Propuestas de trabajo
Aproximarse a la realidad concreta de la interacción motivadora
1. Acoger: a. Elementos formales ¿Cómo podrías organizar los elementos físicos de que dispones – espaciales y temporales– para organizar un encuentro con cada uno de tus alumnos? ¿Qué situaciones concretas –normales o extraordinarias– podrían suscitar un encuentro con tus alumnos (por ejemplo: comentar los resultados de la evaluación, quejas –¡o alabanzas!– del profesorado, etc.) ¿Qué “huecos” temporales podrías organizar compaginando tu horario y el de tus alumnos para mantener, al menos, un encuentro trimestral con cada uno de tus alumnos? Refrenar el impulso corrector Observa cómo reaccionas ante los errores o equivocaciones de tus alumnos; tanto en lo que se refiere a los ejercicios de clase como en situaciones más amplias de interacción social. ¿Tienes tendencia a aplicar la “pedagogía del bolígrafo rojo” remarcando los errores y equivocaciones? ¿De qué manera esta actitud de centrarse en lo equivocado favorece que el alumno o la alumna se cierre aún más en banda? ¿Sería posible hacer el esfuerzo de “pillarlos” en una situación –por nimia que sea– en la que se les pueda aplicar un elogio sincero? ¿Cuál es su reacción?
2. Generar una disonancia impulsora. Aprovecha algún momento en el que te sientas “mal” (incómodo, desmotivado, irritado) Haz un trabajo de introspección. Pregúntate: “¿Qué es lo que me está haciendo sentir (incómodo, irritado)? ¿Qué hay debajo de esta (desmotivación, irritación, etc.)” Insiste uno y otro día, hasta que empieces a “intuir” una respuesta. Puede que se trate de algo tan sencillo como el desorden de la habitación en la que estás trabajando, la sensación de tener alguna tarea sin concluir o la idea de algún tema pendiente con alguien. El simple hecho de localizar la fuente de malestar suele generar un cierto alivio. Afinar esta capacidad de percibir la raíz de las propias emociones negativas es la base de empatía que se necesita para trabajar con los demás, incluidos los jóvenes.
3. Generar expectativas. Una vez refinada la capacidad de percibir la raíz más profunda de las emociones, es posible abrirse a vías de solución de las mismas. Por seguir con el ejemplo anterior, una vez aclarado que la causa de la incomodidad percibida es el desorden de la habitación, habrá que generar vías de solución. Para ello puede ser muy conveniente repasar el apartado sortear obstáculos del capítulo 4. Por ejemplo: ¿Por dónde podría empezar a poner un poco de orden en esta mesa? O bien “¿Cómo podría dirigirme a fulano para aclarar el malentendido que se produjo?”, etc.
4. Establecer compromisos. Examina la lista de “asuntos pendientes” que tengas tanto a nivel profesional como personal. Determina qué prioridades deberías marcarte, atendiendo a criterios de “urgencia” e “importancia”. Asegúrate de establecer lo “urgente” –aquello que hay que completar dentro de un plazo para evitarse consecuencias desagradables– como prioritario pero, sobre todo, presta atención especialmente a lo “importante” –las cosas que valoramos pero que, al no tener un plazo de cumplimentación, solemos ir dejando relegadas–. Determina qué temas “importantes” has estado dejando de lado. ¿De cuál de esos asuntos podrías ocuparte hoy mismo? (Tal vez, una llamada a un amigo del que te has distanciado, una visita a un familiar, o cosas más prosaicas como apuntarte a un gimnasio o comenzar la dieta que te convendría seguir). Comprométete a llevar a cabo las acciones precisas para conseguir hoy mismo ese objetivo hasta ahora aplazado. Piensa qué actitudes deberías cultivar para acercarte a tu ideal profesional o personal. Comprométete a ajustar tu comportamiento a ese tipo de actitudes. 1. Bowlby, John. Attachment. Nueva York. Basic Books. 1983. Traducción española: El vínculo afectivo. Barcelona. Paidós Ibérica. 1983.
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