En la trastienda

En la trastienda

Tiempo

 

Realmente, había perdido la noción del tiempo. Parecía increíble que Principia hubiera dado tanto de sí. No recordaba haber invertido tantos momentos en reflexionar en soledad en todo lo que llevaba de vida. Y no es porque me estuviera haciendo mayor, como se empeñaban en repetirme. Supongo que la recogida trastienda y todos aquellos libros, convertidos en confidentes, tenían algo que ver. Para una persona activa como yo, casi rayando la hiperactividad no diagnosticada, había sido francamente inusual. Todavía resonaba en mí el último párrafo leído. Un buen final para aquella reveladora y casi mística experiencia. «Los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para su superación. Así lo han mostrado tantos hombres y mujeres que, con el único recurso de la tenacidad y el valor, lucharon y vencieron en las sangrientas tiranías de nuestro continente.

En la trastienda

El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer.» No tenía mucho que añadir a esta gran verdad que Ernesto Sábato había tenido a bien compartir con la humanidad. Aunque no lo nombrara, el texto rezumaba resiliencia por cada sílaba. Porque cada crisis es una oportunidad para la superación, y el proceso de resiliencia es una posibilidad de respuesta por la que cualquier persona, al menos potencialmente, puede optar. Esa capacidad tan propia del ser humano nos permite, como he ido constatando en incontables casos, enfrentarnos a las adversidades del camino, transformando en algo constructivo los desastres, mostrándonos caminos inimaginables de los que aprender y sobre los que fortalecer nuestra existencia. Además, elucubrar sobre mis propias teorías me había permitido revisar cómo estaban mis niveles de vinculación, reflexión, creatividad, disponibilidad, paciencia, seguridad y confianza.

 

Reglas 

Claramente, me hacía falta una puesta a punto. Así que decidí regalarme un pequeño texto, de mí para mí, un esbozo de mi interior para colgar fuera, donde poder consultarlo en momentos de confusión. Me lo había ganado. Y además, ¿por qué no? ¡Si en el fondo me lo merecía! Eres gas, no lo olvides. En tu esencia está expandirte y llegar donde quieras, sin dejar que recipientes dañinos te atrapen. Eres gas. Y como tal impregnas todo. Eres como el abrazo permanente, que permite a quien entra en contacto contigo sentirse acompañado y nutrido. Pues son tus moléculas la atención, los abrazos, las caricias, los detalles, y tu tiempo, tiempo que entregas sin sensación de pérdida. Sólo por el placer de disfrutar el instante. No descansas porque siempre estás alerta, dispuesta a llenarte de lo que te rodea, a cambiar de estado si es necesario, a condensarte en agua si quieres ser agua.

En la trastienda

No te inquieta ser invisible, porque te entregas de manera incondicional, sin necesitar que los demás se den cuenta de tu presencia. Pero estás ahí, siempre disponible, desde una firme convicción en la grandeza de las moléculas que otros te muestran, y desde una confianza en ti misma y en tus posibilidades que rompe cualquier recipiente que intente someterte. Eres gas. Dulce pero firme. Transmites seguridad, confianza, puedes hacer llorar por la dulzura de tu mensaje o remover los temores más profundos, con el fin de impulsar a creer de nuevo. Apoyas tus aventuras con nuevos retos, animas en las dificultades y te sacudes cuando crees que «no puedes más», para finalmente descubrir que eres tu propio reflejo de la fuerza interna.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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