Aquellos días negros
Hechos
Difícil para un argentino olvidar los hechos ocurridos los días 19 y 20 de diciembre de 2001. Recuerdo que ese jueves 20 estaba en mi oficina –a pocas cuadras de Plaza de Mayo– y mientras organizaba mis cosas, ya que al día siguiente salía con mi familia de vacaciones, sentía todavía el impacto por el “cacerolazo” del día anterior, las imágenes de la Plaza llena de gente reclamando “que se vayan todos” que había derivado en la renuncia de Cavallo como ministro de Economía, y las noticias de saqueos en diversos puntos del país.
La Plaza se volvió a llenar de gente esa tarde, pero el panorama se percibía distinto. Se escuchaban claramente los gritos y las bombas de estruendo, mientras por televisión transmitían las violentas imágenes de los desmanes y de la represión. Las noticias hablaban de saqueos, de cortes de ruta y piquetes en distintos puntos del conurbano y del resto del país.
Memoria
Entrada la tarde, se empezó a oír hablar de muertos. Todavía está en mi memoria el olor de los gases para tratar de dispersar a los manifestantes en la Plaza, mientras una capa de humo muy visible se esparcía por toda la zona. Emprendí camino a mi casa ubicada en el conurbano norte, sin saber si podría llegar por los numerosos cortes y manifestaciones. En el camino, mientras escuchaba la radio, me enteré de la renuncia del presidente De La Rúa.
En las semanas siguientes, recuerdo haber seguido por televisión las escenas de las sucesiones presidenciales, el caos social, la bronca y la frustración de una sociedad que volvía a hundirse, a caer en un precipicio. No hace falta ahondar en los detalles vividos en esos momentos, me parece que todos los argentinos los tenemos bien presentes.
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