Fijar metas

Valores
Los valores no son metas pero es conveniente que nuestras metas estén sustentadas en nuestros valores personales. Las metas son los mojones que señalan los puntos concretos por los que ha de transcurrir nuestro compromiso. La función básica de la tutora, del orientador no consiste en solucionar problemas ni en decir a chicas y chicos lo que “tienen que” hacer sino en guiarlos en la formulación de su propio compromiso con la vida en la etapa evolutiva en la que se encuentran y, por lo tanto, en ayudarlos a fijar sus propias metas en todos los órdenes vitales. Pero, por el ineludible principio de la coherencia, el tutor o tutora tiene que ser el primero en clarificar sus propios valores, establecer sus compromisos personales y profesionales y fijar las metas que guíen las acciones en las que tales valores y compromisos se concretan.

Vamos descendiendo, por lo tanto, desde el nivel etéreo de las cuestiones filosófico-morales de los valores al terreno concreto de las conductas específicas que materializan y atestiguan nuestro compromiso con nuestros valores personales al plasmarlos en acciones prácticas. Y, aunque es de sentido común, no estará de más recordar las características que debe reunir una meta para que se pueda considerar bien formulada:
• La meta debe estar bajo el propio control.
Acciones
Es decir, el hecho de alcanzarla tiene que depender directamente de las propias acciones, no del azar ni de lo que los demás hagan o dejen de hacer. Uno puede fijarse como meta sacar adelante unos estudios o hacer alguna cosa por alguien en concreto pero no tiene sentido plantearse que a uno “le aprueben el curso” o que alguien termine haciendo algo por uno. Una vez más, el tema del protagonista de la acción es crucial a la hora de plantearse las cosas de manera realista.
• Carácter práctico. Las metas señalan un punto intermedio entre las acciones concretas y los valores que las sustentan; deben, por lo tanto, conservar el “espíritu” general de los valores de base pero, al mismo tiempo, ser lo bastante concretas como para servir de referente para el camino específico por el que han de transcurrir las acciones particulares.
• Exigentes pero asequibles. Las metas que nos proponemos tienen que suponer un reto, un estímulo, un acicate; deben implicar un reto personal pero, al mismo tiempo, han de ser alcanzables. Por ello, es necesario que las metas estén alineadas con nuestras capacidades y posibilidades reales. A veces, puede ser necesario desmenuzar una meta más ambiciosa en pasos o submetas que la hagan más asequible.
• Coherente con los propios valores. Naturalmente, las metas deben suponer la materialización concreta de los valores personales y, por lo tanto, servir de punto de referencia moral a las propias acciones.

Propias metas
Puede parecernos un asunto trivial pero, a la hora de entrevistarnos con nuestros alumnos para ayudarlos a establecer sus propias metas, vamos a tener que recurrir a todas nuestras dotes didácticas para aclararles algunos puntos elementales ya que, en el caso de los adolescentes, los excesos de idealismo –restos de la fase de “pensamiento mágico” que acaban de superar– suelen distorsionar su sentido de la realidad. Resumiendo
• Compromiso es la “firma vital”, el testimonio que damos de nosotros mismos en cada una de nuestras obras.
• Se fundamenta en el propio protagonismo vital frente a factores circunstanciales que, a veces, se tiende a considerar como causales.
• El compromiso es la contrapartida de la libertad.
• El compromiso incluye a valores, objetivos y acciones.
• Es personal, implica la propia actividad, se refiere a la acción más que a los sentimientos, se mantiene a pesar de los tropiezos y apunta a la perseverancia y a la creación de hábitos positivos.
• Se concreta en el establecimiento de metas: personales, prácticas, asequibles y coherentes con los propios valores.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.
1. Conociendo tus valores
Antes de fijar metas, es fundamental tener claro qué es lo que realmente valoras. Los valores son los principios fundamentales que guían nuestras decisiones, comportamientos y prioridades en la vida. Pueden estar relacionados con la familia, la honestidad, el respeto, el éxito profesional, la salud, la justicia, la creatividad, entre otros.
¿Cómo identificar tus valores?
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Reflexiona sobre lo que te motiva: Piensa en las situaciones o logros que te han dado una profunda sensación de satisfacción o felicidad. ¿Qué aspectos de esos momentos resuenan con tus valores?
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Examina tus decisiones pasadas: Las decisiones que tomaste, especialmente las difíciles, revelan mucho sobre tus valores. ¿Qué prioridades consideraste más importantes al tomar esas decisiones?
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Escucha tu intuición: A veces, tus valores se reflejan en lo que sientes y lo que te hace sentir bien o mal. Presta atención a esos sentimientos.
2. Alinear metas con valores
Una vez que identificas tus valores, el siguiente paso es fijar metas que estén alineadas con ellos. Las metas basadas en valores te proporcionan un marco coherente que te motiva a lo largo del proceso y te permite evaluar si realmente estás en el camino adecuado.
Ejemplo de metas alineadas con valores:
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Si valoras la salud, una meta podría ser hacer ejercicio tres veces por semana.
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Si valoras el aprendizaje continuo, una meta podría ser leer un libro de desarrollo personal o profesional cada mes.
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Si valoras la familia, podrías fijarte la meta de dedicar un día a la semana para pasar tiempo de calidad con tus seres queridos.
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Si valoras la honestidad, una meta podría ser ser más transparente en tus comunicaciones con los demás, tanto en el trabajo como en tu vida personal.
3. Establecimiento de metas SMART
Cuando fijas metas, es importante hacerlo de manera específica y estructurada para facilitar su logro. El método SMARTes un excelente marco para esto, ya que se asegura de que las metas sean:
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S (Específicas): Las metas deben ser claras y precisas, sin vaguedades.
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M (Medibles): Debes poder medir el progreso para saber si estás en el camino correcto.
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A (Alcanzables): Deben ser realistas y alcanzables dentro de tus capacidades y recursos.
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R (Relevantes): La meta debe ser significativa y estar alineada con tus valores y prioridades.
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T (Tiempo determinado): Establece plazos claros para alcanzar la meta.
4. La motivación intrínseca
Cuando las metas están basadas en valores, la motivación es intrínseca, es decir, proviene de dentro de ti mismo, en lugar de depender de recompensas externas. Esto hace que las metas sean más sostenibles a largo plazo, ya que no dependes de factores externos como el reconocimiento o la recompensa material.
Beneficios de la motivación intrínseca:
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Resiliencia: Las metas basadas en valores te permiten mantenerte motivado incluso cuando enfrentas dificultades.
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Satisfacción: Alcanzar metas que están alineadas con lo que valoras te brinda un sentimiento de realización genuina.
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Propósito: Te ayuda a entender el «por qué» detrás de tus esfuerzos y a darle sentido a tu vida.
5. Flexibilidad y ajuste
Es importante recordar que las metas no son estáticas. A medida que creces y evolucionas, tus valores también pueden cambiar. Por lo tanto, es crucial ser flexible y ajustar tus metas según sea necesario, para que siempre estén alineadas con tu visión y valores actuales.
¿Cómo ajustar las metas según tus valores?
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Revisa periódicamente tus metas: Haz un ejercicio de reflexión cada cierto tiempo para evaluar si tus metas siguen alineadas con lo que valoras o si hay nuevos aspectos que considerar.
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Sé honesto contigo mismo: Si sientes que una meta ya no te motiva o que ha perdido relevancia, es una señal de que puede ser momento de reajustarla o incluso descartarla.