Principia

Principia

Divulgación cientifica 

 

Leía en la trastienda, una revista de divulgación científica. Contaban de un jovencísimo matemático que había conseguido descifrar todas las ecuaciones contenidas en Principia. Principia, posiblemente uno de los libros más inaccesibles que se han escrito, fue publicado por Newton en 1687. Sentada en la banqueta, recuerdo cómo fantaseaba recreándome con las sensaciones de aquel muchacho que, traspasando la trastienda de la realidad, había sido capaz de descifrar y comprender buena parte de las leyes que ordenaban los entresijos de la física. Sentía su turbación al encontrar sentido a algo tan complejo, tan inexplicable, que hubiera hecho desistir a cualquiera de tamaña empresa. Seguramente, todo había comenzado con una intuición, con un pálpito. La necesidad de comprender, de entender esas ecuaciones que ordenaban el orbe, se había ido apoderando de los días y las noches. Lo imaginaba, sentado frente a su cuaderno, tachando, volviendo a empezar, deduciendo, echando mano de su experiencia, maldiciendo al mismo Newton, mientras mascullaba un resultado imposible a una fórmula inaudita…

Principia

En cierto modo me resultaba sencillo conectar con su emoción; al fin y al cabo, había cierta conexión entre su búsqueda y la mía. Y entonces empecé a recordar. Y, como en otras ocasiones, los hilos de la razón, las viejas e inconexas ideas, de manera sorprendente se fueron entretejiendo, conformando un cálido manto con el que arropar mis inquietudes. Principia… Newton… ¿cómo no se me había ocurrido antes? Ahora que había comenzado a tomar sentido mi caos, no podía abandonar ni dejarlo para otro momento. De otra manera estaría traicionando mi esencia creadora e inconformista. Además, gracias a San Google y a San 4G, la búsqueda podía llevarme apenas unos minutos. Necesitaba refrescar los «Principia» de Newton, esas leyes que estudié en algún momento de mi vida, pero que quedaron archivadas en mi «nube» a la espera de ser recuperadas en algún momento. Y, como todo en esta vida, el momento había llegado. Unos segundos después, aparecían Newton y sus leyes en la pantalla. Leer los enunciados me hizo recordar que, a través de esas leyes, Newton explicaba cómo un objeto se mueve en la dirección en que se lo empuja, que seguirá moviéndose en línea recta hasta que actúe otra fuerza para aminorar o desviar el movimiento y que cada acción tiene una reacción igual y contraria. Además estaba, cómo olvidarla, la famosa Ley de la gravitación universal. Esta última, que servía lo mismo para un roto que para un descosido, para lo grande y para lo pequeño, era la más apasionante. Lo que venía a decir, es que cada objeto del Universo ejerce una fuerza de atracción sobre todos los demás.

 

Psicología 

Sorprendente. Tanto tiempo buscando una manera psicológica de explicar algo tan humano como el encuentro significativo con el otro, y de repente sus leyes emergían con toda la fuerza de la gravedad, cayendo por su propio peso. Más allá de las implicaciones físicas, por un momento imaginé este modelo de atracciones trasladado a las relaciones humanas. Un mundo ideal y cartesiano donde los vínculos pudieran calibrarse con una simple fórmula. Esta idea tan relajante como narcisista explotó como una pompa de jabón, salpicándome en los ojos y devolviéndome a la realidad.

Principia

¿En qué demonios estaba pensando? Algo tan complejo no podía ser descrito por la ciencia pura y dura. Entonces recordé una gloriosa frase de Rutherford, padre del modelo atómico, «la física es la única ciencia verdadera. Lo demás es coleccionismo de sellos». Confieso que, en mi caso, me dediqué más a los cromos que a los sellos. Pero, puestos a coleccionar regularidades, entendí que había una serie de estampas que pegar en el mismo álbum, un denominador común a todos los seres vivos: Así como los objetos mantienen una atracción regulada, los seres vivos tienden a asociarse.

 

«Principia» es una palabra que se asocia comúnmente a «Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica» (Principia), una obra escrita por Isaac Newton y publicada en 1687. En este libro, Newton formuló las leyes del movimiento y la ley de la gravitación universal, sentando las bases de la física clásica y cambiando la comprensión de la ciencia.

La frase «Principia Divulgación Científica» podría ser una referencia a un esfuerzo de divulgación científica destinado a explicar y transmitir los conceptos científicos fundamentales inspirados en las obras de Newton, como las leyes del movimiento y la gravitación, de manera más accesible al público en general. La divulgación científica es un medio importante para hacer que los conceptos científicos sean comprensibles y atractivos para un público no especializado.

 

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