El viraje de la existencia

El viraje de la existencia

Alrededor 

 

«Alguien dijo que vivir en la Tierra te sale caro, pero tienes otro viaje alrededor del Sol el año que viene, ¿quiénes somos?, sólo polvo del cosmos, todos seres con un poco de entorno y otro de genes, la suerte de ser, tus antepasados ya pasaron guerras, muertes, supervivientes de pestes negras, un poco más y te desintegras, pero existes cara triste, sólo tú decides si te alegras.» Xtragos Como hemos ido viendo a lo largo de este trabajo, la reintegración disfuncional no es la respuesta más frecuente frente a un suceso traumático. De hecho, la experiencia profesional y la investigación nos muestran cómo muchas personas que han sufrido un trauma no necesitan un tratamiento psicológico o farmacológico. Así, a pesar de que tienen presente lo que les ha sucedido, no hay interferencias negativas en el día a día, y pueden sobrellevar los recuerdos dolorosos, disfrutando de nuevo de la vida e implicándose en novedosos proyectos.

 

Independientemente del motivo por el cual nos veamos inmersos en una situación adversa, unos y otros reaccionaremos contra la pérdida de control. Ahora bien, es precisamente en esa reacción frente a los golpes de la vida, donde encontraremos las primeras diferencias interindividuales. Así, nuestra reacción, en primera instancia, va a depender de si nos creemos capaces o no de gestionar nuestras emociones, y por ende, de dominar el estrés que nos genera la situación. Lo que se observa es que las personas reaccionan de distinta forma frente a acontecimientos traumáticos y duelos, encontrándose diferencias en las estrategias de afrontamiento que se emplean para superar estas circunstancias adversas (Echeburúa, De Corral y Amor, 2003). Y es que, como planteaba Abraham Maslow (citado en Sielbert, 2007) con su principio de brecha continental, el estrés separa a las personas en dos grupos:

Las que son suficientemente fuertes para enfrentarse a este mismo estrés, de modo que si lo logran les fortalecerá, les atemperará y les hará más fuertes.

Las que desde el comienzo son demasiado débiles para soportarlo. Rojas Marcos (2010) plantea que, en ocasiones, la forma de reaccionar ante los golpes duros de la vida consiste en sufrir la sacudida emocional, enfurecerse y revolverse, acompañándolo de rabietas emocionales, en las que desean herir a los demás.

 

Sufrimiento 

También puede volverse físicamente violento, o sentirse desbordado por lo sucedido, paralizado, con un gran sufrimiento, tan desesperado y sobrepasado que ni siquiera sea capaz de hacer frente, ni ver salida alguna a la situación. Así, en ocasiones puede que, como plantea Frankl (1999) la persona padezca un estado de desmoralización (incompetencia, desesperanza y desesperación) para afrontar la vida y sus problemas de forma eficaz. Y es bastante posible que, bien por iniciativa propia, bien por el empeño de sus seres queridos, en ese momento busque ayuda profesional. Por ello, con frecuencia, suelen acudir a recibir tratamiento cuando padecen síntomas físicos o psicológicos de una intensidad elevada, que se mantienen durante mucho tiempo, interfiriendo en su vida cotidiana, o apareciendo alteraciones que no tenían antes del suceso (como alucinaciones, ideas delirantes, etcétera) (Echeburúa et al., 2006).

El viraje de la existencia

En cuanto a la motivación por la que una persona, tras sufrir una experiencia traumática, acude buscando ayuda terapéutica, en ocasiones será la propia necesidad de aliviar un malestar específico (ansiedad, alteración del sueño, alucinaciones), o el deseo de que todo vuelva a ser como antes, el interés por encontrar un equilibrio, o incluso la consecución de un dictamen pericial que le permita realizar algún tipo de trámite (indemnización, incapacidad, etcétera). Teniendo en cuenta que la efectividad de la psicoterapia tiene que ver con el éxito social y la satisfacción experimentada por el cliente (Ferro y Vives, 2004), los principios básicos de la intervención terapéutica pueden resumirse, siguiendo a Robles y Medina (2002), en estos cuatro:

1. Posibilitar la mejora del malestar emocional.

2. Ayudar al proceso de curación natural.

3. Evitar tratamientos ineficaces o inaplicables que empeoren la situación o pospongan la recuperación.

4. Adaptar la terapia a las necesidades específicas de cada persona.

 

Terapia 

Inicialmente pues, parece claro que el objetivo prioritario de la terapia, en tales casos, deba ser abordar los problemas actuales, las condiciones vitales adversas que puedan reactivar o exacerbar el trauma, así como propiciar el abandono de estrategias de superación que consolidan, e incluso intensifican, el problema (consumo de sustancias, aislamiento, etcétera). Con ello, es probable que la persona encuentre alivio a los síntomas más graves, restaure su sentimiento básico de seguridad en el mundo (Echeburúa, 2005), vuelva a creer en las personas y pueda reintegrarse en el entorno, abandonando definitivamente el papel de víctima. Sería conveniente aclarar, no obstante, que disminuir el malestar psicológico no necesariamente promueve el crecimiento postraumático, pero, en cambio, experimentar el crecimiento postraumático promueve el ajuste postraumático y alivia dicho malestar. De hecho, parece que el proceso cognitivo intenso del trauma es necesario para reconstruir la percepción del mundo, que se rompe tras el acontecimiento traumático. Y a pesar de que ese pensamiento rumiativo, ese «darle vueltas» recordando lo sucedido, es un proceso doloroso y angustiantesobre todo al principio— es imprescindible para facilitar el crecimiento postraumático (Davis et al., 1998; Frazier et al., 2001; Calhoun y Tedeschi, 1998; Janoff-Bulman, 1992; citados en Vázquez et al., 2007).

 

Por tanto, desde este nuevo prisma de la resiliencia, más centrado en las potencialidades, el papel de la psicoterapia irá encaminado de una parte, a generar un clima favorecedor de la expresión del daño, y de otra a rastrear los recursos de que la persona dispone, —alguno de los cuales, probablemente, desconozca que los posee— y a propiciar el entrenamiento para su utilización frente al sufrimiento y el malestar, con el objeto de fortalecer su creencia en su capacidad y posibilidades de éxito, su competencia y su sensación de control. Por ello, podemos concebir la psicoterapia como un catalizador del crecimiento frente a la adversidad, capaz de acelerar un proceso de recuperación (reintegración resiliente) que se ha estancado, pero que no por ello es imposible de llevar a cabo. Así, al igual que el catalizador positivo acelera la reacción química, la psicoterapia facilita la resiliencia, y disminuye la energía de activación frente al estrés, sustituyendo la utilización de otras respuestas que le han resultado ineficaces. Pero no olvidemos que el catalizador no participa en la reacción, lo hacen los elementos que son imprescindibles para el proceso (la persona, su familia, personas de referencia, etcétera) y tampoco alteran el balance energético final, únicamente le permiten alcanzar el equilibrio con mayor velocidad.

 

Metáfora 

Por último, siguiendo con la metáfora, la psicoterapia será como aquellos catalizadores que actúan alterando la superficie, de manera que permitan a dos o más reactivos químicos encontrarse y unirse. De esta forma, con la creación de un clima seguro, confiable y facilitador, la persona podrá poner en juego habilidades y recursos, aprendizajes y estrategias, durante la sesión y fuera de ella, a través de prescripciones. En relación a dichas estrategias, la psicoterapia en estos casos se focalizará en el afrontamiento, entendido éste como el esfuerzo intrapsíquico y orientado a la acción, tanto de tipo cognitivo como de tipo afectivo, que la persona pone en marcha con el fin manejar «aquellas demandas internas y ambientales que ponen a prueba o exceden los recursos personales, al ser valorados como excesivos por el individuo en relación con aquéllos de que dispone o cree disponer» (Lazarus y Launier, 1978, citado en Font, 1990).

El viraje de la existencia

Por tanto, es un recurso psicológico del que cualquier persona puede disponer. Ahora bien, ante una situación estresante, o ante una determinada emoción, la persona puede adoptar distintos tipos de afrontamiento. Por ello, profundizar en el conocimiento de las estrategias de afrontamiento que se relacionan con la reintegración resiliente puede ayudarnos a establecer los fundamentos de una práctica clínica inspirada en la propuesta de la resiliencia.

 

  1. Cambio de vida: La frase podría referirse a un momento crucial en la vida de alguien en el que ocurre un cambio significativo, como un cambio de carrera, un nuevo enfoque en las prioridades, una experiencia transformadora, etc.
  2. Reflexión existencial: «El viraje de la existencia alrededor» también podría referirse a una reflexión profunda sobre el sentido de la vida y las elecciones que se toman a lo largo de ella.
  3. Cambio de dirección: La frase podría sugerir un cambio de rumbo en la vida de alguien, como una nueva dirección o un enfoque diferente en la forma en que se vive la existencia.

 

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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