Cuatro cualidades del liderazgo como flujo

Cuatro cualidades del liderazgo como flujo

El líder es un instrumento del liderazgo.

 

El ídolo transgeneracional de la canción melódica, Roberto Sánchez, conocido como Sandro, acuñó una frase: “uno no puede comprarse lo que vende”. Esto implica que una persona lidera cuando simultáneamente irradia y recibe el flujo del liderazgo. Porque el liderazgo es comunicación en acción. Y como todo hecho comunicacional, requiere de un emisor y un receptor, que en el propio proceso comunicacional alternan permanentemente roles. El líder que cree que el liderazgo es un traje hecho a su medida pronto se encontrará desnudo o lo que es peor, descubrirá multitudes vestidas con el mismo traje.

 

El liderazgo entendido como flujo ocupa espacio pero no lugar, es el territorio intangible de la sinceridad del vínculo y del intercambio justo. El liderazgo fluye de quien lidera pero, al mismo tiempo, se alimenta del contexto y de quienes conforman la comunidad liderada. El flujo de liderazgo es la dinámica interna de un sistema de sutiles diferencias externalizado en equidades que terminan por construir el bien común socializado. Liderar es distribuir dignidad. Ser liderado es dignificarse en el otro y con los otros. El flujo de liderazgo es impronta en acción. El ser seguidor es liderar el flujo legitimador del liderazgo. Para poder irradiar y recibir el flujo de liderazgo, el líder debe manejar cuatro dimensiones: las dimensiones de lo disperso, de lo difuso, de lo pragmático y de la generosidad.

 

Dimensiones 

La dimensión de lo disperso: el liderazgo que se concentra en la persona del líder tiene dos debilidades: el propio líder pasa a ser la medida del liderazgo y la visión del liderazgo pone foco en la impronta del líder. En estos casos, así como el árbol tapa al bosque, el líder tapa a la sociedad. El liderazgo disperso sólo lo ejerce el líder lúcido que mantiene, en todo momento, la necesaria perspectiva sobre su persona y adquiere la habilidad de potenciar su yo en el nosotros. La dimensión de lo difuso: el líder debe romper con el concepto de tiempo y espacio. Rompe el tiempo, porque líder no es el que se adueña del presente, sino el que toma prestado el futuro.

Cuatro cualidades del liderazgo como flujo

Líder no es aquel que escribe el hoy, sino el que describe el mañana. El líder es el que encuentra la forma de abrir el camino del tiempo para llenarlo de contenidos que el resto irá descubriendo en el devenir. Pero el líder lúcido sabe que no es propietario de la eternidad, sino apenas un inquilino de lapsos. Y también rompe el espacio, porque el límite del liderazgo no responde a una frontera marcada, sino a una brecha donde la alternancia de líderes es lo que garantiza que la impronta personal sume a la construcción social desde una rotación virtuosa, dinámica y cíclica. Sin rotación, es la sociedad la que queda sometida a la construcción del líder. El líder debe promover la alternancia de liderazgos hasta convertir la impronta personal en un flujo virtuoso, porque sólo la rotación de líderes da forma a la impronta social; dinámico, porque no es lineal ni vertical sino “caórdico” (responde a un caos que logra ordenarse en pos de objetivos comunes); y cíclico, porque nadie lidera permanentemente, pero esa rotación no impide que el líder que cede su lugar, retorne para liderar uno o varios ciclos.

 

Amplitud

La dimensión de lo pragmático: el pragmatismo es lo que le permite al líder definir con consistente amplitud el marco de valores y el entorno conceptual por donde circulará el flujo de liderazgo. Y es lo pragmático lo que también marcará la diversidad de actores que formarán parte del espacio continente que es todo liderazgo. El líder pragmático es de por sí un líder lúcido, porque sabe que se encuentra al límite del cinismo, de la incoherencia y de la inconsistencia. El pragmatismo aleja del dogmatismo con la misma fuerza que puede acercar al disvalor. La única forma de evitar esto último es que desde el ejercicio del liderazgo se tenga claro que la amplitud de los valores encuentra su límite en la dignidad humana, y que el límite de la diversidad de actores se define en la calidad humana de cada uno de ellos.

Cuatro cualidades del liderazgo como flujo

Cualquier seguidor puede formar parte de un liderazgo si quienes ejercen el liderazgo están dispuestos a dejarse liderar por ese seguidor en algún momento del proceso. La dimensión de la generosidad: liderar es aceptar ser superado. Liderar lúcidamente es apostar a que el otro sea la impronta superadora del propio liderazgo. Liderar es ayudar a surgir y acompañar la expansión del liderazgo ajeno, incluso, a costas de perder el espacio propio, porque debe liderarse para construir lo colectivo y no lo privado. La generosidad del líder se mide de la siguiente forma: hay generosidad cuando el capital social acumulado por un líder se pone a entera disposición para garantizar el acceso equitativo a las mismas oportunidades de las que éste pudo disponer, incluyendo el valor agregado aportado desde su propio liderazgo.

 

El liderazgo puede experimentarse como un estado de «flujo» cuando un líder y su equipo trabajan juntos de manera armoniosa, comprometida y eficaz. El flujo es un concepto propuesto por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi que se refiere a un estado mental en el que una persona está completamente inmersa en una actividad, sintiendo un profundo enfoque y satisfacción. Cuatro cualidades del liderazgo que pueden facilitar este estado de flujo en un equipo son:

  1. Claridad de objetivos: Un líder efectivo establece metas y objetivos claros para el equipo. Esto proporciona un propósito claro y un sentido de dirección. Cuando los miembros del equipo comprenden claramente lo que se espera de ellos y cómo sus tareas contribuyen a un objetivo más amplio, es más probable que se sientan comprometidos y enfocados en su trabajo.
  2. Retroalimentación constante: El flujo se ve favorecido por una retroalimentación continua y constructiva. Los líderes que proporcionan retroalimentación regular y específica ayudan a los miembros del equipo a ajustar su desempeño y a mantenerse en un estado de mejora constante. La retroalimentación también les permite ajustar sus acciones en tiempo real, lo que puede aumentar la sensación de control y fluidez.
  3. Desafío y habilidades equilibrados: En el estado de flujo, las personas se sienten más comprometidas cuando enfrentan desafíos que se alinean con sus habilidades. Un líder debe equilibrar el nivel de desafío con las capacidades de su equipo. Si el trabajo es demasiado fácil, los miembros del equipo pueden aburrirse; si es demasiado difícil, pueden sentirse abrumados. Encontrar ese equilibrio es esencial para mantener a los miembros del equipo en el estado de flujo.
  4. Apoyo y confianza: Un líder que fomenta un ambiente de apoyo y confianza contribuye al estado de flujo. Cuando los miembros del equipo se sienten respaldados y confiados en su capacidad para realizar sus tareas, están más dispuestos a sumergirse en su trabajo sin preocupaciones. La confianza en el liderazgo y en el equipo también promueve un sentido de unidad y colaboración.

 

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  1. Adaptabilidad: Un líder como flujo tiene la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes del equipo y del entorno. No se queda rígido en un solo enfoque, sino que ajusta su estilo de liderazgo según lo que sea necesario para fomentar el progreso colectivo.

  2. Empatía: Entender las emociones, pensamientos y necesidades de los demás es fundamental. Un líder fluido sabe cuándo ser un oyente, cuándo dar espacio y cuándo intervenir para motivar, todo mientras mantiene el bienestar del grupo en mente.

  3. Visión clara: Aunque el líder actúa como instrumento, debe tener una visión clara de hacia dónde quiere llevar al equipo o proyecto. Esta claridad ayuda a guiar y conectar al grupo con su propósito, manteniendo el flujo del trabajo sin perder el foco.

  4. Comunicación efectiva: Un líder flujo se comunica de manera abierta y transparente. Sabe cuándo compartir información y cuándo escuchar, promoviendo la colaboración y el intercambio constante de ideas. La comunicación fluida es esencial para mantener el impulso del grupo.

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