El hacer Dice

El hacer Dice

Problemas

 

Mamerto Menapace: “No tenemos en nuestras manos la solución del mundo, pero para los problemas del mundo contamos con nuestras manos. Cuando el Señor de la Historia venga, nos mirará las manos”. El párrafo va en la línea de “pintar la aldea” y de hacernos cargo de nuestra potencia, de lo que tenemos y de lo que somos capaces para, desde allí, crecer y hacer. Eso es viable cuando no nos dedicamos a abundar en lo que no somos capaces, lo que no tenemos y lo que nos falta, ya que, de tanto mirar esos aspectos de lo que “no hay”, logramos amargarnos, resentirnos y deprimirnos sin sentido. Es una falacia eso de que si uno mira lo que le falta y trata de suplir ese faltante se estimula y mejora. En general, esa actitud genera desasosiego. Uno patalea en el vacío de lo que “no hay” y desde allí no hay posibilidad de hacer pie.

El hacer Dice

Y si uno no hace pie, poco puede hacer para salir de cualquier pozo. Pienso que nuestra mirada no debiera excederse e ir demasiado por delante de lo que nuestras manos pueden abarcar con su hacer. De a uno, los cien pájaros que vuelan algún día estarán en nuestras manos. A la hora de vérnoslas con los problemas del mundo, es estimulante la idea de que lo que importa no es tanto haberlos solucionado, sino haber puesto las manos al servicio de esa solución. A veces de tanto preguntarnos qué hacer para solucionar los problemas (sobre todo, los problemas urgentes), perdemos el faro y el necesario anclaje, y creemos que la solución es salir corriendo compulsivamente hacia una acción que nos salve de sentirnos culpables de inacción, pero no mejora las cosas. Por otra parte, tecnócratas e industrialistas como somos, las fichas las ponemos en el “hacer” técnico sin más, sin que haya un “hacedor” que le dé sentido a lo que ese hacer implica.

 

Peculiar 

A veces ocurre que cuando alguien logra con su hacer peculiar un buen resultado (imaginemos una buena experiencia cultural, comunitaria o similar, o una buena manera de dirigir una empresa, crecer en un negocio, hacer dinero, etc.) queremos replicar industrialmente ese hacer. En general, esa línea de abordaje, tan solo técnica, no funciona demasiado. Esto es una pesadilla para los copiones que abundan, y nos obliga a tener paciencia y hacer pie antes de emprender cualquier acción. Los ejecutivos sin cabeza, los hacedores que quieren descargar su tensión más que lograr algo… entiendo que lo que sirve es aprender a hacer la jugada cuando es el momento, para no comer las manzanas verdes y pasarla mal con el resultado de esa acción. En este sentido, transcribo un texto de Carl Jung.

El hacer Dice

El secreto de la flor de Oro decía: “Un antiguo adepto dijo: ´Pero si el hombre erróneo usa el medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente´. Ese proverbio de la sabiduría china, por desgracia tan solo demasiado cierto, está en abrupto contraste con nuestra creencia en el método correcto, independientemente del hombre que lo emplea. En verdad, todo depende, en esas cosas, del hombre, y poco o nada del método.

 

Método 

El método es ciertamente sólo el camino y la dirección que uno toma, mediante lo cual el cómo de su obrar es la fiel expresión de su ser. Si esto no es así, el método no es más que una afectación, algo artificialmente aprendido como un agregado, sin raíces ni savia, sirviendo al objetivo ilegal del autoencubrimiento, un medio de ilusionarse sobre sí mismo y escapar a la ley quizás implacable del propio ser”. El Hacer es algo demasiado importante como para dejarlo en mano de los ansiosos. Y ansioso es aquel que cree en demasía en un método correcto, sin entender que el buen hacer es fruto de una sabia interpretación de la realidad, una realidad que acepta la voluntad, pero no el voluntarismo.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

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