Todo empieza en la sorpresa

Un encuentro casual
Algunas perlas aparecen en un encuentro fugaz. De hecho, un solo encuentro puede ser suficiente, a pesar de tratarse de un instante efímero, algo aparentemente insignificante en el cómputo total de una vida. No es necesario ni siquiera que se establezca una relación. Tampoco tiene porqué ser una persona significativa. Porque lo que resulta significativo es el momento, el encuentro. Ese instante que te da la oportunidad de reinventarte a ti mismo como un ser completo, capaz, digno.

De construir a pesar de todo, más allá de tus expectativas. Porque es un encuentro casual de características tales que, en ese momento concreto, se constituye como el detonante de la recuperación, como la «chispa» que reaviva los rescoldos. Por tanto, con una capacidad reconstructora y regeneradora como para impulsar un proceso de resiliencia. Además, aunque el encuentro fuese algo puntual, casi anecdótico, la huella que deja es tan profunda que se mantiene vivo en el recuerdo. Y, como me pasaba con alguna de mis perlas más valiosas, rememorarla una y otra vez hacía que todavía fuese mayor la transformación que obraba en mí. Ésa era precisamente la sensación. Transformación, renacimiento, crecimiento después de un trauma…
Desarrollo
Eso es lo que conseguía provocar esa persona, o quizá ese lugar, ese acontecimiento, que hacía posible desarrollar las fortalezas internas y la capacidad de resolver los problemas, aún a pesar de la vulnerabilidad y la adversidad.
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