Humildad y bien mayor

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Entre los verdaderos tesoros que los seres humanos tenemos para compartir, están los pensamientos, las palabras, las acciones, el tiempo, la energía y las habilidades. Fácilmente podemos destacar la diferencia entre un líder egocéntrico y un líder humilde, si vemos el modo en que usan estos recursos personales. Observen la tabla siguiente, en la que se compara el egocentrismo y la conciencia del bien mayor: Tan sólo con observar esta tabla, notamos el beneficio de tener una actitud humilde ante los demás, al emplear nuestros recursos personales. Desafortunadamente para muchos la humildad es agradable pero no absolutamente necesaria.

E, incluso, puede ser considerada un signo de debilidad porque no es deslumbrante como otros atributos del buen líder, tales como el sentido de propósito, el enfoque, la responsabilidad y el coraje. Las personas verdaderamente humildes tienen un carácter elevado y, al mismo tiempo, rechazan la mezquindad, la falta de generosidad y el empleo de la fuerza como medios para lograr que las cosas se hagan. Conocen la gran diferencia entre la jactancia y el egocentrismo, y son conscientes del verdadero sentido de autoestima que reside en ellos; ésta es la auténtica llave hacia la humildad. La autoestima es el reconocimiento apacible de las cualidades y atributos interiores que poseen y que emplean en las situaciones que viven, sin que éstas los afecten. En un nivel más profundo, hay un reconocimiento natural de que el mundo y las demás personas no giran en torno a ellos, sino que ellos, a través de la aplicación consciente de sus virtudes, pueden contribuir a un bien mayor.
Frecuencia
Debido a la amabilidad que demuestra la persona humilde, la humildad es frecuentemente confundida con la sumisión del que ofrecer la otra mejilla. En realidad, la sumisión es lo opuesto a la humildad. La persona sumisa deja de reconocer su capacidad de contribuir con el mundo que la rodea, se siente impotente y cuestionada, y llega a olvidar las fortalezas y cualidades personales, que son tan importantes para la autoestima. Muchas veces oscilamos entre el sentido de superioridad y el de inferioridad, cuyos extremos respectivos son la arrogancia (yo soy el mejor de todos) y la autocompasión (nadie me ama, nadie me quiere). La autocompasión y la arrogancia son los dos lados de la misma moneda.

Son dos percepciones que llevan al autoengaño, caracterizadas por la comparación con los demás, a los que se sobrevalora o subestima. El otro eje en el que oscilamos entre el autorrespeto y el respeto por los otros se basa en la percepción de que somos simplemente diferentes unos de otros, no mejores o peores. Sencillamente tenemos que aprender a respetar estas diferencias, porque así se genera estabilidad interna y capacidad de adaptación. Para centrarnos en este eje es obligatorio pasar por la humildad, algo así como el “punto cero” de este proceso. No somos ni más ni menos que nadie, somos diferentes, cada uno con sus especialidades y problemas.
Reconocer y aceptar
De esta forma, los relacionamientos tienden a darse en armonía. Como fue dicho, la humildad no es una actitud sumisa, es reconocer y aceptar nuestra participación en alguna situación problemática sin acusar o culpar a otros. Nos permite ver nuestro propio valor y el de los otros, al mismo tiempo. Podemos medir nuestro grado de humildad y, en consecuencia, nuestra cuota de autorrespeto y respeto por los otros justamente observando cómo actuamos para resolver problemas que involucran a los otros. Ésta es la esencia de un buen líder.
La relación entre la humildad y el bien mayor se basa en la idea de que la humildad es una cualidad personal que puede contribuir positivamente al bienestar general y al beneficio de la sociedad en su conjunto. La humildad se asocia a menudo con la disposición a poner las necesidades y los intereses de los demás por delante de los propios, lo que puede tener un impacto positivo en la promoción del bienestar colectivo. A continuación, se exploran algunos aspectos de esta relación:
- Empatía y comprensión: La humildad a menudo implica una mayor empatía y comprensión hacia los demás. Los individuos humildes tienden a ser más receptivos a las necesidades y las perspectivas de los demás, lo que puede promover un mayor entendimiento y apoyo mutuo en la sociedad.
- Colaboración y cooperación: La humildad fomenta la colaboración y la cooperación. Las personas humildes suelen estar dispuestas a trabajar juntas para abordar problemas comunes y alcanzar objetivos compartidos.
- Respeto y cortesía: La humildad a menudo se manifiesta a través del respeto y la cortesía hacia los demás. El respeto mutuo es esencial para mantener relaciones armoniosas y promover el bienestar en la sociedad.
- Altruismo y servicio: Los individuos humildes a menudo están dispuestos a dedicar tiempo y esfuerzo a servir a los demás y a contribuir al bienestar de la comunidad. Esto puede manifestarse a través del voluntariado, el apoyo a organizaciones benéficas y el trabajo para abordar problemas sociales.
- Resolución de conflictos: La humildad puede desempeñar un papel importante en la resolución de conflictos. Los individuos humildes suelen estar dispuestos a ceder y buscar soluciones que beneficien a todas las partes involucradas, en lugar de aferrarse a posiciones inflexibles.
- Liderazgo efectivo: Los líderes humildes tienden a ser más efectivos en la promoción del bienestar colectivo, ya que están dispuestos a escuchar a su equipo, tomar decisiones informadas y considerar el impacto de sus acciones en los demás.
- Toma de decisiones éticas: La humildad puede estar relacionada con la toma de decisiones éticas. Las personas humildes suelen considerar el bienestar general y los principios éticos en sus decisiones, en lugar de centrarse únicamente en el beneficio personal.
- Sentido de comunidad: La humildad puede contribuir a un mayor sentido de comunidad y pertenencia. Cuando las personas se relacionan con humildad, se siente un mayor sentido de solidaridad y apoyo mutuo en la sociedad.
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🌱 Humildad: el suelo fértil del crecimiento
La humildad no es debilidad ni sumisión, sino una fuerza interior serena que reconoce límites sin negar el valor propio. Es la capacidad de:
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Escuchar sin interrumpir.
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Aprender sin necesidad de tener siempre la razón.
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Reconocer la contribución de los demás.
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Servir sin buscar reconocimiento.
Un corazón humilde no se pone por debajo, se pone junto a. Es desde esa postura que florecen los vínculos verdaderos y el trabajo en común.
🌍 El Bien Mayor: horizonte compartido
Buscar el bien mayor es trascender el ego y mirar hacia lo colectivo. Es elegir, aún con esfuerzo, lo que beneficia a muchos por encima de lo que solo favorece a uno mismo. Implica:
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Cooperar por encima de competir.
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Decidir con ética y empatía.
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Reconocer que lo que afecta a uno, afecta a todos.
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Pensar en sostenibilidad, justicia y equidad.