Preguntas y pronombres

Preguntas y pronombres

La estructura de las preguntas

 

QUÉ / CUÁL y para evitar caer en la trampa de cerrar la pregunta, puede ser útil echar mano de este tipo de pronombres para encabezar las preguntas que formulemos: ¿Qué te gusta hacer? ¿Cuáles son tus materias favoritas? ¿Qué tipo de trabajos se te dan mejor? ¿Qué leíste últimamente? Las preguntas encabezadas con POR QUÉ también pueden ser útiles siempre y cuando el tono en el que se formulan implique una petición genuina de aclaración de motivos y no una demanda de reconocimiento de culpas. Por ejemplo, si un alumno que acaba de hacer una travesura es confrontado con un “¿por qué lo hiciste?” lo más probable es que reaccione de manera defensiva, excusándose, justificándose o guardando un silencio defensivo.

 

Sin embargo, un alumno que se animó a hacer una tarea determinada en contra de su hábito de no trabajar reaccionará de manera positiva ante la curiosidad genuina de su tutor (“¿por qué decidiste empezar, justamente, por esa tarea?”) y buscará sus propias razones para contradecir su viejo hábito de holgazanería y, tal vez, hasta puede que empiece a establecer las bases de un nuevo hábito más productivo. Por otro lado, las preguntas relativas al CÓMO pueden contribuir a la clarificación de motivos y estrategias cuando se aplican a hechos positivos: ¿Cómo te organizaste para preparar el examen? ¿Cómo te las arreglaste para llegar esta semana puntual a clase? Por otra parte, este tipo de pregunta puede actuar también como elemento proyectivo a la hora de preparar el terreno para una situación ideal, distinta de la situación actual, que pueda servir de punto de referencia u objetivo de nuevos comportamientos más adecuados: ¿Cómo te puedes organizar la próxima vez para preparar mejor tu examen? ¿Cómo te puedes asegurar de seguir llegando puntual a clase? Las preguntas nunca son inocuas, ni en lo que se refiere a su contenido ni en cuanto al modo de formularlas.

 

Punto de vista del entrevistador

En realidad, casi siempre están cargadas con un toque de intencionalidad que se corresponde con el punto de vista del entrevistador, con su propia teoría sobre la vida y su manera personal de ver las cosas; por eso las preguntas pueden tener un efecto más activador que los consejos ya que mientras que estos exponen claramente y de modo directo lo que el entrevistador considera que es apropiado en una situación concreta, las preguntas parecen asentarse sobre una base implícita de normatividad o sentido común que se supone incuestionable.

 

Por ejemplo, si estamos teniendo un encuentro con una alumna perezosa sobre su repetida impuntualidad, el hecho de endilgarle el consabido sermón de “tienes que procurar ser más puntual” no sólo no le aporta nada nuevo (ella ya sabe que “debería” ser más puntual) sino que, además, le está transmitiendo un mensaje inespecífico de connotaciones casi morales sobre su inadecuación en el momento presente y de dificultades sin concretar a la hora de intentar resolver el problema mientras que una pregunta abierta del estilo de “¿Cómo te puedes organizar para llegar puntual a clase la próxima semana?” se centra más en cuestiones “técnicas” u operativas al tiempo que le transmite a nuestra interlocutora el mensaje implícito de que es posible organizar una estrategia propia para conseguir el objetivo. Ese es uno de los motivos por los que los “sermones” originados en el impulso corrector de tutores y orientadores terminan, en general, por provocar resistencias indeseadas por parte del alumno mientras que el efecto de las preguntas abiertas suele ser mucho más motivador y dinámico.

 

Preguntas abiertas

En general, los “sermones” tienden a culpabilizar mientras que las preguntas abiertas parecen otorgarle un voto de confianza –y, consecuentemente, un plus de responsabilidad– al alumno o la alumna con quien estamos interactuando. Otras consideraciones sobre las preguntas En efecto, las preguntas casi nunca son inocuas por lo que conviene que evitemos utilizarlas como armas secretas al servicio de nuestros intereses particulares en lugar de ponerlas a disposición del autoconocimiento personal de nuestros jóvenes interlocutores. La tentación de recurrir a preguntas trampa para darle un determinado sesgo a la entrevista puede ser, a veces, muy fuerte sobre todo cuando se parte de la base de que nosotros, los adultos, tenemos todas las claves de la verdad por lo que estamos legitimados para encauzar a los adolescentes a nuestro cargo por los senderos que consideramos más apropiados recurriendo incluso, si preciso fuere, al más bajo de los chantajes emocionales a través de la vergüenza, la culpa y el miedo, emociones primarias que se pueden escamotear fácilmente en el formato sutil de una pregunta aparentemente directa.

Preguntas y pronombres

Veamos algunas preguntas emocionales: ¿Cómo puedes ir tan retrasado respecto al ritmo de la clase? (vergüenza) ¿Cómo has podido hacer una cosa así a tus compañeros? (culpa) ¿Sabes qué te va a pasar si sigues por ese camino? (miedo) Este tipo de preguntas no facilitan la respuesta; más bien generan una especie de atasco emocional en la mente del interrogado que, de pronto, se ve confrontado con una suerte de evidencia negativa respecto a su propio comportamiento (“soy inadecuado por haberme quedado rezagado”, “soy malo por haberles fallado a mis compañeros”, “algo gordo me va a pasar”) que le bloquea cualquier posibilidad de rectificación. Aunque sin la carga dramática de las preguntas emocionales, muchas veces experimentamos la tendencia a echar mano de preguntas orientativas o cargadas de juicio. Se trata de cuestiones que, en realidad, no son otra cosa que sugestiones camufladas para que nuestro interlocutor experimente una predisposición en el sentido que le insinuamos en lugar de examinar sus propios intereses o necesidades: ¿No consideraste la posibilidad de matricularte en un ciclo formativo? (una formulación más eficaz de esta cuestión sería una pregunta abierta como: “¿Qué te parecería matricularte en un ciclo formativo?”). La traducción de una pregunta como esta, en realidad, es: “Lo que tú deberías hacer es un ciclo formativo”.

 

Tutor u orientador

Actuando de esta manera, en lugar de hacer honor a nuestro papel de tutor u orientador, más bien estamos actuando como un vendedor de coches algo marrullero que, en vez de atender a la necesidad que el cliente tiene de un coche pequeño que pueda maniobrar con facilidad en su angosto garaje, se empeña en endilgarle un modelo más grande y costoso poniéndole de manifiesto su excelente comportamiento en carretera para asegurarse así una comisión más sustanciosa. En todo caso, a la hora de formular sus preguntas, el tutor, la orientadora, deberían tener claro, en primer lugar, que ellos mismos son un elemento catalizador de la interacción con la alumna o el alumno que a ellos se confía. Lo que debe primar es el interés de nuestros alumnos por lo que no se trata de demostrarles lo “geniales” o “agudos” que podemos ser en nuestras apreciaciones ni lo “intuitivos” ni, mucho menos, lo “guays” que podemos llegar a ser con ellos.

Preguntas y pronombres

Por lo tanto, para formular una pregunta, no es necesario disponer de antemano de la respuesta. Al formular nuestra pregunta, estamos llamando a una puerta y no sabemos lo que nos encontraremos cuando esta se nos abra; pero, sea lo que sea, tenemos que estar dispuestos a entrar en ese cuarto, por revuelto que se encuentre (en eso consiste la “aceptación”), para explorarlo junto con el chico o la muchacha que haya podido generar todo ese caos. Por último, conviene tener en cuenta también que muchos encuentros con alumnos puede que no tengan una finalidad específica de exploración de cuestiones problemáticas o de búsqueda de soluciones a problemas concretos sino que se limitarán a interacciones de conocimiento mutuo mediante las cuales les transmitimos a los alumnos nuestro interés en ellos como personas al tiempo que les ponemos de manifiesto nuestra disponibilidad como tutores u orientadores. En este tipo de entrevistas, también son pertinentes las preguntas encaminadas a facilitar la propia autoexploración por parte de la alumna o el alumno (¿De dónde te viene el interés por? ¿Cuáles son tus aficiones personales?) o la ampliación de horizontes (Dices que te gustaría hacer un ciclo medio de FP. ¿Qué me dices de la idea de atreverte con un ciclo superior?).

 

Los pronombres y las preguntas son elementos fundamentales en la comunicación. Los pronombres son palabras que reemplazan a los nombres para evitar la repetición, mientras que las preguntas son herramientas para obtener información o iniciar una conversación:

Pronombres:

  1. Personales:
    • Él, ella, ellos, ellas, yo, tú, nosotros, vosotros, ustedes.
  2. Demostrativos:
    • Este, ese, aquel, esta, esa, aquella.
  3. Posesivos:
    • Mío, tuyo, suyo, nuestro, vuestro, vuestro.
  4. Interrogativos:
    • Quién, quiénes, qué, cuál, cuáles, cuánto, cuántos.
  5. Relativos:
    • Que, quien, el cual, cuyo, donde.

Ejemplos de Preguntas:

  1. Preguntas Personales:
    • ¿Cómo estás?
    • ¿Cuál es tu comida favorita?
    • ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
  2. Preguntas de Información:
    • ¿Dónde está la biblioteca más cercana?
    • ¿Cuándo es tu cumpleaños?
    • ¿Cuántos hermanos tienes?
  3. Preguntas para Iniciar Conversaciones:
    • ¿Qué te trae por aquí?
    • ¿Cómo te ha ido hoy?
    • ¿Tienes algún plan interesante para este fin de semana?
  4. Preguntas Reflexivas o Filosóficas:
    • ¿Qué significa el éxito para ti?
    • ¿Cuál es el propósito de la vida?
    • ¿Cómo definirías la felicidad?

 

Editorial Luis Bonilla. Expertos en enseñanza, formación a distancia, tutores cualificados y con variedad de cursos online.

 

 

1. Pronombres interrogativos

Estos son los más comunes y se utilizan para obtener información específica:

Pronombre Significado Ejemplo
¿Qué? Cosa o acción ¿Qué estás haciendo?
¿Quién? Persona ¿Quién vino ayer?
¿Cuál? Elección entre opciones ¿Cuál prefieres?
¿Cuánto/a/os/as? Cantidad ¿Cuántos libros tienes?
¿Dónde? Lugar ¿Dónde vives?
¿Cuándo? Tiempo ¿Cuándo es el examen?
¿Cómo? Modo o manera ¿Cómo llegaste aquí?
¿Por qué? Causa o motivo ¿Por qué estás triste?
¿Para qué? Finalidad ¿Para qué sirve esto?

2. Estructura básica de las preguntas

La estructura depende de si es una pregunta cerrada (sí/no) o abierta (usa pronombres interrogativos).

  • Cerrada (sí/no):
    → Verbo + sujeto + complemento
    Ejemplo: ¿Estás tú cansado?

  • Abierta (con pronombre interrogativo):
    → Pronombre interrogativo + verbo + sujeto + complemento
    Ejemplo: ¿Dónde estudia tu hermana?

3. Tilde obligatoria

Los pronombres interrogativos llevan tilde cuando se usan en preguntas, aunque estén en medio de una frase:

No sé qué hacer.
Me preguntó cuándo llegabas.

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