Humanidad entre hipotenusas

Conclusiones
Volviendo al estudio de Emy Werner, una de sus conclusiones fue que todos los sujetos resilientes tenían por lo menos una persona, familiar o no, que los había aceptado de forma incondicional, más allá de sus problemas y defectos. Necesitaban contar con alguien y al mismo tiempo sentir que sus esfuerzos y sus capacidades eran reconocidos y valorados. De esta manera, se establecen unos lazos invisibles (Barudy y Dantagnan, 2005) entre el niño o niña y aquella persona que le acepta incondicionalmente, que permiten la creación de vivencias compartidas. Así, saberse reconocidos, respetados y reforzados por algún adulto significativo era el indicador que mejor explicaba la eficacia psicológica para salir adelante ante la adversidad. Como postula Barudy, los buenos tratos, el contexto amoroso, los cuidados, la ternura, la estimulación en los tres primeros años —los cariños — es lo que garantiza la migración neuronal, asegurando la maduración, organización y funcionamiento adecuado del cerebro y el sistema nervioso central. De nuevo, pues, aparece la importancia de la presencia de una persona cuidadora —bientratante— que garantice un nicho de protección y afecto (Barudy y Dantagnan, 2005). Habrá que tener en cuenta:
• La importancia de la mirada, hablarle, las nanas, explicarle…
• La maduración y formación de las distintas áreas funcionales cerebrales resultado de las sinapsis y de la mielinización. La sonrisa es una mueca que se convierte en comportamiento social cuando alguien le sonríe.
• El funcionamiento armónico entre el cerebro emocional, los lóbulos prefrontales y la corteza cerebral es posible gracias al cariño.
Contexto
Por tanto, los buenos tratos, el contexto amoroso, aseguran la maduración, organización y funcionamiento adecuado del cerebro y el sistema nervioso central. De hecho, se sabe que la maduración y el funcionamiento adecuado del cerebro y del sistema nervioso central dependen de los buenos tratos en la infancia. Una explicación es que los niños nacen inmaduros, dado que el cerebro no ha terminado de madurar, aunque con toda la dotación neuronal. Pero se desarrolla gracias al cuidado, la estimulación y el afecto. El buen trato permite la secreción de la neurotrofina, responsable del proceso migratorio de neuronas, la creación de circuitos, el crecimiento de los cuerpos neuronales, el desarrollo de ramificaciones neuronales, axones y dendritas que permitirán la creación de redes funcionales de neuronas, la sinapsis y la fijación de éstas, la mielinización.

Por ello, los bebés necesitan sentir el contacto físico, las caricias, que les tomen en brazos y que les calmen la excitación provocada por sus estados de necesidad. La ausencia de estímulos táctiles bloquea los procesos de maduración del sistema nervioso y del cerebro. Acariciar y mecer a un bebé provoca una estimulación vestibular que a su vez estimula interconexiones neuronales y su mielinización (Rygaard, 2008).
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La vida no es solo líneas rectas: Al igual que en un triángulo, hay múltiples caminos para llegar a un punto. A veces, tomamos rutas más complejas porque nos enseñan más.
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Todo tiene conexiones invisibles: La hipotenusa existe porque los catetos la sostienen. Así, la humanidad solo se entiende en la relación entre individuos, culturas y experiencias.
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El equilibrio es clave: Pitágoras nos recuerda que en un triángulo rectángulo hay proporciones que deben cumplirse. De la misma forma, en la vida, encontrar armonía entre nuestras partes es esencial.
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Lo más corto no siempre es lo más fácil: Aunque la hipotenusa es el camino más directo, a veces hay que recorrer los catetos para comprender su verdadero significado.