Humanidad entre hipotenusas

Humanidad entre hipotenusas

Realidad 

 

Hacía mucho tiempo de aquello, pero los recuerdos se agolpaban para salir. La tarde estaba siendo tranquila, así que podía permitirme una escapada a la trastienda para sumergirme en el placer de revivir aquellos momentos tan intensos que, en buena parte, eran responsables de la que era ahora mismo. Y ahí estaba él. Tan humilde, tan sencillo, tan confiable, tan humano. En realidad, nunca le dije lo que había significado en mi vida, y probablemente ni me recuerde. Pero lo encontré en mi camino en aquel momento tan complicado. Siempre disponible y cercano, haciéndome sentir valiosa y única, mostrándome la grandeza de los pequeños gestos. Aún no alcanzo a comprender cómo este hombre podía hacer que las clases de matemáticas fueran lecciones de vida. Y eso era lo extraordinario.

Humanidad entre hipotenusas

Que era él mismo, en clase, en la tutoría, en los pasillos, en el recreo… y que tenía una creencia tan absoluta en que cada uno de nosotros éramos valiosos, que finalmente nos convencíamos de que lo éramos. Supongo que hay una parte en todo esto muy vocacional, y hay profesiones que, de entrada, te permiten estar en contacto y mantener bastante cercanía con la gente. Si además te preocupas en conocer a cada una de las personas con las que trabajas, y te muestran disponible, es posible que juegues en algún caso el papel que tuvo Pedro, mi profesor de matemáticas. Aún así, estaba claro que había un añadido a la profesionalidad, y que explicitar esta disponibilidad y este mood frente a personas que lo están pasando mal les hacía constituirse en tutores.

 

Situaciones 

Seguía convencida de que, cuando atravesamos una situación que nos desestabiliza, necesitamos aferrarnos a situaciones y personas estables, que nos generen confianza. Y era precisamente ayudar a que el mundo recobre su sentido, a que la persona que ha sido traumatizada o dañada reordene su mundo y haga frente a lo que está viviendo, la tarea de dicho tutor, que, muchas veces sin ser consciente de ello, provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma, asumiendo para la persona el significado de un modelo de identidad, y avivando el viraje de su existencia.

Humanidad entre hipotenusas

Pensando en mi profe, se me ocurrió este cuentecillo que algún día espero compartir con mis hijos: «El árbol no sabe que es árbol, pero hace las cosas propias de un árbol. Hunde sus raíces en la tierra buscando el agua, crece buscando la luz del sol y muda sus hojas en otoño. El día que le dije que era un árbol y le expliqué las cosas tan importantes que hacía, primero se sorprendió, después se puso contento y siguió desprendiéndose de las hojas, pues era otoño. Un día, un pequeño arbusto que crecía cerca, le preguntó qué tenía que hacer para convertirse en un árbol tan hermoso como él. El árbol tardó en responder, ya se había olvidado de su nombre de árbol, lo miró con ternura y siguió dejando caer sus hojas de otoño.»

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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