Preguntar

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Preguntas y más preguntas

 

Ya abordamos el tema de las preguntas y su capacidad de abrir o cerrar vías en función de que apuntaran o no a alguna respuesta. Podemos visualizar el efecto de las preguntas bien formuladas como algo parecido a ese destello de creatividad –que en los comics se representa como una bombilla mental que se enciende en lo alto de la cabeza del personaje– que aun sin palabras equivale al “¡Eureka!” que nos muestra la solución novedosa o la vía de salida del bloqueo que muchas veces experimentamos ante un problema. Casi con toda seguridad, los grandes progresos de la humanidad tuvieron su origen en una interrogación: “¿qué pasaría si?” Desde la invención de la rueda a la búsqueda del bosón de Higgs, pasando por el viaje virtual de Einstein a la velocidad de la luz, sobre un rayo, todas las teorías científicas tienen su punto de inflexión en una pregunta creativa y, desde luego, el primer maestro de pensadores, Sócrates, nos legó la mayéutica como método de descubrimiento a través de las preguntas.

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En la intervención tutorial y de orientación, las dos herramientas básicas y esenciales –que, por otro lado, se complementan perfectamente– son la escucha empática y la formulación de preguntas; algo así como la desbrozadora y la niveladora: si el reflejo empático tiene como función asentar y estabilizar el terreno, la principal utilidad de las preguntas consiste en permitirnos abrir una trocha por terrenos nuevos para facilitar su exploración. Pero la técnica de preguntar tiene su arte. No se trata de llevar a cabo interrogatorios exhaustivos ni de lanzar preguntas sin más sino que estas han de estar enfocadas a la consecución de un objetivo concreto –resolver un problema, diseñar una estrategia, enfocar un asunto, promover la auto-reflexión, etc.–. Por otra parte, como en la interacción con el alumno o la alumna, ellos deben ser la figura central, mientras que el tutor debería limitarse a ejercer de “animador” para la toma de decisiones de los chicos, las preguntas que formule el profesor deben servir para abrir una vía que facilite la exploración de la mayor cantidad posible de temas del propio alumno.

 

Llaves que abren

Las preguntas, por lo tanto, deben actuar como llaves que abren puertas aunque, como veremos a continuación, mal aplicadas, pueden ser cerrojos que cierren vías de acceso. Abrir y cerrar Tradicionalmente se distinguen dos tipos de cuestiones: cerradas y abiertas. Las primeras parecen invitar a una respuesta contundente que se puede sintetizar en una o dos palabras que ponen fin a la conversación de manera que, para reanudarla, es preciso partir otra vez de cero; es decir, buscar un nuevo tema o una vía de abordaje diferente: – ¿Te gusta el fútbol? – Sí/No. La ventaja de las preguntas cerradas es que pueden proporcionar una información puntual de forma directa; su mayor desventaja es que tienden a cerrar la comunicación estableciendo un incómodo silencio cuando no se tiene a mano ningún recurso para conseguir hacer que progrese.

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Las preguntas abiertas, por su parte, tienen la ventaja de que movilizan la expresividad del interlocutor que se siente invitado a aportar algún tipo de información personal o su propio punto de vista sobre los tema tratados así como a explorar nuevos terrenos que podrían ser de su interés. – ¿Qué aficiones tienes? – Bueno, me gusta… En el primero de los ejemplos, la única respuesta posible a una pregunta tan directa (¿Te gusta el fútbol?) sólo puede sr SÍ o NO. Cuando la interacción no es muy fluida –como suele ser en el caso de las entrevistas iniciales o las que se llevan a cabo con alumnos poco cooperadores– una pregunta de este estilo tiende a cerrar la comunicación, tanto si al entrevistado le gusta el fútbol como si no, de manera que el entrevistador tendrá que poner a punto una nueva batería de preguntas con lo que, al final, la entrevista acaba por convertirse en una especie de interrogatorio que tendrá como efecto el que la alumna o el alumno se replieguen aun más en su propia estrategia defensiva mientras que, en el segundo ejemplo, a poco que colabore el entrevistado, siempre surgirá algún contenido positivo sobre el que el entrevistador podrá ir asentando una relación más positiva y menos defensiva.

 

Preguntas cerradas

Esto no significa que haya que prescindir por completo de las preguntas cerradas y utilizar sólo cuestiones abiertas. Las preguntas cerradas son muy necesarias para la recogida de información básica. Lo que habrá que procurar siempre es que la proporción de preguntas abiertas sea notablemente superior al número de cuestiones cerradas. La entrevista tutorial debe constituir una oportunidad para que el entrevistado, la alumna o el alumno, se examine a sí mismo y, por eso mismo, al final de la entrevista, la proporción de tiempo de intervención de cada uno se los miembros de la interacción debería estar claramente a favor del entrevistado, no del entrevistador.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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