El camino y el éxito

El camino y el éxito

La vida 

 

Muchos se acordarán de la tragedia de Los Andes, aquella epopeya de los chicos uruguayos que, volando hacia Chile, cayeron en medio de montañas que jamás habían visto antes en su vida. Eran chicos de familias acomodadas de Montevideo, ciudad con playas pero sin nieve, que iban a jugar un partido de rugby y se encontraron, de repente, con el frío jamás imaginado, la muerte en directo, el dolor, la agonía y la más absoluta incertidumbre, en medio de una soledad que trascendía cualquier palabra. Tras más de dos meses de espera sobre la ladera de la montaña sobre la que habían caído, cobijados dentro de los restos del avión en el que iban viajando cuando ocurrió el accidente, exhaustos y desesperados, al final el grupo de sobrevivientes decidió enviar una expedición en búsqueda de auxilio.

El camino y el éxito

Fernando Parrado y Roberto Canessa fueron esos expedicionarios que partieron hacia la esperanza de encontrar el rescate anhelado. En su libro Milagro en Los Andes, Parrado hace una descripción conmovedora de lo que sufrieron durante esos largos días. En particular, el relato de lo sufrido en la caminata en búsqueda de ayuda, calzados con botines de rugby, vestidos con harapos y bajo temperaturas de decenas de grados bajo cero, es de los más vívidos que se puedan recordar. En los largos primeros días de travesía, los expedicionarios habían atravesado valles y más valles, subido montañas heladas, trepado riscos inexpugnables y, sobre todo, confiado en que, tras esa última y altísima elevación que tanto le costaba subir, aparecerían los verdes valles de Chile. Confiaban en que esa montaña que se plantaba frente a ellos fuera el último obstáculo antes de ver alcanzada su salvación. Lo que encontraron allá arriba, sin embargo, no fue lo esperado…

 

Horizonte 

Al llegar a la cima, los ojos fueron hacia el nuevo horizonte que ahora la altura permitía. Y lo que vieron, para su espanto, fue más de lo mismo. Nieve y roca, valle blanco y montañas y más montañas que, como murallas, se reían de la esperanza de los expedicionarios. Parrado cuenta que cayó de rodillas y se dio por perdido. Yo vi la foto del paisaje que estaba frente a ellos y, la verdad, era un territorio imposible, nada vivo podía habitarlo, y menos, dos veinteañeros famélicos, harapientos y… desilusionados. Parece que duró poco ese momento de quebranto. Fue el mismo Parrado el que dijo que prefería caminar a quedarse quieto esperando la muerte. Un sueño lo llevaba a tomar esta decisión: el de encontrarse con su padre. En conmovedoras líneas cuenta que lo que lo so tenía en ese momento era el amor, al que percibía más fuerte que toda esa legión de montañas frías que ocultaban el horizonte. Al final, tras un caminar incansable durante muchos días, llegaron al verde. Se encontraron con un arriero, que avisó a las autoridades y así se produjo el rescate. Salvaron sus vidas y, de esa manera, también salvaron la de sus compañeros.

El camino y el éxito

Pero en verdad diría que el final no es lo más importante de esta historia, sino que lo es ese instante inicial, frente a las montañas, cuando Parrado, aun sintiéndose muerto, decidió, junto a su amigo, emprender un camino con una sola certeza: la de su deseo de llegar lo más cerca posible de su casa, el lugar en el que este muchacho de anteojos gruesos sabía que el amor de su padre lo esperaba. Quería relatar esta historia que me conmueve. Porque es un profundo ejemplo de lo que es, de manera trascendente, interpretar la realidad. Una realidad tallada, también, por un deseo hondo, un sueño, un eco de nosotros mismos que le da un sentido al camino, y una energía a veces gigantesca. Eso hizo Parrado: a la realidad implacable de la montaña le insufló y agregó la energía de su deseo de llegar lo más cerca posible de su hogar, marcándole a la muerte algunas condiciones, sin quedarse sentado a esperarla. Aun cuando no hubiesen llegado, el éxito de los dos estaba asegurado desde el momento en que decidieron marcar el cómo de su morir en vez de esperar la llegada del final, abrumados por lo imponente del obstáculo que los enfrentaba.

 

Actitud 

Entiendo que este tipo de actitud nos hace capaces de ser libres aun en las peores circunstancias. No es un negar esas circunstancias sino, en todo caso, hacer algo con ellas teniendo siempre algo que ofrecerle a lo que el destino nos marca. Eso hizo Parrado junto a su amigo, y de allí que elija su vivencia como una muestra de lo que es ser un interpretador de lo real sin que eso signifique ser objeto pasivo de “eso” llamado “realidad”. No ser un “algo” frente a lo real sino un “alguien”, en una relación sujeto-sujeto con el mundo. Cuando eso pasa, no hay derrota posible más allá de lo que sean los resultados del caso. Y el destino se transforma en inicio del camino, no en su final.

 

La relación entre el camino, el éxito y la vida es un tema profundo y filosófico que a menudo se aborda desde diferentes perspectivas. Aquí tienes algunas reflexiones sobre cómo estos conceptos están interconectados:

  1. El Camino: La vida es un viaje en sí mismo, y el «camino» se refiere a la forma en que vivimos nuestras vidas, las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos en nuestro transcurso. El camino está compuesto por nuestras elecciones, experiencias, desafíos y oportunidades.
  2. El Éxito: El éxito es una meta que muchas personas persiguen en sus vidas. Puede ser definido de muchas maneras y varía según la perspectiva individual. Para algunos, el éxito puede significar alcanzar metas profesionales, mientras que para otros puede relacionarse con la felicidad, la realización personal, o el impacto positivo en la sociedad.
  3. Interacción entre el Camino y el Éxito: El camino que elegimos en la vida puede influir en nuestras posibilidades de éxito. Nuestras decisiones, esfuerzos y perseverancia en el camino pueden llevarnos más cerca o alejarnos del éxito según nuestras metas y valores personales.
  4. Definiciones Personales de Éxito: Cada persona puede tener una definición única de éxito. Algunos pueden encontrar el éxito en el logro de metas materiales, como la riqueza o la fama, mientras que otros pueden encontrarlo en la búsqueda de la felicidad, la paz interior, relaciones significativas o contribuciones a la sociedad.
  5. El Significado de la Vida: Para muchas personas, la búsqueda de un sentido profundo en la vida está estrechamente relacionada con el camino que siguen y cómo definen el éxito. Encontrar un propósito o significado en la vida puede ser un objetivo importante.
  6. Aprender de los Fracasos y Desafíos: A lo largo del camino de la vida, es común enfrentar desafíos y fracasos. Estos momentos también pueden ser oportunidades de aprendizaje y crecimiento, y a menudo contribuyen al éxito a largo plazo.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

 

 

 

El Camino y el Éxito: La Vida

La vida es un viaje, no una meta, pero en el camino siempre buscamos el éxito, como un horizonte lejano que nos guía. Este concepto, tan mutable como el viento, varía dependiendo de las lentes con las que lo miramos. Sin embargo, la mayoría de nosotros lo asocia con logros, reconocimiento, riqueza, o incluso con alcanzar ese estado ideal donde todo parece estar en su lugar.

El Camino

El camino es donde realmente se desarrolla la vida. Es el proceso, los pasos dados, las decisiones que tomamos, los obstáculos que superamos y las personas que encontramos. Este camino está lleno de giros inesperados y caminos que nos enseñan más que cualquier destino fijo. Muchas veces, es el aprendizaje lo que nos define más que la meta alcanzada.

El camino es la esencia de lo vivido.

A lo largo de este viaje, nos enfrentamos a desafíos, desvíos y caídas. Pero, paradójicamente, es en esas dificultadesdonde más crecemos, donde descubrimos fortalezas que ni sabíamos que teníamos. Al fin y al cabo, es el camino el que forma nuestro carácter, nuestras habilidades y nuestra perspectiva del mundo.

El Éxito

Por otro lado, el éxito es un concepto personal e intransferible. Para algunos, es tener un trabajo bien remunerado, para otros, es encontrar la paz interna o hacer una contribución significativa a la sociedad. El éxito puede ser tangible, medido en cifras y resultados, pero también puede ser intangible: una sensación de satisfacción, un propósito cumplido o un amor compartido.

Lo cierto es que el éxito no es un destino final, sino un conjunto de momentos en los que nos sentimos plenos, realizados, y conscientes de que estamos avanzando, aunque no sepamos exactamente hacia dónde.

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