Compromiso

Compromiso

La firma vital

 

¿Con qué actividad o idea asociarías cada uno de estos nombres: Rafa Nadal, Fernando Alonso, Pitágoras, María Montessori, Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta? Seguramente, no lo has dudado ni un momento: tenis, automovilismo, matemáticas, educación y dedicación a las personas más pobres de la India en el caso de los dos últimos. Podríamos decir que, a su manera, cada personaje ha entregado su vida a una causa específica para lo cual habrá tenido que establecer una jerarquía de metas acorde con sus prioridades vitales y se habrá tenido que enfrentar a numerosas dificultades –tanto de orden físico como social, económico e intelectual– hasta el punto de llegar a identificarse con sus valores, objetivos y actividad de manera que personaje y “misión” han llegado a ser términos inseparables.

 

Es una manera de entender el “compromiso”: asumir un proyecto con ese sentido de misión que le confiere un valor superior al del mero sentido “profesional” –con todo lo que el término implica de digno y admirable– y que hace que la tarea así asumida se convierta en una dimensión vital personal, en una manifestación de la clase de persona que somos o, más exactamente, de la clase de persona en la que decidimos convertirnos. Compromiso, por lo tanto, está indisolublemente unido a “responsabilidad” y es el ingrediente que aporta la dimensión de sentido vital en función del cual cada persona orienta su propia vida. Uno de los efectos secundarios más perniciosos del empeño por integrar las ciencias del comportamiento humano en el ámbito de las ciencias de la salud –en lugar de considerarlas dentro del ámbito de las ciencias morales– ha sido el de convertir en “paciente” a la persona que, por naturaleza, está llamada a comprometerse con su propia actuación personal. La psicologíacomo las ciencias de la educación, en cierta medida– ha creado una serie de conceptos teóricos con el fin de dar cuenta de cualquier comportamiento que el ser humano pueda llevar a cabo: subconsciente, impulsos, tendencias, etc., han venido a suplantar al verdadero agente de su propio comportamiento que ha pasado a ser considerado como la víctima de tales fuerzas actuantes.

 

Constructos teóricos

Hasta los constructos teóricos de corte, aparentemente, más positivo como pueden ser “vocación” o “autorrealización” entrañan un sesgo de pasividad que, en buena medida, reduce al protagonista de su propia vida al papel de mero espectador del capricho de unas misteriosas e incognoscibles voces internas, resonancias, tal vez, de un insondable y fatídico destino. Y el efecto final de la adopción de tales presupuestos es que la responsabilidad personal se esfuma: El responsable de mis actos, de mis éxitos o fracasos, de mis luchas o mis renuncias no puedo ser yo sino la “naturaleza” –impulso, gen o divina providencia– que ha conformado mi “psiquismo” de la manera en que lo ha hecho. El papel del individuo queda reducido al de un mero peón en la partida y los peones no pueden decidir la estrategia que lleva al jaque mate o al remate del juego ni ser, por lo tanto, responsables del resultado final que se obtenga. Afortunadamente, las corrientes psicológicas más actuales están llevando a cabo una revisión crítica y práctica de los supuestos mecanicistas que, hasta ahora, sustentaban los planteamientos “científicos” de esta disciplina de manera que, poco a poco, se le va dando un contenido concreto a la conocida frase de Viktor Frankl: Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En este espacio se encuentra nuestro poder de elegir nuestra respuesta.

Compromiso

En nuestra respuesta están nuestro crecimiento y nuestra libertad Compromiso es, por lo tanto, el tercer lado del triángulo que se forma junto con la aceptación y valores. Los tres elementos se complementan mutuamente y sólo tienen sentido cuando se consideran en su unidad. Y, por eso mismo, entendemos el compromiso como un proceso activo y realista mediante el cual cada persona toma como punto de partida la consciencia de las propias limitaciones, asume unos valores sobre los cuales establecer un guión vital que integre todos sus comportamientos, afronta con realismo las dificultades que se oponen al propio guión y, consecuentemente se responsabiliza tanto de sus logros como de sus renuncias. En otras palabras, no se trata de “descubrir” el camino que el destino nos tiene reservado sino, más bien, de “abrir” el camino con el que queremos labrarnos nuestro propio destino y ayudar a nuestros alumnos a que hagan otro tanto respecto a sus propias vidas.

 

Persona comprometida

De esta manera, la persona comprometida con la educación no es sólo educador durante su horario laboral ni sólo ante su público juvenil. Lo es en cada acto de su vida, en lo público y en lo privado, en sus acciones y en sus búsquedas, en sus sueños y en sus inquietudes porque quien asume un compromiso se obliga a responder de su cumplimiento ante sí mismo. En el capítulo 3 formulábamos una pregunta muy socorrida: ¿Por qué se mete uno a profesor? La pregunta, ahora, adquiere un matiz distinto: ¿Hasta dónde te quieres comprometer con tu función de educador? Independientemente de las razones que te hayan conducido a elegir el camino de la docencia, la cuestión se centra ahora en tu compromiso con el camino iniciado. Y de ese compromiso tendrás que responder ante ti mismo. El compromiso es algo así como la rúbrica personal con la que certificamos cada uno de los trabajos que constituyen nuestra obra vital completa. Es el testimonio de la persona que somos, la certificación de calidad de la propia obra. Y nuestro trabajo no puede ser menos que excelente.

 

El compromiso es un vínculo emocional, cognitivo y conductual con una causa, una meta, una persona o una organización. Es la dedicación activa y la lealtad hacia algo o alguien:

  1. Vínculo Emocional: Implica una conexión emocional profunda. Cuando alguien está comprometido con algo, siente una conexión significativa que va más allá de la mera obligación.
  2. Inversión Personal: El compromiso implica una inversión de tiempo, energía, recursos o esfuerzo hacia una causa o meta específica.
  3. Persistencia y Resiliencia: Los individuos comprometidos muestran persistencia incluso frente a desafíos. Son capaces de superar obstáculos y mantenerse enfocados en sus metas a largo plazo.
  4. Identificación y Lealtad: El compromiso suele implicar una identificación con valores, metas o principios compartidos, así como una lealtad hacia ellos.
  5. Contribución Activa: Quienes están comprometidos no solo se identifican con algo, sino que también contribuyen activamente para su logro o mantenimiento.
  6. Sentido de Propósito: El compromiso está estrechamente relacionado con tener un sentido claro de propósito. Las personas comprometidas tienden a ver un significado más profundo en lo que hacen.
  7. Adhesión a Normas y Expectativas: En contextos sociales o laborales, el compromiso implica adherirse a las normas, valores o expectativas establecidas por una organización o grupo.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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