Con uno mismo
Enfrentarse a lo que se puede cambiar
Piensa en algún problema que te esté rondando la cabeza. Empieza por algo que no sea demasiado grave; algún pequeño contratiempo o un asunto de orden menor. Prueba a aplicarle la batería de preguntas orientadas a respuesta que se mostraba en la figura 4.1 de la “encrucijada vital”. Procura responder realmente a las preguntas:
• ¿Qué puedo hacer?
• ¿Cuál es la mejor opción?
• ¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Cuáles son mis objetivos?
• ¿Cómo puedo mantenerme enfocado hacia mis objetivos?
• ¿Qué haría alguien sensato en mi lugar?
• ¿Qué es lo que, definitivamente, decido hacer?
• ¿Qué puedo aprender de todo esto?
A continuación, atrévete con un problema un poco más serio y ve avanzando hacia cuestiones más importantes a medida que vas adquiriendo práctica. Aceptar lo que no se puede cambiar Ahora le toca el turno a las vivencias internas, a toda esa música de fondo, a la sinfonía compuesta por pensamientos, sentimientos y hasta sensaciones físicas de carácter desagradable o negativo que tantas veces ocupan el centro de nuestra vida psíquica de tal manera que nos despojan de toda iniciativa posible: Son unos verdaderos monstruos de hojalata que nos tienen secuestrados en su guarida. El arma más eficaz para combatir este tipo de dragones es el escudo de la “desesperanza creativa”:
• ¿Qué es lo que he intentado, hasta este momento, para salir del atolladero?
• ¿Qué resultados he obtenido?
• ¿Qué resultados puedo esperar si continúo haciendo lo mismo que he venido haciendo hasta ahora?
• Este sentimiento negativo, este pensamiento recurrente o esta sensación desagradable, ¿de qué me están apartando?, ¿qué es lo que me están impidiendo conseguir en relación a mis metas basadas en mis valores personales?
• ¿Qué podría conseguir si aceptara cargar con el sobrepeso que supone todo ese lastre negativo?
• A la vista de mis objetivos más preciados y de los valores que los sustentan, ¿Puedo hacerle un sitio a toda esa incomodidad dentro de mí?, ¿puedo cargar con ese peso en mi mochila?
• ¿Cuál es el primer pequeño paso que puedo dar, aun contando con todo el lastre que me supone cargar con el sobrepeso de mis emociones negativas?
• ¿Cómo me puedo organizar para dar ese pequeño paso de la manera más segura? Planificar nuevamente Ahora ya puedes empezar a considerar seriamente la inevitable realidad de los obstáculos que van a aparecer en el camino; este es el momento de darle un toque de realismo aceptante al propio proyecto vital:
Exploración de los valores vitales
A partir del ejercicio de “exploración de los valores vitales” del capítulo 3, trata ahora de imaginar, para cada una de las situaciones ideales que te hayas planteado, los posibles obstáculos que van a surgir en el camino, los “monstruos de hojalata” que pueden aparecer para cortarte el paso. Procura ser lo más concreto posible; por ejemplo, si en el ámbito de “salud” has descrito como situación ideal algo relacionado con prescindir de los cigarrillos que fumas a lo largo del día, podrías prever como posibles obstáculos el deseo que, con toda probabilidad, vas a experimentar al terminar el trabajo de la mañana o la sensación de vacío que vas a sentir tras tomarte un café, o el hecho de reunirte con otros amigos que fumen. Ámbito vital Situación ideal Obstáculos Matrimonio / Pareja/ relaciones íntimas Hijos Familia extensa Amigos / relaciones sociales Carrera / futuro profesional Ocio / diversión Salud Ciudadanía Espiritualidad Una vez cumplimentado el ejercicio, puedes empezar a diseñar una estrategia concreta para hacerles frente a los obstáculos.
Recuerda que el objetivo no es “librarse de la incomodidad” sino continuar hacia los objetivos importantes “cargando con esa incomodidad”. Trabajo con los alumnos Organizar una estrategia para presentarles a los alumnos –de manera colectiva o individual– el material relacionado con metas y obstáculos. En principio, aplicarlo a cuestiones sencillas y concretas: Organizar un horario de estudio (empezar por un tiempo mínimo e ir prolongándolo), establecer una estrategia para solucionar algún problema concreto de carácter personal: cómo decir “no” a una propuesta que no parece apetecible, cómo romper una barrera de timidez en alguna situación de clase (hablar en público, “mantener el tipo” tras el bochorno por una metedura de pata), cómo pedir disculpas. La aceptación como llave que abre puertas importantes: Los profesores de historia pueden organizar algún trabajo relacionado con el tema de la “aceptación histórica”: de qué manera la aceptación constructiva de las adversidades físicas supuso el desarrollo de la civilización (Egipto, Mesopotamia). Los profesores de filosofía podrían organizar el trabajo en torno al tema de la “aceptación filosófica” (Sócrates, Séneca, estoicos).
Profesor
Cada profesor puede determinar algún ámbito concreto de aplicación de la aceptación como clave de progreso en su disciplina específica o, en general, como fuente de creatividad personal. En una segunda fase, se podrían elaborar trabajos relacionados con la importancia de la aceptación como clave de superación personal en relación a figuras populares y conocidas. Por último, se podría proponer un trabajo de reflexión sobre situaciones de aceptación experimentadas por los propios alumnos: pequeños –o no tan pequeños– logros alcanzados mediante la aceptación de condiciones adversas de todo tipo.
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