se trata de un desarrollo más allá del nivel previo de funcionamiento, que conlleva una serie de cambios psicológicos posteriores a la vivencia traumática. Entre otros, algunos autores hablan de una mayor gratitud hacia la vida, nuevas prioridades, sensación de mayor fuerza interior y mejora de las relaciones personales. Basándonos en la propuesta de Tedeschi, Park y Calhoun (1996, citado en Vázquez et al., 2007), podemos agrupar los aspectos de este cambio que supone el crecimiento postraumático en las siguientes categorías, que suponen una constatación de que se ha completado un proceso de resiliencia:
• Mejora en la posición social, entendida ésta no como el estatus económico, sino como el aumento del reconocimiento social, considerando por supuesto las diferencias culturales, y siempre dentro de una ética y un respeto profundo por la vida.
• Mejora en las relaciones interpersonales, que se ven fortalecidas. La necesidad de compartir lo que se ha vivido y de expresar lo que se siente hace que se unan con las personas cercanas.

También puede ser que aumente la necesidad de apoyo, y en consecuencia la utilización del apoyo social (McMillen, Smith y Fisher, 1997, citado en Vázquez et al., 2007). También se constata una mejora en la capacidad de ponerse en las circunstancias de otros. En cualquier caso, la respuesta comunitaria es fundamental para lograr la cicatrización de las heridas psicológicas de la víctima, la recuperación de su identidad moral y su plena reintegración social. El dolor puede ser aliviado por el potente bálsamo de la solidaridad y del dolor compartido.
• Una satisfacción personal, en el trabajo y en otros papeles que desempeñe, ligado a un sentimiento de optimismo. Lo que es cierto es que hay víctimas de situaciones traumáticas que, por mostrar un aprecio más profundo del valor de la vida o por quedarse con una sensibilidad más acentuada, han recuperado e incluso aumentado su fortaleza moral y han encontrado beneficios inesperados a su sufrimiento, no por masoquismo, sino por la aceptación de que la tragedia es parte inevitable de la vida.
Situaciones
El suceso le lleva a una situación mejor en áreas de un profundo significado existencial (Calhoun y Tedeschi, 2000, citado en Vázquez et al., 2007) y uno se siente mejor que antes del suceso traumático.
• Un sentimiento de utilidad, de trascender al otro. Sentirse capaz de enfrentarse de nuevo. Algunos descubren en ellos mismos facetas creativas o altruistas que desconocían.
• Darle significado al sufrimiento. Darle un sentido a una experiencia a priori negativa puede transformarse en un elemento clave de la resiliencia. Muchos de los supervivientes transforman su tragedia en energía creadora y enriquecen su vida con actividades sociales útiles y gratificantes. Aceptar el sufrimiento y sobreponerse a él es algo muy saludable. De hecho, un trauma puede enseñar a una persona lo que es sufrir, pero también lo que es vivir.
• Cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida. Algunos autores (Janoff-Bulman, 1992, citado en Vera, 2006) hablan de que se trata de uno de los cambios más frecuentes.
Y es que las experiencias traumáticas sacuden de forma tan radical las concepciones e ideas sobre las que construimos nuestra forma de ver el mundo, que pueden desbaratar las suposiciones sobre las que las personas construyen su vida día a día. Miramos desde otra perspectiva, por tanto, todo se interpreta también de un modo diferente. Es habitual que haya cambios en la escala de valores (Pérez-Sales, 2001), en las prioridades, y una tendencia a relativizar algunos asuntos, disfrutando de los detalles, de las cosas sencillas del día a día, y en centrarse en lo importante.
Adversidad
En resumen, el que frente a una adversidad la persona viva un proceso de resiliencia, culminando por tanto en un crecimiento postraumático, va a depender de una serie de características y variables, que estarán implicadas en su aparición: Características del suceso traumático, que dependerán no tanto de la magnitud objetiva del trauma, sino, como hemos visto, de los niveles de amenaza y daños percibidos, es decir, de la experiencia subjetiva del suceso. No obstante, algunos autores defienden que tiene que tratarse de situaciones «sísmicas» (Calhoun y Tedeschi, 1998, citado en Vázquez et al., 2007), vividas con una intensidad tan fuerte, que se tambalean y se ponen en cuestión valores y creencias fundamentales para la persona. Se entiende por tanto el trauma como algo imprevisible, que hay que sobrevivir, y que provoca una pérdida de una parte de sí mismo. Es más, cuando hablamos de traumatismo, el «envoltorio psíquico» está roto (no sé quién soy, qué hacer, agonía psíquica…).

No hay diferencia entre esa forma de vivir y la muerte. Podríamos decir que una parte de la personalidad es una escara. Como dice Cyrulnik (2013), «no se trata de un sufrimiento; en el desierto no se sufre, sencillamente se muere». Rasgos de personalidad y estilos cognitivos, fundamentalmente: extraversión, apertura a la experiencia, optimismo disposicional y la resistencia (hardiness, que incluye compromiso-desafío y control). Estrategias de afrontamiento (que se explicarán con detalle en el siguiente apartado). La aceptación, el afrontamiento centrado en el problema, la reinterpretación positiva, las estrategias religiosas positivas se relacionan con el crecimiento postraumático. Apoyo social percibido, confianza para poder expresar narrativas sobre lo sucedido. Expresión del afecto, disponibilidad de confidentes, tener gente al lado (aunque sea virtualmente) a quien poder contar lo sucedido, que no eviten hablar de ello, aunque sea doloroso. «De la pugna por recomponer este puzzle dañado es de donde eventualmente podría darse un proceso psicológico de reconstrucción que podría llegar a cristalizar en lo que se denomina crecimiento postraumático» (Vázquez et al., 2007)
La reintegración después de un trastorno crónico puede ser un desafío, pero con apoyo y enfoque en la gestión de tu salud, es posible llevar una vida funcional y satisfactoria. Aquí hay algunos pasos que pueden ser útiles:
- Busca ayuda profesional: Consulta a un profesional de la salud mental o a un médico especializado en trastornos crónicos. Pueden ayudarte a comprender tu condición, explorar opciones de tratamiento y desarrollar estrategias de manejo.
- Educación: Aprende tanto como puedas sobre tu trastorno crónico. Comprender los síntomas, el tratamiento y las estrategias de manejo te empoderará y te ayudará a tomar decisiones informadas sobre tu salud.
- Establece metas: Define metas realistas para tu recuperación y bienestar. Estas metas pueden incluir mejoras en la calidad de vida, la gestión de síntomas, la adaptación a limitaciones y la recuperación de habilidades.
- Desarrolla un plan de tratamiento: Trabaja con tu equipo médico para crear un plan de tratamiento que incluya medicamentos, terapias, ejercicio y cambios en el estilo de vida. Sigue este plan de manera constante.
- Terapia de apoyo: La terapia cognitivo-conductual (TCC) y otras formas de terapia pueden ayudarte a desarrollar habilidades para lidiar con la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales relacionados con tu trastorno crónico.
- Estilo de vida saludable: Mantén un estilo de vida saludable a través de una dieta equilibrada, ejercicio regular y sueño de calidad. Estos factores pueden mejorar tu capacidad para manejar tu condición.
- Apoyo social: Mantén conexiones con amigos y familiares. Compartir tus preocupaciones y éxitos con personas de confianza puede ayudarte a sobrellevar los desafíos.
- Gestión del estrés: Practica técnicas de manejo del estrés, como la meditación, la respiración profunda y el yoga, para reducir la ansiedad y mejorar tu bienestar emocional.
- Autoaceptación: Aprende a aceptar tu condición y a ti mismo tal como eres. La autoaceptación es un paso importante en la adaptación a un trastorno crónico.
- Consulta regularmente a tu equipo médico: Mantén un seguimiento regular con tus médicos y profesionales de la salud para ajustar tu plan de tratamiento según sea necesario.
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🔍 ¿Qué es la Reintegración Disfuncional?
Es el proceso en el cual una persona intenta volver a sus actividades diarias después de una crisis, pero enfrenta obstáculos que impiden su adaptación. Esto puede manifestarse en:
✅ Dificultades para retomar rutinas (laborales, académicas, familiares).
✅ Sensación de desconexión con el entorno o con uno mismo.
✅ Estrategias de afrontamiento ineficaces, como el aislamiento o la negación.
✅ Círculos de frustración, donde cada intento fallido de reintegración refuerza el malestar.
⚠️ Relación con Trastornos Crónicos
Si la reintegración disfuncional se mantiene en el tiempo, puede derivar en trastornos crónicos como:
🔹 Trastornos de ansiedad o depresión: la sensación de incapacidad para adaptarse refuerza emociones negativas.
🔹 Enfermedades psicosomáticas: el estrés prolongado puede desencadenar dolencias físicas.
🔹 Adicciones: algunas personas recurren a sustancias o conductas compulsivas como escape.
🔹 Trastornos de estrés postraumático (TEPT): cuando la dificultad de reintegración proviene de un evento traumático.
🔄 ¿Cómo Romper este Ciclo?
Para evitar que la reintegración disfuncional se convierta en un problema crónico, se pueden implementar estrategias como:
✔ Acompañamiento psicológico: Terapias como la cognitivo-conductual pueden ayudar a reconstruir hábitos y pensamientos más adaptativos.
✔ Red de apoyo: Contar con amigos, familiares o grupos de ayuda facilita la readaptación.
✔ Gestión del estrés: Técnicas como mindfulness o respiración consciente ayudan a afrontar mejor los cambios.
✔ Pequeñas metas: Retomar la vida en pasos graduales evita la sensación de fracaso.