Confesiones clandestinas
Mayorías
Todavía hoy podemos comprobar que las vidas narradas han encontrado múltiples mediaciones en la cultura oral de la mayoría de la población, antes y después del uso de la escritura, tanto para transmitir saberes, actitudes y roles, como para ponerlos en cuestión. Walter Ong lo expone sintéticamente: 151 BRUNER, “Life as Narrative”, 694. 140 A pesar de que se encuentra en todas las culturas, la narración resulta más ampliamente funcional en las culturas orales primarias que en otras […] porque es capaz de reunir una gran cantidad de conocimientos populares en manifestaciones relativamente sustantivas y extensas que resultan razonablemente perdurables, lo cual en una cultura oral significa formas sujetas a la repetición152. Las tradiciones religiosas, la lírica o la cultura cómica popular han hecho uso de la escritura a manera de apoyo en la representación y en los rituales públicos o domésticos. En realidad, siguió siendo así en cualquier ámbito del planeta, incluso aunque la transmisión oficial se hiciera más opaca por efecto de códigos especializados o incluso por el uso de lenguas esotéricas para uso exclusivo de los letrados: el sánscrito en las castas superiores, el hebreo en el judaísmo posterior al exilio; primero el griego, después el latín, entre la élite imperial.
La cultura no es la expresión libre del pueblo, como idealizaron los nacionalismos decimonónicos, pero tampoco es una mera representación de la estructura, como podría deducirse de los modelos dialécticos (Marx) y funcionalistas (Durkheim, Mary Douglas) en la antropología moderna, o del estructuralismo, si cabe, en mayor medida (Lévi-Strauss, Althusser). Por otro lado, las mediaciones del Espíritu en los símbolos religiosos y en los hechos sociales no son objetivas, como argüían de diverso modo la dialéctica hegeliana y los métodos de análisis estructural, sino que se manifiestan a través de represiones y opresiones subjetivas, determinables históricamente, tanto más sofisticadas en la cultura escrita que en la cultura oral153. 152 WALTER J. ONG, Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra, México, FCE, 1987 (1982), 138. 153 MARX lo hace patente en su única referencia a la religión, de un modo mucho más sensible que el análisis científico, al mismo tiempo que el cristianismo social de Lamennais expresa 141 La autointerpretación –como suelen decirnos los buenos consejeros- es facilitada por el texto escrito, de acuerdo con los motivos que expone David R. Olson154. Pero la (auto)biografía, las vidas narradas, la revisión de la memoria y la reinterpretación del texto no son privativas de la cultura escrita.
Origen
Desde el origen de la escritura como herramienta de los primeros estados, en la corte, la economía y la religión, en la escuela y los estudios superiores (noviciados, academias, universidades), los medios de comunicación escrita eran propiedad de funcionarios, administradores y patres familiae varones155, aunque pudieran ser arrebatados por algunas mujeres activas: viudas, mujeres ricas o patricias, sacerdotisas, cristianas con responsabilidades en las iglesias o, desde el s. IV, en comunidades monásticas, escritoras de sus propias vidas, como la joven Perpetua de Cartago o la peregrina Egeria de Hispania. Por su parte, los esclavos desempeñaban habitualmente tareas en la educación de sus amos, niños o jóvenes. Los más activos fueron aquellos de origen y formación griega, desde el s. II a. C., tras la conquista de las ciudades helénicas por Roma. apasionadamente su rechazo a las estructuras económicas que despojaban a los obreros: “El sufrimiento religioso es la expresión del sufrimiento real y al mismo tiempo una protesta contra ese sufrimiento real. La religión es el gemido de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo privado de corazón y es también el espíritu de la condición del privado de alma. Es el analgésico de los pueblos (Wie sie der Geist geistloser Zustände ist. Sie ist das Opium des Volks)» (Crítica de la Filosofía del derecho de Hegel). Sea como fuere, no existe un “espíritu de la estructura” que nos condene a una fatalidad trágica, sino estructuras injustas sin espíritu que despersonalizan a quienes las reproducen, consciente o inconscientemente, en mayor medida todavía que a quienes las padecen. 154 Vid. OLSON, “La cultura escrita como actividad metalingüística”, en DAVID R. OLSON, NANCY TORRANCE (comps.), Cultura escrita y oralidad, 333-357. 155 Vid. las aportaciones desde distintos métodos sobre la correspondencia entre la lógica de la escritura y las formas de poder que surgen con la aparición del estado, el mercado y la jerarquía sagrada, ALAN K. BOWMAN, GREG WOOLF (comps.),
Cultura escrita y poder en el Mundo Antiguo, Barcelona, Gedisa, 2000 (1994), en especial los caps. de M. D. GOODMAN, “Textos, escribas y poder en la Judea romana”, 159-172 y ROBIN LANE FOX, “Cultura escrita y poder en el cristianismo de los primeros tiempos”, 199-234. Una teoría compleja y discutible en algunos aspectos, pero bastante explicativa en otros, es ofrecida por JACK GOODY, La lógica de la escritura y la organización de la sociedad, Madrid, Alianza, 1990 (1986). 142 Todavía más frecuente debió de ser que las mujeres leyeran. La literatura dirigida a mujeres selectas, esclavos cultos o caracteres amables –la novela griega y bizantina, el romance156- se caracterizaba por su relación con la vida privada o con un modelo de virtud que se expone reiteradamente en los códigos domésticos de cada sociedad, desde la antigüedad hasta nuestros días157: […] la familia continúa, como vicaria de la cultura, perfeccionando y refinando los géneros del relato de la vida […] A la antinomia del yo como narrador y el yo como sujeto, la familia agrega la del hogar y el mundo y la de la responsabilidad y la individualidad. Y éstas también tienen un efecto constrictivo158. Por muy rígidas que fueran las constricciones, debemos situarnos en el ámbito de la gran casa patriarcal de la antigüedad y de las culturas mediterráneas, con el fin de imaginar las muchas oportunidades para una expresión de los afectos que podían darse entre personas sometidas al mismo 156 Vid. sobre los géneros de la novela en la literatura helenística, CARLOS GARCÍA GUAL, Los orígenes de la novela, Madrid, Istmo, 19882 (1972) y, concretamente, una lectora femenina implícita, ibid., 57-62; sobre la tradición anglosajona del romance desde sus orígenes medievales hasta la actualidad, con referencias a la historia de su recepción, CORINE J. SANDERS (ed.)
Estructura
A Companion to Romance: From Classical to Contemporary, Malden, Blackwell, 2004. Un estudio clásico sobre la estructura del romance como arquetipo de la literatura en lengua vulgar (secular), por contraste con otros modelos de construcción del héroe, NORTHROP FRYE, La escritura profana (The Secular Scripture: A Study of the Structure of Romance), Caracas, Monte Ávila, 19922 (1976). 157 Vid. KARL WEIDINGER, Die Haustafeln: Ein Stück urchristlicher Paränese, Leipzig, J. C. Heinrich, 1928, en línea con la investigación de DIBELIUS sobre la situación de las comunidades neotestamentarias; DAVID L. BALCH, Let Wives be Submissive: The Domestic Code in 1 Peter, Atlanta, Scholars, 1981; JAMES E. CROUCH, The Origin and Intention of the Colossian Haustafel, Göttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 1972; JOHANNES WEYKE, Die neutestamentlichen Haustafeln: ein kritischer und konstruktiver Forschungsüberblick, Stuttgart, Katholisches Biblewerk, 2000; LUIS MENÉNDEZ ARTUÑA, Estrato y status de las mujeres en los códigos domésticos de las cartas pastorales, en publicación. Compárese el modelo de esposa en Proverbios y Eclesiástico con 1Ped, Col, Ef y La perfecta casada de Fray Luis de León. Los manuales de la burguesía anglosajona para la educación de la mujer en una nueva situación social (el hogar de la familia nuclear), han sido revisados, junto con las novelas que definen los modelos femeninos, por NANCY ARMSTRONG, “El alza de la mujer doméstica”, en id.
Deseo y ficción doméstica, 79-120, en varios apartados: “trabajo que no es trabajo”, “economía que no es dinero”, “el poder de la feminización”, sobre la lógica del contrato que se instala en todas las relaciones sociales desde inicios del s. XIX. 158 BRUNER, WEISSER, “La invención del yo”, 200. 143 yugo (así como traiciones, envidias, etc.). En la medida que las (auto)biografías comienzan a pergeñarse en la primera infancia y adquieren sus primeras formas en la interacción dentro de la familia, deberíamos distinguir entre las biografías retóricas que construían las élites para uso público –las que se han conservado en las bibliotecas: Jenofonte, Plutarco, Dionisio, etc.- y las (auto)biografías privadas que se narraban oralmente en la esfera doméstica. Éstas debieron de servir como prototipo, al menos en algunos aspectos, para la narración de aventuras: p.ej. el supuesto de que una mujer virgen, aun sin poder y sin estatus, podía así, al menos, distinguirse de la esclava sometida a vejaciones sexuales.
«Confesiones clandestinas» es una expresión que puede tener diferentes significados según el contexto en el que se utilice. En general, se refiere a revelaciones o declaraciones personales que se hacen de manera secreta o en un entorno privado y fuera de la vista del público o las autoridades. Aquí hay algunas interpretaciones posibles de esta expresión:
- Confesiones Personales: Las confesiones clandestinas podrían ser revelaciones personales que una persona hace a otra en un entorno privado o secreto. Estas confesiones suelen implicar información íntima o personal que la persona no quiere que se haga pública.
- Confesiones Delictivas: En el contexto legal, las confesiones clandestinas podrían referirse a declaraciones incriminatorias que un individuo hace en privado y fuera del alcance de las autoridades policiales o judiciales. Estas confesiones pueden ser relevantes en investigaciones criminales.
- Confesiones Políticas o Sociales: En el ámbito político o social, las confesiones clandestinas podrían implicar que alguien revela información comprometedora o secreta sobre actividades ilegales, inmorales o controvertidas que han tenido lugar en el pasado o en una organización.
- Confesiones Literarias o Artísticas: En la literatura y las artes, las confesiones clandestinas podrían referirse a obras creativas en las que un autor o artista revela pensamientos, sentimientos o experiencias personales de manera íntima y privada.
Es importante destacar que el término «clandestino» sugiere ocultamiento o secreto, por lo que las confesiones clandestinas a menudo implican un grado de confidencialidad o privacidad. Sin embargo, las implicaciones y el significado exacto de esta expresión pueden variar según el contexto específico en el que se utilice.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.