Estar presentes y disponibles en los momentos de crisis

Elección
«Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un lodo negro, una escara de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquéllos que, luego de recibir el golpe, pudieron superarlo.» Cyrulnik Como se ha ido mostrando a lo largo de los anteriores apartados, las personas tenemos mecanismos propios para la superación del daño y del dolor, que permiten reintegraciones homeostáticas o resilientes en un porcentaje elevado de ocasiones. No obstante, durante años se ha considerado que lo «normal», la única reacción posible, era desarrollar alguna patología como resultado de la vivencia de hechos traumáticos, llegando incluso a tildar de patológico el no tener este tipo de respuestas. Así, de manera casi automática, cuando se tiene la impresión de que la persona que tenemos delante padece una depresión, lo que se espera de ella es que se comporte como un depresivo.

Sobre la base de tal expectativa «leemos» los comportamientos de la persona bajo la influencia de dicha etiqueta, atribuyéndole significados distorsionados. La etiqueta es tan potente que muchos de los comportamientos normales son completamente ignorados o mal interpretados para hacerlos coincidir con la realidad hipotética (Watzlawick, 1976). Una vez categorizamos a cualquiera, nos sentimos impulsados a buscar aquellas características y actitudes de la persona que puedan ser englobadas en la categoría creada. Sobre esta base ponemos en movimiento una serie de mensajes comunicativos que el otro registra y que lo llevarán a comportarse como prevé el diagnóstico. A su vez, nosotros registraremos los ajustes que confirmarán nuestra teoría. Las etiquetas influyen tanto a la persona etiquetada como a todos los demás, actuando sobre todos como una profecía que, por el solo hecho de haber sido pronunciada, logra desencadenar el acontecimiento previsto, esperado, confirmando así la propia veracidad (Fiorenza, 2009). Así, connotar como patológico lo que en realidad podría ser un proceso natural de aceptación de una pérdida, o como desajustados toda una serie de mecanismos que conducen a la superación de un problema, conlleva el riesgo y el beneficio interesado de destinar recursos de forma inapropiada.
Extensión
Esta connotación a menudo desenfoca el problema, contribuyendo a extender una «cultura de la victimología» (Acero, 2008), que no sólo contribuyó a sesgar las investigaciones y las interpretaciones de la realidad, sino que también fue cómplice de la creación de una «visión pesimista de la naturaleza humana» que nos acompaña hasta nuestros días. Frente a esta lectura del déficit, la resiliencia, como hemos ido viendo, se presenta como una mirada complementaria, constituyéndose así como un marco de referencia que nos permite organizar nuestro conocimiento y nuestras creencias desde un abordaje positivo, partiendo de la convicción de que todo ser humano tiene la posibilidad de enfrentarse a la adversidad, superarla y experimentar un crecimiento postraumático.

Desde esta concepción multidimensional que se ha presentado en los primeros apartados, la resiliencia es concebida también como un proceso. Proceso que surge en el momento en el que la persona se enfrenta a una adversidad, frente a la cual, poniendo en marcha sus habilidades personales y apoyándose en los recursos y personas que le rodean, puede superar la situación, alcanzando un desarrollo y crecimiento constatables. Y es que, cuando atravesamos una situación que nos desestabiliza necesitamos aferrarnos a situaciones y personas estables, que nos generen confianza.
Estar presente y disponible para alguien en momentos de crisis es una muestra significativa de apoyo y empatía:
- Escucha activa: Presta atención a lo que la persona está diciendo y, cuando sea apropiado, haz preguntas abiertas para entender mejor sus sentimientos y pensamientos.
- Muestra empatía: Demuestra que entiendes y compartes los sentimientos de la persona. Puedes decir cosas como «Puedo imaginar lo difícil que debe ser para ti» o «Estoy aquí para apoyarte en este momento difícil».
- No juzgues: Evita juzgar o criticar a la persona por sus emociones o acciones. En cambio, ofrece un espacio seguro para que se exprese sin temor al juicio.
- Pregunta qué necesita: Pregunta a la persona si hay algo específico que puedas hacer para ayudar. Esto puede variar desde escuchar sin interrupciones hasta buscar recursos o asistencia profesional si es necesario.
- Ofrece consuelo: Si la persona está abierta al contacto físico, como un abrazo, y te sientes cómodo haciéndolo, proporciona apoyo físico. El contacto físico puede ser reconfortante en momentos de crisis.
- Recuerda la confidencialidad: Si la persona comparte información privada contigo, asegúrate de respetar su confidencialidad y no divulgar la información sin su consentimiento.
- Evita dar soluciones rápidas: En muchas situaciones de crisis, las personas necesitan expresarse y procesar sus emociones antes de buscar soluciones. No sientas la presión de ofrecer respuestas o consejos inmediatos.
- Proporciona recursos: Si es apropiado, ofrece información sobre recursos disponibles, como líneas de ayuda, terapeutas o grupos de apoyo, que podrían ser útiles para la persona.
- Comprueba su seguridad: Si tienes razones para preocuparte por la seguridad de la persona, como la posibilidad de que se haga daño a sí misma o a otros, busca ayuda de inmediato a través de servicios de emergencia o profesionales de la salud mental.
- Sé paciente: Las personas pueden atravesar momentos de crisis en su propio tiempo. A veces, solo estar ahí para ellas es suficiente.
Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.
¿Por qué es clave estar presentes en momentos de crisis?
-
Brinda seguridad emocional: Saber que no están solos ayuda a reducir la ansiedad y la angustia.
-
Facilita la toma de decisiones: Contar con apoyo permite analizar mejor las opciones y elegir con mayor claridad.
-
Fortalece el vínculo: La cercanía en tiempos difíciles crea relaciones más profundas y significativas.
-
Evita impulsividad o aislamiento: Una persona en crisis puede sentirse vulnerable y tomar decisiones precipitadas. Estar allí puede ayudar a reflexionar antes de actuar.
¿Cómo estar presentes y disponibles?
-
Escuchar sin juzgar: Permitir que la persona se exprese sin miedo a la crítica.
-
Ofrecer acompañamiento real: No solo con palabras, sino con gestos concretos de apoyo.
-
Respetar tiempos y emociones: No presionar, sino brindar un espacio seguro para que la persona procese su situación.
-
Ayudar a visualizar opciones: En crisis, la visión suele ser limitada. Acompañar en la exploración de alternativas es clave.