Acoger
Una definición de “acogida”
Ejercicios que corregir, programaciones que completar, reuniones de departamento a las que asistir, temporalizaciones que respetar, partes de faltas que cubrir, padres a los que convocar, estadillos que cumplimentar, actividades extraescolares –charlas, visitas, etc.– que programar. Lo cierto es que un tutor siempre está ocupado; hasta cierto punto, “estresado” y la “urgencia” con la que se ve obligado a atender la mayoría de sus funciones administrativas –plazos, calendarios, formalidades– muchas veces le resta tiempo para atender a la más “importante” de las tareas que tiene encomendadas: la atención directa a las necesidades de los alumnos que le han sido confiados.
Por su parte, al alumno, a la alumna, no le resulta fácil acceder a su tutora, a su orientador, en el caso de verse en la necesidad de recurrir a su consejo. Tutores y orientadores no siempre tenemos la empatía necesaria para ponernos en la piel del incauto que, a la hora del recreo, se aventura pasillo adelante hasta la puerta del despacho donde figura “Departamento de Orientación”, ante la expectante mirada de sus compañeros que, bocadillo en mano, se disponen a cronometrar el tiempo que dure su entrevista con el “loquero” para utilizar, más tarde el dato como arma arrojadiza contra la fácil víctima de sus burlas. El riesgo de estigmatización por el encuentro individual con la orientadora o el tutor –tanto si es demandado por parte del discente como requerido por el docente– puede existir a menos que dichas intervenciones tutoriales y de orientación estén debidamente normalizadas dentro del correspondiente plan de acción tutorial y de orientación.
Educación
De manera que, desde el centro educativo, se deben tomar medidas para que entre las actividades de tutoría y orientación se contemplen los encuentros personales en diversos momentos del calendario académico: para analizar los resultados de cada evaluación, comentar incidencias diversas tanto negativas –faltas de asistencia, llamadas de atención– como positivas –logros, mejoras en resultados así como en hábitos personales, etc.–, aclarar dudas y proporcionar consejo –también en todos los órdenes, tanto en el académico como en el personal–. Por otra parte, junto a la normalización institucional, los propios tutores y orientadores pueden facilitar notablemente una consideración más positiva de la relación de chicos y chicas con sus respectivos tutores a través del despliegue de una actitud de acogida auténtica.
En este contexto, acoger significa darle al encuentro con la alumna o al alumno la importancia máxima y situarlo en el orden de prioridades más elevado, por encima del montón de exámenes que aguardan, pendientes de corrección, en la taquilla de la sala de profesores, antes que el “merecido” cafelito con los colegas a la hora del recreo, por delante de cualquier cuestión de comodidad personal por justa que pueda ser. Acoger es la primera materialización de la empatía en el encuentro personal y significa ser capaz de “ponerse en los zapatos” de la alumna, del alumno, para experimentar lo que significa caminar por su sendero, cargando con sus propias dificultades, sus dudas, sus inseguridades y su fatiga. El primer mensaje que se le comunica a la otra persona, aún antes del saludo que transmitan las palabras, es la actitud de acogida que sirve de marco a todo el encuentro que va a tener lugar a continuación y su contenido implícito debería mostrar tanto de forma no verbal, a través de la mera actitud del tutor u orientador como a través de contenidos verbales sinceros, que a partir del momento en que la otra persona –por joven e inmadura que sea– entra en el escenario de quien va a ser su guía, ya no existe nada más importante en el mundo para este.
Alumno
Aunque el alumno que tengamos delante sea el más rebelde o conflictivo de todo el instituto, el más embustero o con el que menos hubiéramos deseado encontrarnos en ese momento. Para desarrollar una actitud de acogida auténtica el tutor, la orientadora, debe revisar seriamente sus propios valores profesionales, su propio compromiso con el trabajo que quiere desarrollar, el significado de aceptar y de comprometerse que son la clave de la congruencia personal. Valores, aceptación y compromiso. La sencilla fórmula de una vida profesional y personal plena de sentido. Los contenidos transversales que todo educador desea transmitir a sus alumnos no sólo a través del desarrollo del programa de su materia específica sino mediante el ejemplo vivo de su acción personal.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.