Reconocer a la persona más allá del problema
Potencialidad
Para hacerlo, el punto de partida es la creencia fundamental en la potencialidad del otro, la firme convicción de que cualquier persona tiene la capacidad para enfrentarse a la adversidad y vivir un proceso de resiliencia. Y llegar a este planteamiento requiere un cambio de mirada, una revisión profunda de nuestras convicciones. También pasa por incorporar ciertas estrategias en la práctica habitual, y desterrar ciertas «verdades lapidarias». Apoyarles implica devolverles una visión positiva de ellos mismos, de sus limitaciones y de sus fortalezas. Las personas no sólo necesitan saberse apoyadas.

Necesitan sentirse apoyadas. En el transcurso de su vida, la persona encuentra personas (educadores, miembros de su familia, maestros, amigos,…) que devienen «tutores de resiliencia», puntos de apoyo en quienes alguien que se encuentra en una situación difícil puede aferrarse para iniciar su reconstrucción. Estar dispuesto a proporcionar amor incondicional, entendido esto como aceptación del otro, desarrollar empatía y tener presencia junto al otro, siendo promotor de estímulo y gratificación afectiva a sus logros. Apoyar a la persona sin imponerle ideas preconcebidas, sino respetando su individualidad, alentándole a ser independiente, y, en determinados momentos, presentándose como un buen modelo a imitar (Grotberg, 2006).
Reconocer a la persona más allá de un problema es un enfoque fundamental para brindar un apoyo efectivo y mostrar empatía:
- Escucha activa: Presta atención a lo que la persona está diciendo. Haz preguntas abiertas para entender su perspectiva y emociones. Muestra interés genuino en su bienestar.
- Evita etiquetas: No definas a la persona por su problema. Evita utilizar etiquetas o estereotipos que puedan reducir su identidad a una sola característica o dificultad.
- Validación: Reconoce las emociones y experiencias de la persona. Validar sus sentimientos puede ayudar a que se sienta entendida y aceptada.
- Ofrece apoyo incondicional: Haz saber que estás allí para apoyar a la persona sin importar su situación. Asegúrale que tu relación no se basa en condiciones o juicios.
- Enfoque en fortalezas: Anima a la persona a hablar sobre sus habilidades y fortalezas. Ayuda a identificar las capacidades que le permitirán superar los desafíos.
- Promueve la autonomía: Ayuda a la persona a tomar decisiones y a participar activamente en la resolución de sus problemas. Fomenta su empoderamiento.
- Comunicación positiva: Utiliza un lenguaje positivo y alentador. Anima a la persona a enfocarse en soluciones y posibilidades, no solo en problemas.
- Respeto y empatía: Trata a la persona con respeto y muestra empatía hacia sus experiencias. No juzgues ni minimices lo que está viviendo.
- Conexión genuina: Construye una conexión auténtica con la persona. Esto implica ser sincero y compasivo en tu interacción.
- Considera el bienestar integral: Reconoce que la persona es un ser humano completo con necesidades físicas, emocionales, mentales y sociales. Ofrece apoyo en todas estas áreas.
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Ver más allá de la dificultad: Comprender que una persona no es su problema, sino que tiene muchas más dimensiones.
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Resaltar fortalezas: Identificar las habilidades, talentos y valores que pueden ayudarle a superar la situación.
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Fomentar la confianza: Transmitir seguridad en que la persona puede avanzar y crecer a partir de la experiencia.
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Acompañar sin etiquetar: Ofrecer apoyo sin definir a la persona por su dificultad, sino por su capacidad de superarla.
