Aprenda de los formandos

Aprenda de los formandos

Formación 

He aprendido mucho de mis maestros, más aún de mis colegas, de los libros y de la vida misma.

Pero quienes de verdad me han enseñado han sido mis alumnos.

Si la formación continua de adultos es un camino con dos sentidos, es lógico pensar que, si los participantes en el curso aprenden cosas, también el formador lo hace. Y quizás sea el aprendizaje de este último el que tiene una mayor aplicabilidad inmediata.

Cuando yo impartí por primera vez un curso en una empresa de supermercados, era muy poco lo que sabía de las empresas de distribución de alimentación, limitándose mis conocimientos a los propios de un cliente que una vez por semana iba a uno de estos establecimientos, tomaba un carrito e iba introduciendo en él los artículos del lineal (entonces no sabía que se llama así a las estanterías). (L)

En el primer curso, y esto es una política que le recomiendo, organicé grupos de trabajo con diversos propósitos: comentar un vídeo que habíamos proyectado, que los participantes escribieran y desarrollaran un role-playing con base real, que resolvieran un caso, etc. Lo más jugoso de los trabajos en equipo es la puesta en común final en la que un portavoz de cada grupo expone a los demás sus conclusiones. Ese era el momento que yo esperaba para conocer sus problemas reales, sus quejas acerca de la organización del trabajo, sus propuestas para mejorar las cosas, el vocabulario de su oficio, la mecánica diaria de las tiendas, etc. Y creo que fue ahí lo que, con el tiempo, me llevó a convertirme casi en un experto en este tipo de negocios, hasta el punto de que una empresa me confió la tarea de redactar los manuales de operación de todos los puestos del supermercado.

Creo que los formandos aprendieron cosas de mí. Y de vez en cuando alguno que participó en algún curso me pide que lo admita en mi red de LinkedIn, así me lo recuerda, lo que confieso que me llena de satisfacción. Pero quien más aprendió del contacto con todos los formandos a los que en algún momento les di algún curso fui yo mismo. Y para eso tuve que hacer solo tres cosas: interesarme de verdad en ellos y en su trabajo, preguntarles, escuchar lo que me respondían y anotarlo en mi memoria, y también en un cuaderno exclusivo para este fin.

Cuando los cursos se iban repitiendo, yo iba empleando ejemplos y vocabulario con mayor seguridad, hasta el punto de que en una ocasión un empleado de una fábrica azucarera me dijo: Parece que hayas nacido debajo de una tacha. Una tacha es una máquina en que se cuece el jarabe procedente de la remolacha en el proceso de elaboración del azúcar. Pocas veces he escuchado un piropo más satisfactorio para mí.

Y todo ello porque me había esforzado en aprender de mis formandos.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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