La intervención educativa

La intervención educativa

Situaciones

La intervención frente a estas situaciones consiste en propiciar un entrenamiento adecuado para introducir los hábitos de sueño, estableciendo relaciones de coordinación con las familias para detectar y abordar el estado de las relaciones afectivas, ya que situaciones de rechazo, incomprensión y mandarlo a acostar como forma de castigo pueden provocar y agravar estas situaciones.

El entrenamiento del hábito del sueño, que es un tratamiento eficaz para que desaparezcan gran parte de los trastornos del mismo, como para cualquier hábito, sigue las mismas pautas ya vistas en temas anteriores:

La intervención educativa

  • Comenzar a incorporarlo desde los primeros días de vida.
  • Procurar que estén adquiridos o consolidados los 3-4 primeros años de vida ya que, una vez establecido, no desaparece jamás; para ello es necesario que se planifique si el programa de actuaciones previamente, lo que comporta saber o conocer si se tiene o no capacidad y maduración para ejecutar las actuaciones que se van a desarrollar.
  • Realizar las actuaciones con regularidad y firmeza y con carácter repetitivo: horario fijo, trato, y actuaciones estables… procurando no hacer expresiones.
  • Producir en el niño y la niña sensación de satisfacción mientras se lleva a cabo estas actuaciones.
  • Realizar actividades idénticas aun cuando las lleven a cabo diferentes personas sobre el mismo niño o niña.
  • Asociar las conductas que forman el hábito a rituales, por ejemplo, antes de acostarse lavarse los dientes, hacer pis…
  • La persona adulta ha de actuar siempre de modelo en su desenvolvimiento cotidiano y, así, si la persona adulta posee el hábito y lo exhibe, es más fácil que el niño y la niña lo imite.

 

Debe evitarse que los niños se fatiguen mucho o estén sobreexcitados.

Eludir situaciones que provoquen tensión y miedo, como son agresiones o violencias en familia, gritos indiscriminados en los centros, ver películas violentas… castigarlos a quedarse solos en una habitación, situación que asociarían a tenerse que ir a dormir solo y que podría generarles miedo a la oscuridad.

Realizar los procesos de separación del niño de la madre y de las personas adultas, con los que tiene establecidos vínculos de apego, de manera adaptativa, natural y no dramática, puesto que la angustia de separación entre los ocho meses y los tres años es la principal causa de estados de insomnio. Durante el día la angustia de separación se manifiesta por la constante demanda de permanecer en todo momento con la madre/otros adultos que le cuidan.

En caso de que el niño y la niña llore o demande la presencia del adulto constantemente, o se niegue a acostarse sin la presencia de éste, se le podrá acompañar a la cama y permanecer con él pero realizando otro tipo de tareas, de manera que se esté cerca de él pero prestándole otro tipo de atención. Cuando va conciliando el sueño, el adulto se irá alejando y paulatinamente disminuirá el tiempo de permanencia con él, así como su presencia física la irá distanciando hasta salir fuera de la habitación, y hablándole sin tener que estar presente en el dormitorio del niño y la niña.

Diseño de espacios apropiados para el sueño.

El espacio posibilita o dificulta el que el niño o la niña pueda integrar su necesidad de descanso y la asocie a determinados momentos en que debe satisfacerla mediante el sueño.

En la zona en donde se llevan a cabo los periodos destinados a dormir debe aparecer reflejado el horario de la jornada, para poder tener siempre presente dos aspectos principales:

  • El régimen de sueño: periodos, horas de cada periodo y horas totales.
  • El régimen de vigilia: horas que el niño y la niña permanece despierto, intervalos entre esas horas y duración de los mismos.
  1. Condiciones espaciales: deberá ser suficientemente amplio en función de la ratio que se establezca para la ocupación del dormitorio. En ningún caso se permitirá situaciones de hacinamiento a la hora de dormir. Si no hay posibilidad de tener varios dormitorios, se establecerán horarios que permitan turnos para su uso.
  2. Condiciones ambientales: en la Escuela Infantil, cuando hablamos de dormir, nos estamos refiriendo al sueño diurno, ya que es el que se encuentra enmarcado durante la estancia del niño y la niña en la escuela.

Existen una serie de atenciones que deben dispensarse a los niños y las niñas con relación al sueño, y que garantizarán que el momento y lugar destinados a dormir cumplan una serie de requisitos, como los de ser:

  • Saludables
  • Agradables
  • Específicos
  • Adaptados
  • Adaptables a las necesidades

 

Para garantizar la salubridad, en primer lugar:

  • Ha de der respetado el ritmo de sueño de cada niño y niña.
  • Que duerman tantas veces al día como sea preciso.
  • Que se eviten perturbaciones durante el mismo.
  • Que el despertar se produzcan de formar espontánea.

 

Ello supone establecer horarios de vigilia y sueño para poder llevar a cabo previsiones sobre el mismo. La información para establecer esos intervalos puede recogerse de la observación directa del ritmo real de cada uno de los niños y niñas y de la observación familiar sobre sus costumbres en casa.

El espacio donde se va a dormir debe ser resguardado de la actividad de otros niños y niñas y de otras actividades que se realizan en la escuela o en el entorno. No estará, por tanto, próximo a patios de juego, cocinas en las que haya ruido, tráfico de la calle…

La ambientación debe responder a criterios de tranquilidad y relajación. Debe evitar los ruidos externos, pero posibilitar oír los ruidos producidos por el educador/a, bien de modo directo porque esté presente durante las siestas, o bien mediante interfono.

El horario de siesta no debe ser rígido e igual para todos y todas.

La intervención educativa

Los elementos ambientales deben invitar a dormir y no a jugar. El lugar donde se duerme debe ventilarse, y es imprescindible llevarlo a cabo en cualquier época del año, por lo tanto, en los momentos en que no se utiliza, debe aprovecharse para abrirlo y que se renueve el aire. Se evitarán, por tanto, la luz directa y las corrientes de aire.

La oscuridad total no es imprescindible, pero sí la penumbra, que se conseguirá mediante un sistema de cortinas o persianas suficientemente tupidas.

El mobiliario en el que se acuestan los niños y las niñas debe ser individual y no intercambiable, consistente pero no rígido, ni blando en exceso, ya sea este cuna, cama, colchoneta o tumbona, cubierto con una funda o sábana y tanto ésta como el resto de la lencería y mantas deberá ser lavado con frecuencia.

Se evitará que los niños y las niñas se queden dormidos sobre las mesas en el aula apoyados sobre los brazos. En el caso de que se emplee una sala para otros usos para hacer la siesta, si no se dispone de dormitorio y no se duerme en el aula, ésta estará acondicionada de igual manera que si fuese un dormitorio (con tumbonas o colchonetas, sábanas, mantas y ambientada como el espacio de sueño).

En el caso de los lactantes y de los que se inician en caminar, habrá el lado del aula una sala próxima en donde pueda dormir, o se acotará un espacio dentro del aula para que puedan descansar los más pequeños según sus ritmos de sueño.

Se acostarán descalzos y aligerados de ropa, en pijama o desnudos, para garantizar la libertad de movimientos, la transpiración y la inexistencia de partes duras que presionen sobre el niño y la niña.

La orientación de la cama recomendable es la norte (cabeza)-sur (pies)

Para que el sueño resulte además agradable, tendremos en cuenta que todas las etapas del mismo, desde el adormecimiento hasta el sueño con todos sus ciclos, resulten placenteros. Y ello supone que hay que cuidar que los aspectos afectivo-emocionales, que son los que modifican las condiciones naturales de las etapas del sueño, estén cubiertos en la escuela y, además, si las alteraciones provienen de su entorno familiar, establecer los contactos con la familia para asegurar su equilibrio personal.

En la escuela los educadores pondrán los medios para proporcionar que las actividades previas al momento de acostarse sean relajadas, de modo que contribuyan al tránsito de la vigilia al sueño. Pueden realizarse algunas como las de aseo y limpieza personal, escuchar un cuento, cantar una canción suave, mirar un libro, preparar la cama.

También deberá respetarse los rituales personales que suelen practicar desde pequeños, como chupar algo, balancearse, agarrar la sábana… ya que facilitan su relajación y conciliación del sueño.

En cualquier caso, el/la educador/a deberá estar atento a atender a cada uno de los niños/as mientras se preparan para acostarse y decirlo mientras que lo hace. A la hora de despertarse el niño/a debe tener seguridad que los objetos y las personas con las que contaba antes de dormir van a ser reencontradas. Ello, y haber dormido el tiempo necesario y sin perturbaciones, hará que el despertar sea satisfactorio, porque lo habrá hecho de manera espontánea.

Si algún niño o niña tiene pesadillas que le hacen despertarse, no es conveniente frivolizar el miedo provocado por ellas, sino que es conveniente relajarlo ayudándole a distinguir entre la fantasía y la realidad, trabajo que se extenderá más allá del momento de dormir, y que se incorporará a otras actividades, para que los niños y niñas manejen lo real y lo fantástico de manera natural espontánea.

Si algún niño o niña tiene pesadillas que le hacen despertarse, no es conveniente frivolizar el miedo provocado por ellas, sino que es conveniente relajarlo ayudándole a distinguir entre la fantasía y la realidad, trabajo que se extenderá más allá del momento de dormir, y que se incorporará a otras actividades, para que los niños y niñas manejen lo real y lo fantástico de manera natural.

Una vez despiertos se deben ir levantando cuando no deseen permanecer en la cama, y bajo ningún concepto debe utilizarse ésta como amenaza, castigo o elemento de inmovilización.

El lugar de dormir debe ser reconocible: cada niño y niña tendrá su cama o colchoneta de dormir, sábanas y mantas y que sólo se utilizarán cuando se vaya a dormir. También se irá acostumbrando a reconocer cuándo llega el momento de irse a dormir, bien por qué le va entrando sueño, bien porque el adulto lo induce mediante signos evidentes, como son, actividades de relajamiento, higiene, preparación del lugar donde va a dormir bajando las persianas y preparando la cama… facilitándoles sus mascotas o elementos que utiliza para dormir, etc. Así se predispondrán para ir a la cama en el momento del sueño.

La situación ha de ser adoptada y adaptable a sus necesidades, por tanto hay que considerar los momentos o épocas del año en los que tienen más tendencia a dormir y cuáles son sus preferencias para irse a la cama. Hay que atender a estas peculiaridades para que el momento no les sea incómodo.

Hay que procurar que el niño y la niña disfrute de estos momentos y evitar, y vigilar cuando el niño y la niña utiliza el sueño como forma de protegerse frente el abandono afectivo, o frente a situaciones difícilmente superables para él, encontrando en el sueño el refugio frente a la impotencia que siente para superarlas.

 

La intervención educativa se refiere al conjunto de acciones, estrategias y procesos planificados y ejecutados por profesionales de la educación para influir de manera positiva en el aprendizaje, el desarrollo y el bienestar de los estudiantes. Estas intervenciones pueden ocurrir en diversos contextos educativos, desde escuelas hasta entornos de formación continua:

Propósito y Objetivos:

  1. Mejora del Aprendizaje: Busca potenciar el proceso de adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes en los estudiantes.
  2. Desarrollo Integral: Aborda aspectos cognitivos, emocionales, sociales y conductuales para favorecer un crecimiento equilibrado de los estudiantes.
  3. Apoyo Individualizado: Se adapta a las necesidades y características de cada estudiante o grupo.

Componentes de la Intervención:

  1. Diseño de Estrategias: Planificación de actividades, metodologías y recursos específicos para lograr los objetivos educativos.
  2. Implementación: Ejecución de las estrategias y actividades planificadas.
  3. Evaluación: Valoración de los resultados y efectividad de la intervención para realizar ajustes o mejoras.

Enfoques de Intervención:

  1. Prevención: Acciones destinadas a prevenir dificultades de aprendizaje, conductuales o sociales.
  2. Apoyo y Refuerzo: Estrategias para apoyar a estudiantes con necesidades específicas o para reforzar el aprendizaje en áreas particulares.
  3. Intervención Temprana: Actuaciones dirigidas a detectar y abordar posibles dificultades lo antes posible.

Profesionales Involucrados:

  • Docentes: Responsables directos de llevar a cabo la intervención en el aula.
  • Psicopedagogos, Psicólogos o Educadores Especializados: Profesionales que ofrecen apoyo especializado en casos particulares.
  • Equipo Directivo: Define políticas y estrategias generales para la intervención educativa en la institución.

Importancia:

  • Personalización del Aprendizaje: Adaptación de la enseñanza a las necesidades individuales de los estudiantes.
  • Inclusión: Promoción de la igualdad de oportunidades y el respeto a la diversidad.
  • Mejora Continua: Permite ajustar y mejorar las prácticas educativas en función de los resultados y necesidades identificadas.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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