Construyendo una catedral
El camino
En los días de torres envueltas en la niebla, doncellas afligidas y caballeros valientes, un joven que bajaba por un camino, se encontró con un cantero que golpeaba con fuerza una piedra con martillo y cincel. El muchacho le preguntó al cantero que parecía frustrado y enojado: ¿Qué estás haciendo? El cantero le respondió con voz dolorida: Estoy tratando de dar forma a esta piedra, y es un trabajo agotador. El joven continuó su viaje y pronto se encontró con otro hombre que cincelaba una piedra parecida y que no parecía ni enojado ni feliz: ¿Qué estás haciendo? le preguntó el joven: Estoy dando forma a una piedra para hacer un edificio. El joven siguió su camino y no mucho después encontró un tercer cantero que labraba una piedra, pero este trabajador cantaba alegremente mientras trabajaba: ¿Qué estás haciendo?, le preguntó el joven.
El cantero sonrió y replicó: Estoy construyendo una catedral. Ejemplo relatado por Brian Dumaine en “¿Por qué trabajamos?” (Fortune 26 de diciembre, 1994). ¿En qué mundo vivimos? Ya no es época de torres envueltas en la niebla, doncellas afligidas y caballeros valientes. Este comienzo de milenio es época de grandes transformaciones: sociedades cada vez más dinámicas y complejas. Los problemas de la humanidad son crecientes, mundiales e interdependientes. Coexisten la simultaneidad, la contracción del espacio, la intercomunicación constante. Los procesos globales, con todo, no se estructuran conforme a un patrón centralizado y jerarquizado, más bien se rigen por una lógica no lineal o articulan enlazando nudos de redes. Algunos analistas modernos dicen que estamos viviendo una etapa del desarrollo de la humanidad tan importante como lo fue el paso de la vida prehumana a la vida humana, o el paso de las sociedades primitivas a las sociedades civilizadas.
Reinterpretar
Estos cambios traen aparejada una intensa conmoción y, a veces, resistencia, porque obligan a reinterpretar conocimientos laboriosamente adquiridos. Hace un par de décadas que la concepción del universo y la ubicación de los seres humanos en él han comenzado a cambiar de forma espectacular. Se están recomponiendo cartografías y mapas cognoscitivos. Los nuevos paradigmas crean problemáticas no previstas, a la vez que favorecen y reclaman flexibilidad, aceptación de las desigualdades y aprovechamiento de esa diversidad. Conocer las características más distintivas de esta época puede ayudar a comprender la variedad e intensidad de los conflictos que se generan, como así tambiénlos liderazgos necesarios para su manejo y resolución: La interdependencia de las naciones y el resurgimiento de comunidades locales. La complejidad y el carácter altamente técnico de los problemas estimulan la centralización para su análisis y solución.
Al mismo tiempo, existe un clamor por mayor descentralización, por más autonomía regional, por reconocimiento de identidades y por una mayor participación del ciudadano. Un nuevo orden ecológico mundial. Los Estados se han acostumbrado a clasificar a sus vecinos como amigos o enemigos. Esa lógica ya no sirve. Es preciso identificar nuevos peligros, que son los que amenazan a toda la especie humana: contaminación, efecto invernadero, mala utilización y agotamiento de los recursos del planeta. Se extiende la conciencia de que los daños son globales y así habrán de ser las políticas para evitarlos. Las soluciones que se busquen a esta problemática deberán tener en cuenta todos los intereses en juego. Necesidad de inclusión y de mayor equidad. El 20% de la humanidad acapara y consume el 80% de la riqueza mundial; se levantan así alambradas de hecho y de derecho que ponen en peligro la convivencia. Si esas cifras se mantienen o aumenta la diferencia, no es difícil imaginar para el futuro un gueto de ricos pertrechados de armas sofisticadas para defenderse de hordas pobres, analfabetas y hambrientas.
Recursos
El uso desparejo de los recursos mundiales es generador de conflictos de imprevisibles consecuencias. La educación como sustancia y como proceso. Las aulas suelen ser el marco de insospechadas violencias. Los conflictos en la escuela no son accidentales sino sistémicos, y son generados, agravados y perpetuados por una arcaica estructura de poder. Ya no basta con que los maestros comprendan el pasado y expliquen el presente, deben aprender a presentir la dirección y el ritmo del futuro, y a compartir con sus alumnos la necesidad de aprehender el cambio, aprender a aprender. La incorporación de nuevas tecnologías. Millones de personas tienen en sus casas y en sus lugares de trabajo artefactos que, de forma permanente y simultánea, van mostrando, transmitiendo y explicando el estado de las cosas, del país, del planeta, del universo.
Con estos mismos artefactos pueden responder, opinar, intervenir y, en consecuencia, ser parte activa de la continua trasformación. Cada uno está descubriendo que puede ayudar a modificar tendencias, a controlar riesgos, a exigir cambios, a interrelacionarse de manera original, a ofrecer alternativas, a buscar nuevas soluciones. La reinvención del gobierno. Los sistemas tradicionales de representación fueron diseñados para una sociedad más simple que la actual. Es tan grande la diversidad de intereses que ya nadie puede ambicionar representar la voluntad general, por la sencilla razón de que ésta ya no existe. Deben encontrarse nuevos procedimientos que sirvan para legitimar diferencias, para crear consensos. La complejidad y el dinamismo de las relaciones sociales hacen necesario buscar una forma más eficaz de identificación de los ciudadanos con la gobernabilidad.
Nuevos actores.
En este siglo, vemos aumentar la velocidad de los cambios y la cantidad de participantes e intereses en los sistemas para gobernar: partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, foros, sindicatos, empresas, grupos de presión. Gobernar ya no es monopolio de gobiernos. La eficiencia de éstos dependerá de la capacidad de los dirigentes para incluir en sus procesos de toma de decisiones a estos nuevos interlocutores, que son, de hecho, sus socios en la gobernación.
Reinterpretar es un término que se refiere a la acción de darle una nueva interpretación o significado a algo, generalmente a una situación, un evento, una experiencia o un conjunto de datos. La reinterpretación implica cambiar la perspectiva o la manera en que se ve o se entiende algo para darle un sentido diferente.
La reinterpretación puede ser útil en diversos contextos, como en la resolución de conflictos, la terapia cognitiva, la toma de decisiones o la creatividad. Aquí hay algunos ejemplos de cómo se puede aplicar la reinterpretación:
- Resolución de conflictos: Cuando se enfrenta un conflicto, es posible reinterpretar la situación desde la perspectiva de la otra persona para entender sus motivaciones y emociones. Esto puede ayudar a encontrar soluciones más efectivas y a reducir la tensión.
- Terapia cognitiva: En terapia cognitiva, los terapeutas a menudo ayudan a los pacientes a reinterpretar sus pensamientos negativos o distorsiones cognitivas en una luz más positiva y realista. Esto puede mejorar la salud mental y el bienestar emocional.
- Creatividad: La reinterpretación de conceptos o ideas existentes puede conducir a la generación de nuevas ideas creativas. Al ver algo desde una perspectiva diferente, es posible encontrar nuevas soluciones o enfoques innovadores.
- Análisis de datos: En el análisis de datos, la reinterpretación de los resultados puede revelar patrones o tendencias que no eran evidentes a simple vista. Cambiar la forma en que se analizan los datos puede llevar a conclusiones más claras.
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