Vuelta a la realidad

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Audiencia 

Así pues, la invitación a implicarse dirigida a la audiencia a través del texto (“embrague”, dicen los franceses) no sólo reside en la figura de quienes hacen las veces de espectadores en el mundo narrado, sino también –si se da el caso- en la vida del personaje que cambia interiormente, hasta convertirse en otro sin dejar de ser el-la mismo/a. En el texto no sólo encontramos “mecanismos” formales para guiar la interpretación, sino una llamada que nos compromete por amor en el diálogo vivo del héroe o la heroína con el Misterio de la vida. Las narraciones y el drama permiten un aprendizaje en el-la lector, de una manera distinta a la experiencia participante en los hechos, es decir, distinta de una zona de desarrollo próximo entre quienes se comunican cara a cara. En términos de Iser, la lectura no se construye sobre el “texto real”, sino sobre un texto virtual que varía de lector a lector71. Deberíamos ampliar esa intuición hasta que abarque la situación interpretante en su conjunto: un espacio-tiempo virtual, un cosmos virtual, una persona virtual, distintos al universo de los personajes, tanto como al universo de su/s autor/es… ¡y al de los demás lectores!

El “acto de leer” pone en suspenso incluso la personalidad del lector en sus esferas cotidianas de acción comunicativa, no porque esté fingiendo hacer lo que hace, sino porque todavía no se ha enfrentado a las consecuencias prácticas de ese encuentro placentero con otros mundos. Describo así el marco de un ritual que las sociedades tradicionales concebían como una iniciación mítica (además de mística), mientras que una sociedad abierta lo calificaría 71 Vid. W. ISER, El acto de leer: Teoría del efecto estético, Madrid, Taurus, 1985 (1976). 82 como un aprendizaje y, además, un aprendizaje significativo, puesto que se funda en la capacidad comunicativa del aprendiz para incitarle a un salto cualitativo hacia otro mundo: un horizonte reformulado de significación, después de la fusión con el horizonte del texto. “Por eso Don Quijote es el primer personaje de la literatura que encarna en sí mismo –seguramente sin que Cervantes se percatara de ello- al hombre nuevo, el que pasa de la oralidad al pujante instrumento de civilización que es la lectura, y Don Quijote de la Mancha la primera narración que recoge el tránsito de la Edad Media, que es el dominio de la palabra oída y de las audiencias colectivas, a los tiempos modernos.

 

Modernidad 

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Porque el paso gigantesco hacia la modernidad, en el que la novela desempeña un papel decisivo, consiste, en efecto, en la radical novedad de que el aprendizaje oral se ve relegado a un segundo plano mientras va cobrando un auge creciente la lectura individual, el enfrentameinto directo con el libro”, explica Ricardo Senabre72. El aislamiento que caracteriza el acto de leer no comienza en tiempo del Quijote, sino en el espacio abierto por la disparidad entre el desarrollo humano y un mundo social anquilosado, aunque tal apertura ocurra en el retiro de una celda monástica o de una habitación en medio de la ciudad. Es el espacio interior de la mística durante la edad media. Pero se extiende cada vez más. Ahora bien, creo que sería falso imaginar una era de la oralidad antes de la imprenta y otra era de la escritura/lectura: es decir, la modernidad. No fue casual que Cervantes construyera su parodia por medio del contraste entre la enajenación del lector solitario y la vitalidad de la cultura oral, a través de Sancho y de muchos otros personajes.

 

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