El silencio

El silencio

A veces, los silencios son preguntas sin palabras

 

Cuestiones no formuladas, por lo que tienen también un valor dinamizador de la interacción con el alumno. En su faceta negativa, el silencio actúa como una muralla defensiva que se interpone entre los interlocutores para evitar la incomodidad o la confusión que suscita un tema. En este caso, es necesario abatir la muralla ya sea recurriendo al reflejo empático (“te sientes incómodo”, “te sientes incómodo porque te preocupa lo que yo pueda pensar de ti”, etc.) o mediante preguntas abiertas (“¿Qué te gustaría que ocurriera?”). En cualquier caso, la incomodidad del silencio –propio o del interlocutor– es un elemento que tendremos que “aceptar” como parte integrante del proceso de la entrevista. Pero, por lo general, también nos encontraremos con el silencio positivo que actúa como el trampolín que favorece el impulso tras una breve suspensión de la carrerilla. De esta manera, como entrevistadores, podemos aprovechar la energía positiva del silencio:

El silencio

Como una “provocación” para conseguir una reacción por parte del alumno ya que, por lo general, si prolongamos una situación de silencio de manera intencionada, será el alumno el que procurará liberarse de la incomodidad así generada proponiendo algún tipo de salida al impasse comunicativo en el que parece haber caído el diálogo. Para utilizar adecuadamente el silencio en este tipo de escenarios es necesario que la tutora o el orientador estén familiarizados con la incomodidad y tensión de mantenerse frente al entrevistado, en silencio, sosteniéndole la mirada sin violencia (no desviándola hacia el bolígrafo, la pantalla del ordenador, ¡ni mucho menos, el reloj!) y refrenando el impulso de ser el primero en liberarse de esa carga tensional recurriendo a cualquier tipo de cháchara.

El silencio

Tiempo de reflexión 

Como un tiempo de reflexión para que el entrevistado asimile una situación determinada, una idea, una frase o una propuesta. En este caso, la situación de silencio no se corresponde con el “horror vacui” por la ausencia de palabras por lo que no suele suponer ningún tipo de “amenaza” para ninguna de las partes y suele ser aceptado –y hasta agradecido– como un espacio de empatía en el que el entrevistado dispone de un tiempo para reorganizar sus ideas o sentimientos.

Resumiendo

• Las preguntas facilitan la exploración de los contenidos mentales del interlocutor.

• Las preguntas abiertas facilitan las respuestas; las preguntas cerradas bloquean la comunicación.

• El empleo de determinados pronombres interrogativos facilita la apertura de las cuestiones (qué, cuál, por qué, cómo).

• Las cuestiones no son inocuas y casi siempre transmiten algún mensaje implícito en su formulación.

• Hay preguntas cargadas emocionalmente, preguntas orientativas y cargadas de juicio.

• El silencio equivale a una pregunta sin palabras por lo que es un elemento dinamizador cuando e utiliza como “provocación” para obtener una respuesta o como tiempo de reflexión.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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