Diferencias locales

Diferencias locales

Películas y series. 

Ve do vas: como vieres así haz.

 

El éxito de hace unos años de una serie de películas y series de televisión (Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, Allá abajo, etc.) sobre las diferencias de mentalidad, costumbres y tradiciones entre las diversas regiones españolas nos pone de relieve, una vez más, que España es un mosaico de pueblos y culturas. Y esto se manifiesta en todo: en España se hablan cinco lenguas literarias, es decir, que tienen una literatura y una gramática establecida; en España las diferencias gastronómicas interregionales no tienen parangón en ningún otro lugar del mundo, en un espacio geográfico que, sin ser reducido, tampoco es demasiado grande. Esta riqueza cultural, que tiene sus ventajas, y también sus inconvenientes, se proyecta también en el mundo de la formación.

Hace años, hablando con un actor cómico, propietario de una compañía que recorría toda España, este me comparaba la actuación de su compañía en dos ciudades, Sevilla y Vitoria, y me decía que se trataba de dos situaciones completamente distintas. El público de Sevilla, más bullicioso, acudía al teatro en grupos familiares o de matrimonios amigos, es decir, que se llevaban de taquillas seis u ocho entradas de golpe, mientras que los vitorianos, más silenciosos y circunspectos, solían ir al teatro por parejas, como mucho cuatro personas; los chistes que arrastraban carcajadas en Sevilla apenas obtenían un rumor de satisfacción contenido en Vitoria, quienes se reían, siempre moderadamente, de otros chistes y situaciones que en Sevilla no tenían demasiado éxito, lo que obligaba a realizar algunos ajustes en la obra en uno y otro lugar. Ah, y a la hora de aplaudir, la duración del momento y su intensidad eran dramáticos en uno y otro lugar.

En formación pasa lo mismo. No es lo mismo un curso dado en Andalucía, País Vasco, Valladolid, Baleares, Comunidad Valenciana o Madrid.

No quiero entrar en más tópicos de diferencias interregionales y autonómicas, pero usted hará bien en conocer estas diferencias y tenerlas en cuenta, por ejemplo en la indumentaria. Hay lugares donde la corbata es de rigor, y otros en que solo se la ponen en las bodas y los entierros. En algunos sitios les agrada que el formador sea chistoso; en otro, aunque le capten el chiste no lo manifiestan, y luego están los tabúes locales. Durante algún tiempo no se podía mencionar a La Dolores en Calatayud, si no querías que te contestaran: En tu pueblo hay ventanas y balcones, y también pu… y maric… Hoy en día esto ya no pasa, pero subsisten otras cosas.

Por ejemplo, si va a Valencia a dar un curso y quiere caerles bien a la audiencia saludando y presentándose en valenciano, no cometa el error de un conocido mío que, después de hacerlo, dijo que le gustaría poder seguir dando el curso en catalán. Para que usted me entienda, es como cuando el presidente americano Carter al llegar a Egipto dijo que estaba encantado de pisar tierra de Israel.

El mejor consejo, si no está usted seguro de que algo puede caerle bien a la audiencia, aplique el consejo latino In dubio/dubiis, abstine. Ante la duda, abstente.

Y como muestra del mosaico lingüístico español, puede decir este refrán en cuatro versiones más, aparte de la castellana:

  1. Catalán: Davant del dubte, abstén-te.
  2. Euskera: Ixilik egon dudetan, zeure onetan (ante la duda estate callado).
  3. Gallego: Na dúbida, abstente.
  4. Valenciano: En cas de dubte, abstinte.

 

Pregunte al grupo

To be able to ask a question clearly is two/thirds of the way to getting it answered.

Ser capaz de formular una pregunta con claridad representa dos tercios de la probabilidad de que sea respondida.

Son pocos los formadores que se atreven a suscitar un debate sobre un punto concreto, porque temen, con razón, que este se les escape de las manos.

Lo que no puede hacerse es plantear un debate sin haberlo preparado cuidadosamente. Sin embargo, un debate en que los participantes contestan a las preguntas del formador es relativamente fácil de controlar, mucho más que el debate entre los participantes entre sí, que no le aconsejo que provoque si no está seguro de poderlo controlar en todo momento.

La ventaja del debate es que los participantes pueden tomar un rol activo, y si llegan a una conclusión por ellos mismos, esta va a ser mejor aceptada que si la solución la aporta usted.

Existen dos tipos de debates: los planificados, en que el formador ha confeccionado de antemano una lista de preguntas, y el libre, en que las preguntas se plantean sobre la marcha. Personalmente prefiero con mucho el primer tipo, porque siempre he pensado que no hay mejor improvisación que la que está minuciosamente detallada, y además, como decía mi profesor de solfeo cuando yo era niño: a lección sabida no hay músico malo. 

Cuando doy un curso sobre, por ejemplo, reuniones efectivas, comienzo por preguntar al grupo que piensen en las reuniones en las que participan y que cada cual anote tres causas de descontento con las mismas. En el flipchart voy anotando sus aportaciones: En pocos minutos la hoja del rotafolios está llena, y eso que en estos casos escribo con letra pequeña. A continuación comienzo con la exposición interrumpida por ejercicios, cuestionarios, roleplayings, etc. Naturalmente las diapositivas ya están preparadas de antemano, pero cuando explico la teoría hago especial hincapié en los temas que les preocupaban y procuro decir: Ahora vamos a ver el tema de la falta de seguimiento de los acuerdos que le preocupaba a Jaime… Ahora le toca el turno a la inoportunidad de convocar reuniones casi a la hora de salida o en viernes por la tarde, que nos aportó Dori… (L) Existen varios tipos de preguntas:

  • Cerradas, de las que se contestan con un sí o un no, y que no sirven demasiado para suscitar actividad en los participantes. ¿Opina usted que esta sería una buena solución? ¿Están ustedes de acuerdo? ¿Tienen alguna pregunta que hacer antes de que pase al punto siguiente?

Si solo obtenemos una afirmación o una negación como respuesta, podemos conseguir que la persona que contestó amplíe su respuesta preguntándole simplemente ¿por qué?

  • Abiertas, las que comienzan por un qué, cómo, dónde…, que se prestan a que los interrogados respondan abierta y libremente. ¿En qué modo creen que este problema les afecta a ustedes en la actualidad?
  • Dirigidas, cuando se plantean a una persona en concreto. Jacinto, usted que trabaja en mantenimiento, ¿qué opina acerca de…?
  • Generales, cuando se plantean a todo el grupo. ¿Qué podíamos hacer para solucionar este problema?

Hay que huir de las preguntas dobles. ¿Qué opinan ustedes de la comida de cafetería y de su precio? Mejor plantearlas de una en una.

Están absolutamente proscritas las preguntas que sugieran la respuesta o que indiquen lo que usted quiere oír.

Al formular preguntas se debe emplear un lenguaje claro y sencillo, adecuado en todo caso al nivel de conocimientos del grupo o del individuo en concreto al que pregunta.

Y ¿qué hacer si nadie responde a sus preguntas? En esos casos le recomendamos que recurra al humor. Usted inicia el turno de preguntas, pero nadie se atreve a romper el fuego. Se hace un silencio absoluto. Usted puede decir, por ejemplo:

¡De uno en uno, por favor, no pregunten todos a la vez! O quizás esta otra: Bueno, me doy cuenta de que nadie quiere hacer la primera pregunta.

¿Hay alguien que desee hacer la segunda?

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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