El poder

El poder

Más verbo que sustantivo 

 

Entiendo el poder como aquello que aparece cuando pintamos nuestra aldea. Como decía alguien: más un verbo que un sustantivo. Es desde ese lugar que logramos ser quienes somos y, si toca, influir sobre los otros. Me gusta aquello de “pintar mi aldea”, “perseverar en el ser” al decir de Spinoza. Es ingrata la idea de que liderar es convertir a los infieles o educar al soberano.

El poder

Es demasiado trabajo y, además, no suele salir bien. El que se sacrifica en nombre de estas epopeyas de conquista (aunque sea conquistar la supuesta ignorancia de los otros), luego pretende pasar factura y lo hace de manera cruel, como los tiranos, por ejemplo. Así vemos que el poder es una constelación en la que el líder cumple una función importante. No es el dueño de la voluntad, sino un coordinador, un referente y un estimulador de las voluntades de la comunidad en la que se inserta. Hablamos acá de interpretar la realidad con un “para qué” y un “desde dónde” específico, no una interpretación en el aire, que no tenga raíz en el interpretador concreto del caso. Interpretamos en clave de una estructura precedente, un deseo, una escala de valores o una función determinada que nos marca una tarea.

 

Liderazgo 

Por ejemplo, en este capítulo el tema es el liderazgo y la interpretación de la realidad, no otra cosa, y es por allí que enfocamos el tema, interpretándolo en esa clave. Insertos en esa estructura que precede a la interpretación de la realidad, están nuestros sueños, nuestros deseos ocultos o no, nuestros dolores, miedos, rencores, amores, tradiciones, genes… La interpretación está constituida, teñida y sesgada por todo esto. Por eso es bueno conocernos lo más posible a la hora de interpretar, para que aquello que nos habita no cierre las puertas a lo nuevo, a la alteridad, a lo que lo otro nos trae, al misterio…

 

Cuando mencionamos «más verbo que sustantivo», parece que estamos buscando una comunicación o expresión que se centre más en acciones y verbos que en objetos o sustantivos. Esto puede aplicarse a la comunicación, la escritura o incluso a la filosofía de vida:

  1. Comunicación Activa: En la comunicación, utiliza oraciones y enunciados que se centren en la acción y el movimiento. Por ejemplo, en lugar de decir «El libro es interesante», podrías decir «Me interesé en el libro».
  2. Escribir de Manera Activa: En la escritura, emplea la voz activa en lugar de la pasiva. La voz activa se enfoca en el sujeto que realiza la acción. Por ejemplo, «El equipo construyó el puente» es más activo que «El puente fue construido por el equipo».
  3. Filosofía de Vida Activa: En tu filosofía de vida, puedes enfocarte en tomar acción y participar activamente en la vida en lugar de ser pasivo o centrarte únicamente en posesiones materiales. Prioriza experiencias, relaciones y logros personales sobre acumular cosas.
  4. Redacción Clara y Directa: Al escribir o comunicarte, opta por redacciones claras y directas que transmitan tu mensaje de manera eficiente. Evita el lenguaje innecesariamente complejo o florido que pueda obstruir la acción y la comprensión.
  5. Fomentar la Participación: Si estás a cargo de un grupo o un equipo, anímales a participar activamente y tomar medidas en lugar de simplemente hablar o planificar. La acción conduce a resultados.
  6. Enfocarse en Objetivos: Define y trabaja hacia metas y objetivos específicos en lugar de simplemente hablar sobre ellos. La acción sostenida es esencial para lograr resultados.

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

 

 

l poder que hace, no que pesa

El poder verdadero no se mide por la cantidad de personas que obedecen, sino por la calidad de las acciones que permite. Es la capacidad de hacer, de mover, de construir, de sanar. Es impulso, no imposición. Movimiento, no estancamiento.

El poder como verbo no se acumula, se activa. No se guarda en vitrinas, se canaliza en decisiones, en palabras que abren caminos, en gestos que modifican realidades.


El poder que se da, no que se arrebata

Cuando entendemos el poder como verbo, también entendemos que es más poderoso quien empodera que quien somete. Que dar voz, abrir espacios, habilitar al otro, es un acto de poder mucho más profundo que el dominio.

Y aquí radica su paradoja: el poder más auténtico no se impone, se ofrece. Y es más fuerte cuando se ejerce con conciencia, con ética, con empatía.


El verbo que transforma

El poder, en su versión más humana y luminosa, es transformación. Es hacer posible lo que parecía inalcanzable. Es permitir que alguien crea en sí mismo. Es decir: puedes. Y decirlo con hechos, con acompañamiento, con presencia.

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