Enseñar y aprender

Enseñar y aprender

Movimiento

 

Cuando en el Movimiento de Trabajadores DesocupadosMTD La Matanzase planteó la educación como una nueva problemática a abordar, se hizo desde al menos dos motivaciones bien definidas que confluían en la estrategia que nos sustenta: cambiar el mundo de la expulsión y el individualismo, por uno en el que, a través de la recomposición de los lazos solidarios, se procurara la integración y en el que la abundancia alcanzara para todos. Las motivaciones que deseo señalar, puesto que más tarde se convierten en objetivos del proyecto educativo iniciado, son y han sido: educar y reeducarse con intencionalidad liberadora, como sujetos conscientes, capaces de asumir un rol protagónico en la construcción de su historia y de su tiempo. compartir los valores que los han integrado como colectivo: la solidaridad, la dignidad, la confianza, el trabajo, el respeto por el otro y fundamentalmente por la vida.

 

Entonces, se trataba de enseñar y aprender distintos saberes, asumiendo cada uno el riesgo de educar. No era una propuesta accesible, cuando, a fines de los años noventa, estábamos en el apogeo de la cultura del éxito. Eran tiempos en los que se intentaba rehuir a los riesgos, porque perder suponía la condena social; estábamos en el paradigma de ganar a cualquier precio, aunque el costo significara, por ejemplo, condenar a la desaparición a millones de trabajadores, sacándolos del mercado de trabajo formal, su única herramienta para la reproducción de la vida. Era preciso ser un ganador, aun desconociendo al otro, al prójimo. Y era relativamente sencillo asumir esta actitud, si se consideraba al otro como posible competidor, a la vez que se negaba su condición de semejante, metamorfosis muy habilitada por la profusa retórica de la época. En el individualismo reinante, proponerse, como lo hizo el MTD, asumir el riesgo educativo fue uno más de los que decidimos afrontar.

 

Trabajo 

Hoy, a la distancia, intentando descubrir las razones que hicieron posible aquella apuesta de sumar trabajo y educación, podemos inferir que, para nosotros, perder no representaba una amenaza paralizadora. Sentíamos que, junto con el empleo, lo habíamos perdido todo, y, al mismo tiempo, nos motorizaba la necesidad de afirmar, junto con otros, nuestra conciencia de sujetos. Sujetos de derecho y no objetos de asistencia como se pretendía. Era la voluntad de ejercer plenamente nuestra ciudadanía. El derecho de enseñar y aprender era una de nuestras prerrogativas. Más que probablemente, en aquel entonces, no éramos capaces de conceptualizar, como hoy, estas razones. Pero ahí estaban cuando decidimos transitar los miedos que se presentan ante cada nueva tarea.

 

Muchos debates abiertos con la participación de técnicos de la educación, de académicos de la pedagogía, de psicólogos, de sociólogos, de amigos, y muchas discusiones cerradas entre los compañeros del MTD nos permitieron, a lo largo del año 2003, ir definiendo qué era para nosotros la educación. Esta elaboración profunda llegó recién en ese año, porque consideramos que la evolución de nuestros emprendimientos productivos autogestionados había alcanzado una meseta (si bien no aún, un desarrollo económico sustentable), que nos ponía en condiciones de abordar, a partir del año siguiente, un pequeño proyecto educativo. Acordamos finalmente que para nosotros la educación era un proceso permanente que se daba a lo largo de toda la vida. Comenzamos, entonces, a proponernos una intencionalidad educativa consciente, en todas las acciones del movimiento.

 

Responsables 

Así, debíamos hacernos responsables de los efectos que tenía en los demás cada intervención en las reuniones, en las propuestas y en las acciones que como ente colectivo realizábamos. Escuchar y ser escuchado resultó una fuente inagotable de contenidos a revisar, de conceptos a deconstruir para reconstruirlos, a partir de considerar los efectos de su aplicación en el cotidiano. La mirada crítica sobre la acción, pasada o presente, era posibilidad constante de aprender y reaprender la realidad con perspectiva transformadora. El ejemplo de uno servía a los otros para comenzar la sistematización del conocimiento que se iba produciendo. Tomábamos notas durante las discusiones, redefiníamos los conceptos y luego de aplicados, los validábamos o los reformulábamos en una praxis permanente. Incluimos un taller de filosofía, para analizar a la luz de qué concepción de sujeto y de mundo estábamos llevando a cabo nuestra tarea productiva, la material y la simbólica.

Enseñar y aprender

Supimos que la reproducción oral de nuestra historia, en boca de cada uno de nosotros, la mantiene viva, se va enriqueciendo con las percepciones de quien la cuenta, se reconfigura según su mirada. Es la historia de todos, no sólo porque la hicimos juntos, sino porque al referirla nos vamos haciendo cargo de cada error y cada acierto. Luego la escribiríamos en un intento de compartirla con otros y de que siguiera, entonces, creciendo con las apropiaciones subjetivas de cada lector. Es la forma en que aprendemos y enseñamos; la historia, los valores, los conocimientos están abiertos y es preciso probarlos a diario, sometiéndolos a una revisión constante. Y esto debe ser realizado por cada uno de los involucrados. Nos vamos mirando en el hacer, niños, jóvenes y adultos, yendo y viniendo de la práctica a la teoría una y otra vez. Somos custodios de lo que estamos construyendo y abrazamos lo construido como parte de la experiencia. Aciertos y errores son aceptados como valiosos para seguir aprendiendo. Cuando comenzamos en este camino de educarnos para trabajar y trabajar para educarnos, de una forma creativa, nueva, incierta, éramos muy pocos. Sólo creíamos en nosotros mismos.

 

Liderazgo

No nos alcanzaba la confianza para reconocer otro liderazgo que el colectivo, en el que las responsabilidades se asumían por tarea y los roles se intercambiaban sobre la base de necesidades coyunturales. Sin embargo, los roles y los liderazgos se fueron consolidando y ejerciendo en la práctica. Tiempo después conoceríamos las características de los nuevos líderes sociales y pudimos reconocer en ellas muchos de los rasgos presentes en nuestros compañeros. Porque si el líder es “quien se pone la tarea al hombro”, nuestro movimiento tenía una gran riqueza en liderazgos. Desde su inicio hasta aquí, el propósito de generar trabajo, conscientes de su cualidad irreemplazable como herramienta de transformación social y, a la vez, educar y reeducarnos para el trabajo, ha crecido, evolucionado y se ha ido cargando de nuevos contenidos. Sabemos hoy que el emprendimiento autogestionado va intrínsecamente ligado a la necesidad de sucesivos períodos de heterogestión.

 

Que nuestra experiencia constituye más un símbolo de la potencialidad creadora de los trabajadores que una respuesta concluyente a la falta de trabajo formal, que hoy representa un amenazante flagelo para la humanidad. Sabemos que la voluntad de integración de un pequeño grupo de personas puede lograr adhesiones incondicionales, y que este sistema, en su perversión, no ha podido coronar su designio deshumanizador, porque a poco de extender nuestras manos buscando el apretón fraterno, a ellas acuden, sólidos, inalterables, aquellos lazos solidarios que se intentara destruir. Sabemos que no sólo no está todo perdido, sino que aún se puede ganar, cuando se gana con el otro y no contra él. Mucho hemos reaprendido, mucho hemos descubierto, y todo lo ofrecemos, lo compartimos, porque esa es la forma en que decidimos asumir el rol educativo.

 

Formación 

El Centro para la Educación y Formación de Cultura Comunitaria CEFoCC–, que generó por su pomposo nombre un sin fin de preguntas en La Juanita, nuestro sencillo barrio, en Laferrere, partido de La Matanza, fue plasmado en seis carillas, allá por el año 2000, y se ha ido llenando de una práctica que lo valida. Siempre recordamos que no bien colocamos un cartel con dicho nombre, los vecinos que se acercaban preguntaban con mal disimulada curiosidad, qué cosa era la “cultura comunitaria”. Con cierto orgullo, pero también con algún pudor, teníamos que confesarles que no lo sabíamos. Que se trataba de una propuesta. Que ya que la cultura en la que vivíamos era una cultura cada vez más individualista y nos había dejado por fuera, entonces, habíamos elegido la palabra “comunitaria”, la que más antinómica nos parecía, para ir construyendo algo entre todos. Lo comunitario se nos aparecía como el mejor antídoto al individualismo creciente.

Enseñar y aprender

Y nos acompañaron, a pesar de ir descubriendo con el tiempo que este movimiento no gestionaba planes asistenciales, no repartía bolsas de comida ni sus emprendimientos se enriquecían de la noche a la mañana, sino que necesitaba de grandes esfuerzos. Se fueron acercando y muchos se quedaron. Para participar de la Feria, para probar en la panadería, en el taller de costura, para hacer la experiencia de serigrafiar una remera con más creatividad que pericia. Para asistir a las reuniones siempre abiertas. Vinieron al curso de fotografía, a las clases de costura, a las de panadería. No siempre había expertos, sí había compañeros con saberes que se querían compartir y valores que se trasmitían, y se probaban en el hacer. El taller de Filosofía, las capacitaciones en gestióna cargo de profesionales que no cobraban más que en atención, respeto y disposición para el aprendizaje–, la discusión y la confrontación amistosa, tuvieron sus adeptos y sus detractores. No era fácil aceptar que sentarse a pensar era hacer, tampoco lo era reconocer que el que hace, piensa.

 

Reproducción de sistemas 

Eran muchos años de haber aprendido falsas dicotomías, que tanto aportan a la reproducción de los sistemas de dominación. Pero persistíamos, convencidos de que no es lo mismo descreer que desconocer. Uno descree de lo que conoce. Uno puede descreer del conocimiento que no se puede probar en la realidad, pero es preciso acceder previamente a ese conocimiento. En la ignorancia no se descree, simplemente se renuncia a saber. En este desafío de apropiación del saber, el horizonte se dilata. Aparece entonces una sed nueva, que es imposible satisfacer. Siempre hay algo nuevo que aprender y que enseñar. La educación permanente viene a ser la “zanahoria de los sabios”, dijo alguno de nosotros en cierta ocasión. Para ser ciudadanos plenos, había que construir ciudadanía; para arrimarnos a la era de la tecnología, había que estudiar computación; y para acceder a la computadora, había que montar un taller de reciclado. Así fueron multiplicándose los programas educativos en el CEFoCC. Los que trajeron a sus hijos a participar de la experiencia del Jardín de Infantes, cuando lo abrimos en el 2004, se encontraron con la propuesta de comprometerse activamente en el proceso de enseñanzaaprendizaje.

 

Para participar hay que conocer y así surgieron los talleres de género, de sexualidad infantil, de valores y principios. Para ser protagonistas del proceso educativo, había que adquirir ciertos conocimientos inherentes a la didáctica y la pedagogía. Había que hacerse cargo de la capacidad educativa de cada padre, de cada familia, había que lidiar con el riesgo de educar, conscientes de lo que se trasmite y no en la inconsciencia de la repetición. Y lo fuimos haciendo. Con esfuerzo, con errores, pero también con la satisfacción de cada logro obtenido y compartido. Cada tarea implica un liderazgo, y en el MTD, la frase “no se puede hacer” no tiene gran aceptación. Así fueron surgiendo los nuevos liderazgos. El que proponía la tarea, se la ponía al hombro, los demás orientábamos, aportábamos, opinábamos (con el mayor entusiasmo, porque como todos sabemos, opinar es lo más fácil), pero el responsable se constituía como líder, muchas veces, a puro corazón. Los emprendimientos se fueron consolidando. Hoy el taller de costura ha dado a luz una nueva cooperativa, Cooperativa de Trabajo Textil La Juanita, cuyo Consejo de Administración está en manos de jóvenes, casi criadas en el CEFoCC. Pronto surgirá, no lo dudo, una nueva cooperativa de trabajo, del emprendimiento de productos panificados. El proyecto de Democratización de la Informática ya ha formado el primer grupo de Recicladores de Computadoras, egresados en el primer semestre de este año. Del Centro de Construcción de Ciudadanía, han egresado el año pasado doce Extensionistas Jurídicos, formados por la Universidad de Lomas de Zamora, que están trabajando para la Comunidad en tres barrios de La Matanza y está comenzando un nuevo curso de formación que ya cuenta con más de treinta vecinos inscriptos.

 

Cooperativa 

La Cooperativa “Barrio La Juanita”, que nació en el CEFoCC a principios del 2002, tiene hoy una nueva Coordinación Ejecutiva, formada por jóvenes; su desarrollo es excelente, y su liderazgo, indiscutido. Y acá debo confesar que a los viejos líderes se nos aparece, fuertemente imbricados, el orgullo de ver a nuestros chicos comprometidos con la tarea propuesta, construyendo el futuro con la pasión que permite la entrega a una tarea con los demás, y, por qué no decirlo, con la nostalgia de aceptar, de una vez y para siempre, que hemos cumplido un ciclo y que el legado está ya hoy en nuevas manos. Seguramente los jóvenes de hoy pronto estarán compartiendo sus conocimientos con los nuevos integrantes de este proyecto comunitario. Muchos de los niños que hoy se forman en nuestro Jardín de Infantes “Crecer Imaginando en Libertad” serán los líderes de mañana.

 

Los viejos, como nos gusta llamarnos, estamos hoy desarrollando nuevas tareas. Estamos aprendiendo nuevos roles. Más temprano que tarde deberemos aceptar nuevamente el riesgo educativo y formaremos a otros en estas nuevas prácticas, para que la rueda siga girando en el sentido de nuestros valores y principios. Cada proyecto que nazca tendrá su líder, nuevos líderes para la misma misión que nos propusimos: desarrollar en las personas una cultura comunitaria, recomponiendo los lazos solidarios a través de la educación, el trabajo y la construcción de ciudadanía. Mientras siga viva la historia, mientras sostengamos los valores que nos impulsaron en esta aventura venturosa, seguiremos tomando el riesgo de ser solidarios, trabajar dignamente, ser sujetos de derecho, protagonistas de nuestro tiempo y ciudadanos plenos. Y en ese desafío de legar esta experiencia que hemos construido, estaremos dispuestos a reconocer el error, cuando alguno de quienes la reciban pueda demostrarnos que existe una mejor manera de honrar la vida.

 

La enseñanza y el aprendizaje son dos procesos fundamentales en la adquisición de conocimientos, habilidades y comprensión. Ambos están estrechamente relacionados y son esenciales en la educación:

Enseñar:

  1. Transmitir conocimientos: La enseñanza implica la transmisión de información, conceptos, habilidades y valores de un individuo (el maestro o facilitador) a otro (el estudiante).
  2. Planificación y diseño de la enseñanza: Los educadores planifican y diseñan lecciones y actividades educativas para lograr objetivos específicos de aprendizaje. Esto implica seleccionar contenido, establecer metas y determinar estrategias de enseñanza.
  3. Facilitar el aprendizaje: La enseñanza no se trata solo de hablar o presentar información, sino de crear un ambiente propicio para el aprendizaje. Los educadores utilizan métodos, recursos y estrategias para involucrar a los estudiantes y ayudarles a comprender y aplicar lo que se les enseña.
  4. Evaluación y retroalimentación: Los educadores evalúan el progreso de los estudiantes y proporcionan retroalimentación para medir el aprendizaje y ajustar la enseñanza según sea necesario.
  5. Relación con los estudiantes: Una relación positiva y de apoyo entre el educador y los estudiantes es fundamental para el proceso de enseñanza. Esto puede influir en la motivación y el compromiso de los estudiantes.

Aprender:

  1. Adquisición de conocimientos: El aprendizaje implica la adquisición de nuevos conocimientos, habilidades, actitudes o comprensión. Puede ser un proceso individual o colectivo.
  2. Motivación y compromiso: El grado de motivación y compromiso de un estudiante puede influir en su capacidad para aprender. La motivación intrínseca (el deseo de aprender por sí mismo) es valiosa.
  3. Aplicación de lo aprendido: El aprendizaje no se limita a la memorización de hechos; también implica la capacidad de aplicar lo que se ha aprendido en situaciones reales.
  4. Reflexión y comprensión: El aprendizaje implica la reflexión y la comprensión profunda de los conceptos. No se trata solo de recordar información, sino de comprender su significado y contexto.
  5. Aprendizaje continuo: El aprendizaje es un proceso continuo a lo largo de la vida. Los individuos adquieren nuevas habilidades y conocimientos a medida que enfrentan desafíos y oportunidades.
  6. Aprendizaje autodirigido: Los estudiantes pueden asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje a medida que adquieren habilidades para buscar información, investigar y aprender de forma independiente.
  7. Aprendizaje colaborativo: El aprendizaje no siempre es un proceso individual. Los estudiantes pueden aprender de manera colaborativa, trabajando en equipo y compartiendo conocimientos con otros.
  8. Evaluación del aprendizaje: La evaluación es un componente importante del aprendizaje, ya que permite a los estudiantes y educadores medir el progreso y la comprensión. La retroalimentación constructiva es valiosa para mejorar el aprendizaje.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

 

 

🔄 Un movimiento constante

Hablar de movimiento es reconocer que:

  • Enseñar implica moverse: salir del lugar cómodo del saber absoluto, arriesgarse, adaptarse, escuchar.

  • Aprender es transformación: moverse desde lo que se sabe hacia lo que se ignora, desde la certeza hacia la exploración.

  • El conocimiento se construye en movimiento, en diálogo con la experiencia, con los otros, con el contexto.

Como dijo Paulo Freire:

«Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí, mediados por el mundo.»


🌀 Movimiento interno y externo

Enseñar y aprender también son movimientos interiores:

  • De curiosidad y asombro.

  • De duda y cuestionamiento.

  • De descubrimiento y construcción de sentido.

Y son movimientos externos:

  • De desplazamiento entre ideas, culturas y realidades.

  • De encuentro entre generaciones, disciplinas y formas de ver el mundo.

  • De intercambio entre personas que, al compartir, se enriquecen mutuamente.


👥 Enseñar y aprender con otros

La educación es siempre un acto colectivo. Aprendemos más y mejor cuando lo hacemos en relación con otros. Es en el diálogo, el debate, la colaboración y la diferencia donde el aprendizaje cobra sentido.

Por eso, la enseñanza de hoy debe ser:

  • Horizontal: reconocer al otro como sujeto activo.

  • Contextualizada: partir de la realidad, no solo de los contenidos.

  • Participativa: todos tienen algo que decir, algo que aportar.

  • Flexiva: enseñar a pensar, no solo a repetir.


🛤 El movimiento como camino, no como meta

Enseñar y aprender no son actos que se “terminan” o “se logran”, son caminos que se recorren.

  • Aprendemos toda la vida.

  • Enseñamos incluso sin darnos cuenta.

  • Nos transformamos a medida que enseñamos y aprendemos.

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