Reflexiones finales

Reflexiones finales

Toda actuación y visión social implica una tarea de ordenamiento y clasificación simbólica que luego cobra un nuevo orden, es decir, las representaciones sociales son los hilos conductores que caracterizaron de manera particular la visión y los posicionamientos concretos de quienes las expresaron.

Así, tratando de responder a las interrogantes que se convirtieron en la caja de resonancia para abordar este trabajo, nos encaminamos a exponer que: Los profesores con menos de 10 años de experiencia instalan sus representaciones sociales en los renglones hegemónicos del currículum actual de educación básica cuando instauran en la ensm el lenguaje de las competencias como una forma de atender a las distintas exigencias que les demandan los dos contextos escolares donde se ubican. Además, se dejan escuchar representaciones sociales ancladas en un lenguaje camuflado que no distingue los cauces de formación de una institución formadora de docentes (ensm) y la escuela secundaria. Ello implica que se sitúan en el escenario de la ensm con el mismo equipaje de quien imparte clase en la escuela secundaria, ya que al asentarse en los dos escenarios, ambos les develan los medios para afrontarlas. De ahí que transfieran Procesos formativos y prácticas de los formadores de docentes 60 sus preocupaciones a los estudiantes normalistas al considerar la importancia que reviste que una buena formación se entreteje en dos dimensiones: la primera consiste en objetivar el dominio de las competencias y la segunda se ocupa de acreditar los exámenes, en particular el de ingreso al servicio docente. En consecuencia, es innegable que ambas representaciones pueden traducirse en contratación laboral y al mismo tiempo en promociones que reditúen mejores ingresos económicos. Es un hecho que los docentes con menos de 10 años de experiencia se ocupan de que los jóvenes normalista se vayan habituando a una orientación más utilitarista de la formación, ya que, sabedores del terreno en que se movilizan, han optado por una tradición de formación que legitima políticas educativas y estrategias pedagógicas como una respuesta para que los egresados se instalen de manera cómoda a una tarima del maestro con la pléyade de competencias que exige el perfil de egreso.

 

Respecto a los profesores que tienen más de 15 años de experiencia docente, ofrecen representaciones sociales que inciden en asumir una cultura posmoderna e incierta al reconocer la existencia de un contexto globalizado que tiene afanes de monopolizar u homogeneizar la concepción de formación docente, y en ese sentido, si bien muestran preocupación, anuncian que no puede desdibujarse ni situarse fuera de él. Exaltan también que la formación presenta aspectos insoslayables, como la finitud de los saberes, y por ello establecen como prioridad transitar por posgrados y espacios de actualización que los revista de teoría para interpretar de manera crítica un mundo en constante cambio. Abogan por entrelazar esfuerzos entre el colectivo de maestros para responder a las demandas de su contexto problematizado, además, auto-reconocen sus imprecisiones conceptuales, mismas que los coadyuvan al acercamiento de los espacios de formación permanente. Destacan también la tarea relevante de inducir a los jóvenes normalistas a la investigación. Este profesorado imbrica sus representaciones sociales de una tradición que trasciende más allá de cuestiones didácticas, tiene que ver más con las discusiones sobre la crisis actual que enmarca a la formación; anuncian que nada es permanente o inamovible, de ahí la necesidad de clarificar que la educación está permeada de un mundo vertiginoso y contradictorio; ellos piensan en el asunto de la formación desde una perspectiva práctica en consonancia con la escolarización, esta última les permite apropiarse de discursos más actualizados que les otorgan herramientas para pensar la importancia que tiene formar a sus estudiantes en una visión alojada en la incertidumbre.

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Así, sus representaciones sociales configuran un lenguaje de mayor nivel de discusión porque legitiman sus puntos de vista tras un discurso más amplio y complejo en términos teóricos. En tanto, los profesores que tienen más de 30 años de experiencia en la docencia representan a la formación como un ejercicio responsable que implica la asunción de compromisos académicos y morales dignos de ser imitados por sus estudiantes, del 61 Los docentes normalistas: representaciones sociales sobre formación docente mismo modo, soslayan a la vocación como un componente que da cuenta de la trascendencia que asumen durante su transitar por las aulas. Valoran a los estudiantes como personas pensantes y transformadoras y apelan por una comunicación horizontal que inserte los valores de respeto, de tolerancia y de justicia. Para ellos, la formación docente tiene que trascender a través de generar que los estudiantes sean felices, que crean en sí mismos y en su potencial. Dan importancia a la forma en que visten, a la puntualidad y al trato amable. Exponen la importancia de la visibilizacion del currículum oculto para hacer un análisis de él y reconocen a la teoría como un componente para guiar su trabajo, pero no descartan que su experiencia es más vasta e importante porque ha rebasado los planteamientos teóricos. Cabe destacar que las representaciones sociales del profesorado que tiene más experiencia en la docencia hacen un llamado imperativo a los estudiantes que se están formando para que miren atrás y se encumbren con el legado moral que en el pasado les imbricó, en ese sentido, para estos profesores es importante considerarse como un modelo a seguir, y para ello, invitan a comprometerse con “la camiseta normalista”, entendida ésta como un arquetipo sostenido por la vocación, el respeto, el amor, la responsabilidad, la puntualidad, cuidar su forma de vestir, actualizarse, así como aceptar que un maestro tiene que acudir a la teoría, pero no puede pasar por alto que es él quien tiene la batuta de la decisiones, ya que tiene mayor conocimiento del acontecer educativo. En conclusión, cada grupo de docentes ubicados en el mismo escenario y temporalidad expresan distintas nociones sobre un mismo tópico y se corrobora que cada uno justifica su actuación dejándose llevar más por los distintos factores que le envuelven.

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En ese sentido, es obvio que las instituciones educativas tienen que reconocer la imprevisibilidad de las posiciones que asumen sus miembros, puesto que en nuestro caso, sus nociones del sentido común se desprenden de los años de experiencia en el ejercicio profesional, del sitio en que se ubican (escuela donde trabajan), de sus herramientas teóricas y de su bagaje experiencial. En otras palabras, no existe una representación social unidireccional por parte de los tres arquetipos de profesores, ya que cada uno ha enraizado supuestos que lo sostienen a partir de la ponderación de las situaciones que condicionan su estructura de pensamiento que luego objetivan en acciones particulares. Para el profesorado con menos experiencia que enfrenta las difíciles condiciones laborales de la escuela secundaria, abandera la representación sobre formación a la par con políticas educativas en términos de perfil de egreso, competencias y evaluación porque reconoce que si los estudiantes no se revisten de esos pronunciamientos difícilmente podrán acreditar el examen de ingreso al servicio docente, o bien, no podrán acomodarse al arduo clima de evaluaciones a los que serán sometidos de manera permanente en la escuela secundaria. Procesos formativos y prácticas de los formadores de docentes. Los profesores con más 15 años de experiencia reconocen que el conocimiento crece a pasos acelerados e invocan que tienen que estar aleccionados y alertas ante cualquier cambio de dirección teórica para que la formación de los estudiantes no esté en desventaja con el contexto actual, por último, los profesores con más de 30 años de antiguedad denotan una representación social que insiste en formar a los jóvenes con herramientas que los apoyen a valorar su tarea docente y, como consecuencia, se ubiquen en el antiguo podio permeado de reconocimiento y estatus social que en otros ayeres posicionaban la imagen de los maestros. Abogan por acercarse a los espacios de actualización porque lo exponen como un escenario que permite retroalimentarse, reflexionar y tomar decisiones con sus colegas sobre algunas cuestiones de la educación que les preocupan, entendiendo en su experiencia un componente sustancial en la formación de sus estudiantes. Para cerrar, las expresiones del sentido común sobre formación docente instauradas por algunos profesores ubicados en el contexto de la ensm develan sólo una parcela de nuestra realidad educativa, por ello, no interesa generalizar los resultados ni aprobar o desmeritar sus distintas expresiones.

 

Fuentes de consulta

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