¿CÓMO SE CONSTRUYE LA IDENTIDAD EN LA ADOLESCENCIA?

¿Realmente soy una persona adulta?
¿Por qué me piden el DNI en algunos locales? ¿Podría tener ya una novia formal? ¿Para cuándo la primera experiencia sexual? ¿Puedo conducir una moto? ¿Comprar tabaco? ¿Votar en unas elecciones? Todos estos interrogantes poco a poco han de ir llenándose de contenidos para configurar una identidad adulta. Pero hay otros muchos contenidos que hay que llenar y sirven para consolidar nuestra vida en sociedad; así, el ser futbolero condiciona las tardes del domingo y el canal de televisión para esa noche. La cuestión es saber cómo seleccionamos lo que nos importa y cuáles son los factores que tienen influencia en esas elecciones. Algunos sujetos parecen asentar el contenido de su identidad en cosas bastante concretas (su género, afición, profesión, tendencias políticas…). En cambio, otros tienden a centrar la identidad en aspectos más abstractos, como valores que aprecian o ideales que les entusiasman, como elegir ser guarda forestal por el amor que siente hacia la naturaleza.

Así pues, el término identidad en sí mismo resulta un tanto confuso, ya que encierra cierta vaguedad, pues puede hacer referencia a categorías sociales externas, como nacionalidad, aficiones, profesión o residencia. También puede referirse a teorías que cada cual elabora sobre sí mismo. Otras veces la confusión puede deberse al referirse con dicho término a diferentes ámbitos de la persona; así, se puede hablar de identidad sexual, identidad étnica, identidad con la profesión, con la empresa, con el club deportivo… Visto así da la impresión de que una persona puede llegar a tener varias o distintas identidades, pero todas ellas harían referencia al mismo sujeto. No habría una sola identidad, sino un conjunto de ellas participando en la tarea de definir a la persona. La identidad del yo se forma en la medida en que la persona reconoce que unas características personales son más profundas, reales y verdaderas que otras, constituyendo el núcleo del propio ser. Las otras características son más superficiales y quizá menos importantes para el núcleo del propio ser. Hay que tener en cuenta que una característica se convierte en importante simplemente porque me hace ser quien soy o constituye algo de la esencia de mi propio yo.
Características
Pero además de las características, en la profundidad del yo, también se encuentran los deseos, los gustos, las ilusiones que tiene, quiere tener y mantener en el futuro. Sean cuales sean los objetos de nuestros deseos, nuestras actividades, características propias (ser inteligente, simpático…) o cosas bastante abstractas como el valor que otorgo a la naturaleza, ecología, religión, etc., en todo ello tenemos la necesidad de apropiarnos de nuestros deseos más profundos, pues en ellos nos encontramos a nosotros mismos, nos identificamos con los mismos, los hacemos nuestros y los adaptamos a lo que queremos que sean, de tal manera que llegan a constituir algo que identifica a mi yo, me define y diferencia del resto. También es posible que nos preocupemos por ciertos objetos (cosas, personas, instituciones, ideas) que deseamos para ahora y también para el futuro.

Ponemos el empeño y la voluntad para conseguirlos y lo hacemos como si fuera un compromiso vital, de suerte que las cosas que nos importan y la preocupación por ellas son las primeras piedras en la construcción de la identidad. Incluso también entra la propia preocupación y la manera de preocuparte o intensidad de la misma; así, por ejemplo, uno puede querer la paz para el mundo (objeto de la preocupación) y estar muy comprometido en su logro, de manera que esta característica (intensidad de la preocupación por la paz) quiera mantenerla por encima de otras muchas. La intensidad de la preocupación se convierte en una característica más de la propia identidad. Este aspecto está muy presente en los adolescentes, quienes con frecuencia se desviven ante determinadas cosas o acontecimientos, con una intensidad que los diferencia del resto. Acontecimientos deportivos, conciertos de música, equipos, etc. son algunos ejemplos sobre los que vuelcan una enorme pasión.
La construcción de la identidad en la adolescencia es un proceso complejo que involucra múltiples factores y etapas de desarrollo. Aquí tienes una visión general de cómo se construye la identidad en esta etapa:
- Exploración de roles y valores: Durante la adolescencia, los jóvenes comienzan a explorar diferentes roles y valores para comprender quiénes son y qué creen. Esto puede implicar probar diferentes actividades, participar en grupos sociales variados y cuestionar las creencias y valores familiares.
- Desarrollo de relaciones: Las relaciones con amigos y compañeros desempeñan un papel crucial en la construcción de la identidad. Los adolescentes buscan pertenecer a grupos y desarrollar relaciones íntimas. A través de estas relaciones, aprenden sobre sí mismos y sus preferencias.
- Autonomía y toma de decisiones: La autonomía se convierte en una parte importante del proceso de construcción de la identidad. Los adolescentes comienzan a tomar decisiones más independientes, como elegir sus actividades extracurriculares, su ropa y sus amigos. A través de estas decisiones, definen quiénes son.
- Revisión de identidades anteriores: Los adolescentes pueden revisar y reevaluar las identidades que tenían en la infancia. Pueden cuestionar creencias y valores que se les inculcaron y desarrollar sus propias perspectivas.
- Búsqueda de pertenencia y sentido: Los adolescentes buscan un sentido de pertenencia y significado en sus vidas. Esto puede implicar la exploración de cuestiones existenciales y filosóficas, como su propósito en la vida.
- Influencia cultural y social: La cultura y la sociedad en las que crecen los adolescentes tienen un impacto significativo en la construcción de su identidad. Pueden verse influenciados por las normas culturales, las expectativas familiares y las tendencias sociales.
- Crisis de identidad: A menudo, los adolescentes pasan por una fase de crisis de identidad en la que pueden sentirse confundidos o inseguros acerca de quiénes son. Esta crisis es una parte normal del proceso de construcción de la identidad.
- Consolidación de la identidad: Con el tiempo, a medida que los adolescentes exploran y experimentan, comienzan a consolidar una identidad más sólida. Esto implica la integración de sus experiencias, valores y creencias en una imagen coherente de sí mismos.
- Autoconcepto y autoaceptación: Finalmente, la construcción de la identidad implica el desarrollo de un autoconcepto más claro y una mayor autoaceptación. Los adolescentes llegan a comprender quiénes son y se sienten más cómodos con esa identidad.
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¿Cómo se construye la identidad en la adolescencia?
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Búsqueda de autonomía
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Los adolescentes comienzan a separarse de la identidad impuesta por sus padres o cuidadores y buscan definirse por sí mismos.
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Empiezan a tomar decisiones independientes sobre su estilo, intereses y creencias.
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Exploración de roles y pertenencia a grupos
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Prueban distintas formas de ser a través de la ropa, la música, las actividades o los ideales.
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Buscan identificarse con grupos sociales que refuercen su sentido de pertenencia.
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Construcción del autoconcepto
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Reflexionan sobre quiénes son y cómo los perciben los demás.
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Se comparan con sus pares y con modelos a seguir.
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Influencia de la sociedad y la cultura
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La educación, los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel clave en la identidad adolescente.
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Exposición a diversas ideologías, valores y modelos de éxito que impactan su percepción de sí mismos.
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Definición de valores y creencias
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Los adolescentes comienzan a cuestionar lo que se les ha enseñado y forman sus propias opiniones sobre temas como la política, la ética y las relaciones.
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Experimentan crisis de identidad, que son momentos de duda necesarios para definir quiénes son realmente.
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¿Realmente soy una persona adulta?
La adultez no es solo una cuestión de edad, sino de madurez emocional, independencia y responsabilidad. Algunos indicadores para reflexionar si te sientes realmente adulto son:
🔹 Tomas decisiones por ti mismo/a sin depender de la aprobación externa.
🔹 Manejas tus emociones y relaciones con madurez.
🔹 Asumes responsabilidades personales, laborales y financieras.
🔹 Tienes una identidad relativamente estable (aunque sigue evolucionando).
🔹 Te adaptas a los cambios sin sentir que pierdes el control.