La gran novedad histórica

Riqueza
No hay más riqueza cuando crece la riqueza En las primeras estribaciones de la revolución tecnológica, dejó de ser cierto que todo crecimiento económico es enriquecimiento de las posibilidades de vida en general. No lo es, siquiera, que el mayor poderío económico de los ricos enriquezca la calidad de vida de ellos mismos. Sólo los coloca en posibilidades de ejercer el consumismo desaforado que funciona como calmante de la pérdida de rumbo existencial.
Como es obvio por las resultantes sociales y ecológicas, el desarrollo económico tampoco beneficia ahora a los menos pudientes y, mucho menos, a la conservación y al cuidado del planeta como hábitat de la humanidad. Tendremos que convenir que esta novedad no es simplemente un dato más, sino que implica una situación radicalmente distinta de la vida a la existente en toda la historia conocida. El mundo productivista en el que nacimos (y así, nuestro propio insconciente colectivo) concibe la historia y la evolución de la vida humana como un proceso de crecimiento de las capacidades productivas. Hoy necesitamos notificarnos que esto dejó de ser válido y que lo que le dio sentido a la vida individual y social dejó de ser y de dar sentido. Ahora ya no podemos imaginar un mundo mejor después de algún mayor grado del desarrollo productivo por lograr. Con el potencial productivo logrado por la revolución tecnológica, la humanidad está en condiciones de dejar atrás el estado de necesidad y vivir en una experiencia colectiva enmarcada por la abundancia.
Novedades
Esta es la novedad que caracteriza nuestro tiempo, y comprenderla como un nuevo estado de la realidad que vivimos es de principal importancia para nuestras vidas. Entenderlo nos ayudará a visualizar el rumbo en que nos conviene gestar nuestra experiencia como personas y como sociedad. Sólo así seremos potentes para pensar, sentir y hacer a favor del cuidado de la vida, tanto en términos personales como sociales. La gran dificultad histórica ante esta bisagra de los tiempos es que cada uno de nosotros estamos organizados, como personas, en los viejos paradigmas, formateados para vivir en la continuidad del anterior estado de cosas: en el estado de necesidad e intentando la superación de ese estadio histórico. El cambio de las condiciones objetivas de la producción dejó sin sustento práctico y lógico a las viejas formas de ser y, sin embargo, los occidentales seguimos viviendo desde el sentido y con las formas orientadas por viejos valores. Seguimos viéndonos a nosotros mismos y validando nuestra existencia desde perspectivas que fueron razonables y convenientes en el viejo estado de las cosas.

Así es como valoramos y priorizamos nuestro dominio sobre cosas y personas, competimos por los lugares, postergamos nuestros deseos. Tal como nuestros antepasados que vivieron los tiempos en que imperó el estado de necesidad, nos afirmamos en el dominio del objeto por el sujeto y vemos la vida propia y la de los otros como instrumento del gran objetivo: el progreso económico y el dominio sobre cosas y personas. Así, actuamos como si esto fuera el sentido mismo de nuestra existencia. En este núcleo, toman forma los pilares principales de nuestras maneras de vivir y relacionarnos: queremos el dominio de las situaciones, la razón en las discusiones, el manejo, posesión y control del ser amado… Vivimos desde el miedo a la carencia, siempre sintiendo que algo nos falta, y consumimos con desmesura en la repetición de una necesidad desaforada de poseer que el estado de necesidad instaló en milenios de existencia.
Características
Todas estas formas de ser y vivir son características de una forma de ser persona que se originó en un contexto histórico anterior al nuestro. Los mismos valores, conductas y acciones que antes eran generadoras de mejor vida ahora nos desconectan de las mejores posibilidades de vida que la herencia del crecimiento histórico de la productividad nos ofrece. En este riesgo de repetir, están comprometidos todos los escenarios de nuestra vida: nuestra manera de ser padres, de hacer el amor, de conversar e intimar con los que queremos, de trabajar, de usar el tiempo, de evaluar lo que es importante y lo que no lo es… e infinidad de vivencias empobrecedoras, en las que nos encontramos arrojados en cada momento de nuestra vida.

Vivir en una bisagra de la historia nos hace responsables, ante nosotros mismos, de la re-creación de las maneras de vivir. Necesitamos posicionarnos de manera tal que podamos ser autores-válidos de los cambios subjetivospersonales y de nuestras prácticas vinculares que la situación cambiada y cambiante del mundo requiere. Esto es condición de posibilidad y potencia en el ejercicio de los liderazgos sociales, en los que cada uno intente comprometerse.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.
🌍 La gran novedad histórica: una nueva definición de riqueza
💡 Replantear la riqueza en un contexto histórico
A lo largo de la historia, la riqueza se ha entendido principalmente en términos de oro, tierra, poder, dinero.
Pero la gran novedad histórica que estamos viviendo es la redefinición de lo que es realmente valioso.
La riqueza no es solo acumulación material, sino una acumulación de conocimiento colectivo,
de valores, de conexiones humanas, de sentido compartido.
🌱 Hoy, la verdadera riqueza se mide en la capacidad de transformar lo que nos rodea, de conectarnos con otros y de construir un futuro sostenible.
🔄 La riqueza de la información y el conocimiento
En el contexto actual, la información y el conocimiento se han convertido en los recursos más codiciados.
El acceso y la gestión de la información tienen un poder enorme, no solo económico, sino también social y cultural.
El conocimiento no se limita a las universidades o los expertos,
sino que está disponible para todos, en todas partes, a través de las tecnologías.
🌍 La riqueza ya no es propiedad exclusiva de unos pocos.
Es un recurso compartido, abierto, democrático.
🏛️ Riqueza social: la importancia de las relaciones humanas
La gran novedad histórica de nuestra era no solo está en lo digital,
sino en la riqueza de las relaciones humanas.
La conexión profunda entre seres humanos,
la solidaridad, el compromiso colectivo y la comunidad
son hoy más valiosos que nunca.
En tiempos de desconexión, la comunicación genuina y el cuidado mutuo se han convertido en las formas de riqueza más poderosas.
💬 La riqueza está en saber que el otro también es parte de mi vida, de mi proyecto, de mi futuro.
🔄 Riqueza ambiental: la sostenibilidad como nuevo valor
Otra gran novedad histórica es que, en lugar de buscar explotar la naturaleza,
ahora estamos llamados a preservarla y regenerarla.
El concepto de riqueza ya no es solo la explotación de recursos naturales para el beneficio inmediato,
sino la capacidad de cuidar el planeta y vivir en armonía con él.
🌱 La riqueza de la tierra está en su renovación y su equilibrio,
no en la sobreexplotación de sus recursos.